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juicio en la audiencia de toledo

José, acusado de asesinar a su exmujer y arrollarla con su coche: «La asfixié con una sola mano, con mucha fuerza»

Las acusaciones le atribuyen también un delito de agresión sexual y se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable

La jaula de Teodora: su exmarido y presunto asesino se enfrenta a la prisión permanente revisable

José del Carmen, a la derecha, durante la primera sesión ÁNgeles Visdomine (EFE)
Manuel Moreno

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José del Carmen Reyna presentó a Teodora, su exesposa y con la que convivía, como una mujer mandona y agresiva antes de reconocer, a preguntas de la astuta y joven fiscal, que mató a la madre de sus tres hijos, uno de ellos todavía menor de edad. «La asfixié con una sola mano, con mucha fuerza», se sinceró este lunes entre lágrimas en la primera sesión del juicio con jurado en la Audiencia Provincial de Toledo. Lo reconoció después de que, en la presentación ante el tribunal popular, su abogado hubiese solicitado la libre absolución para su defendido porque «no había delitos».

Sin embargo, el reo procedente de Ocaña I alteró inesperadamente el guion durante su extenso y pausado testimonio. «Estoy arrepentido por todo esto. Fue todo rápido. Parece que la cogí mal y me dio pánico», continuó. Luego describió cómo simuló un atropello fortuito con su automóvil, a nombre de Teodora aunque ella no tenía carné de conducir. Ocurrió en mitad del campo entre los términos municipales de Mascaraque y Almonacid de Toledo la mañana del 4 de abril de 2022. «La bajé, la dejé en el camino y la pasé el coche [por encima] para fingir un accidente», admitió llorando.

El Ministerio Público y la acusación popular, ejercida por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, piden la prisión permanente revisable para este peruano de 52 años nacionalizado español porque, además de un delito de asesinato, le atribuyen otro de agresión sexual.

Durante su declaración de más de dos horas, el procesado insistió en que no hubo ningún plan sobrevenido para acabar con su vida y que su actitud homicida se desencadenó después de que Teo, como la llamaban, lo insultase. José explicó que ella reaccionó así porque él no quiso darle una clase de conducir en un camino poco transitado en medio de la nada, ya que «el suelo estaba muy mal». Entonces, ella salió del automóvil y «me dijo de todo, cosas muy feas». «Siempre era agresiva, quiso ponerme la mano [encima] y por eso yo reaccioné así. Vino hacia mí, quiso atacarme con la intención de ponerme la mano. La cogí del cuello y le dije que me lo repitiera, pero se desmayó (...) No respiraba, no tenía pulso», respondió a la incisiva fiscal, Marta Vargas, quien se estrenaba en un juicio con jurado. «Me entró miedo y no sabía qué hacer. La metí en el coche...» y sólo se le ocurrió aparentar un atropello accidental antes de avisar a los servicios de emergencias.

Para las acusaciones, sin embargo, José actuó de una manera calculada para asesinar con alevosía a Teodora, de 42 años y de origen peruano, que tuvo al primero de sus tres hijos siendo una quinceañera. Mantienen que lo cometió al enterarse de que su exesposa, con la que residía en Mascaraque con otros familiares de José, iba a marcharse ese día. Que incluso la mujer buscó en internet esa misma mañana horarios de autobuses de Mascaraque a Toledo y de aquí a Madrid, donde vivían dos de sus hijos.

Sobre el delito de agresión sexual con penetración, que habría cometido mientras la asfixiaba, José aseguró que dormían juntos y que la noche anterior mantuvieron relaciones sexuales, «como todos los días». Dibujó una convivencia como la de una pareja «normal», aunque el matrimonio estaba divorciado, algo que «no sabían nuestros hijos ni los familiares» que vivían con ellos. «¿Por qué [el cadáver] tenía las bragas puestas del revés?», preguntó entonces la fiscal durante su largo interrogatorio de casi dos horas. «No lo sé», respondió de manera lacónica el encartado .

José, que tiene el derecho a mentir, también declaró que se había enterado en el juicio de la relación sentimental que ella había mantenido con un compañero de trabajo hasta poco antes del homicidio. Ante una incrédula fiscal, el acusado sostuvo que siempre había confiado en Teodora, quien dejó una maleta con ropa, su bolso y la luz de su dormitorio encendida para subir en el coche con José aquel funesto lunes de hace dos años.

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