Hazte premium Hazte premium

El cine español y la actual política cultural

Los criterios que deben prevalecer en las subvenciones al cine español no sean otros que los del talento y el valor artístico de las películas

Feminismos se escribe en plural

Jorge Acosta, David Castro Gonzalez, Carla Pereira y Alvaro Díaz en la alfombra roja de los Premios Goya 2024 Gtres

Luis Peñalver Alhambra

Toledo

Me apasiona el cine. Lo considero el arte por excelencia del siglo XX, por lo que no ha dejado de asombrarme la incultura cinematográfica que existe entre los jóvenes (y también entre los menos jóvenes). Esta es la razón por la que he tratado de inculcar a mis hijos y a mis alumnos el amor por el cine.

Durante años he dirigido un cine-club en el instituto, con introducción y debate posterior. Recuerdo que programamos un ciclo de Alfred Hitchcock, y que una alumna se emocionó tras el visionado de la película Vértigo. Me confesó que nunca había visto un film que la conmoviese hasta ese punto.

El curso siguiente se lo dedicamos a Woody Allen, y puedo decir que fue también un éxito rotundo. No obstante, algún profesor representante de cierto «progresismo» me censuró los ciclos elegidos, pues de todos era conocido que Hitchcock era un acosador que perseguía a sus actrices rubias, y que Woody Allen había sido sentenciado en las redes sociales (no así en los juzgados, pues el caso fue archivado) como una persona deleznable porque había abusado supuestamente de su hija adoptiva. Yo le respondí que aun en el caso de que se confirmara que esos individuos fuesen unos indeseables, eso no les quitaba ni un ápice de calidad a las obras maestras que habían realizado.

Chaplin o Picasso en muchos aspectos eran personas poco recomendables, pero muchas de las obras que nos han dejado son geniales. Un pintor, un músico o un escritor puede ser un idiota y al mismo tiempo ser capaz de crear belleza. No creo que nadie en su sano juicio estaría de acuerdo en retirar todos los Caravaggio que hay en los museos sólo porque este pintor fue culpable de asesinato.

Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva inquisición con su lista de «obras» prohibidas. Los adalides del «buenismo» y la buena conciencia (¡cuánto daño ha causado en el mundo la buena conciencia!), los defensores del pensamiento políticamente correcto (que se ha convertido en la tiranía de esa cultura Woke llegada de las universidades americanas) tratan de hacer lo que durante dos mil años ha hecho la Iglesia: gestionar las conciencias, decirnos lo que está bien y lo que está mal, lo que debemos ver, pensar y sentir. Si del actual ministro de Cultura dependiera, ese que quiere depurar los museos de todo rastro de «colonialismo», se prohibirían los toros en España, como ya se han prohibido en Cataluña.

Gala de los Goya 2024

Hace unos días se celebró en Valladolid la gala de los Goya, para algunos una horterada indigerible. A propósito de estos premios, un conocido columnista escribía que se negaba a pagar para ver una película española, pues ello supondría pagar dos veces (la primera por la parte de la subvención que nos toca a cada español).

Ana Belén y los Javis, presentadores de la gala de entrega de los Premios Goya 2024 ABC

En esa misma «fiesta del cine», Pedro Almodóvar defendió estas subvenciones del Ministerio de Cultura, argumentando que el cine español devolvía con creces a la sociedad lo que había recibido. Consultando los datos que dicho Ministerio hace públicos en su web, en 2023 el cine español recibió 167 millones de euros, un 70% más que en el año anterior, y había recaudado en taquilla 80,8 millones. Por supuesto, no debemos olvidarnos del beneficio social que genera esta industria en forma de empleos generados.

Quien esto escribe no está en contra de las subvenciones culturales, por mucho que éstas despierten recelos en mucha gente, y piensa que deberían extenderse con la misma generosidad a otras manifestaciones de la cultura (los toros, por ejemplo, que aportan cinco veces más IVA que el cine español). Y no está en contra porque en esta jungla neoliberal en la que sólo cuentan las leyes del mercado, nuestra industria no podría competir con plataformas como Netflix (igual que una librería o tienda de barrio no puede competir con Amazon), de manera que el talento de muchos de nuestros productores, directores, guionistas y demás gente del cine, no tendría ninguna oportunidad para desarrollarse.

Sí se opone, en cambio, a que un gobierno partidista e ideologizado, que se supone debería gobernar pensando en todos los ciudadanos de este país, haga depender estas subvenciones no de criterios artísticos y de calidad sino de criterios ideológicos. Existen importantes directores que han escrito páginas brillantes en la historia del cine español y que tienen grandes proyectos guardados en el cajón porque nadie se acuerda de ellos. Son viejos, y además hombres, por lo que no dan el perfil. No responden a los valores de nuestro tiempo ¿Cuál es el perfil actual de una película subvencionada?

Cualquiera que haya visto los estrenos de películas españolas de los últimos años podría responder a esta pregunta: una película dirigida por una mujer, preferentemente joven y a ser posible debutante; interpretada en su papel protagonista por una mujer, con una historia «feminista» y, a ser posible también, algún componente homosexual. Poco importa al Ministerio de Cultura (o al actual Ministerio de Igualdad, que es quien parece decidir cuáles son los proyectos apoyados con dinero público), que muchas de estas películas no alcancen unos niveles mínimos de calidad ni de que no se adapten al gusto del público.

No estoy afirmando con esto que no haya importantes directoras o mujeres que sean grandes profesionales en la industria del cine. Tampoco me gustaría que alguien pensara que me opongo a las justas reivindicaciones de las feministas o de los colectivos LGTBI. Con estas declaraciones algún lector ya me habrá mandado directamente a la «fachosfera» (¡qué lamentable que un presidente que tiene la responsabilidad de gobernar a todos los españoles utilice expresiones como ésta!). Pero quien firma este artículo ama el cine, siente pasión por los toros y ha votado siempre a las izquierdas.

Únicamente pretendía en estas líneas defender la idea, tan de sentido común por otra parte, de que los criterios que deben prevalecer en las subvenciones al cine español no sean otros que los del talento y el valor artístico de las películas. Desgraciadamente, este Estado ideológico en que vivimos se ha trasladado no sólo al cine, sino también a otros sectores de la cultura y de la sociedad, traduciéndose en los planes de estudio de las nuevas leyes educativas.

SOBRE EL AUTOR
Luis Peñalver Alhambra

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid

<div class="voc-author__name">Luis Peñalver Alhambra</div>

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación