El arzobispo de Toledo ordena a trece nuevos sacerdotes y siete diáconos
Casi 3.000 fieles han asistido a la celebración eucarística
Un momento de la celebración en la catedral de Toledo
El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez , ha ordenado a trece nuevos presbíteros y siete diáconos , en la misa que ha concelebrado este domingo en la Catedral de Toledo, junto al obispo auxiliar, Ángel Fernández, miembros del Cabildo, rectores de los Seminarios y cerca de 200 sacerdotes de Toledo y otros puntos de España.
Monseñor Rodríguez ha comenzado las palabras de su homilía, ante los casi 3.000 fiel es que llenaban las naves catedralicias, manifestando «la alegría» de acoger a estos nuevos sacerdotes en el presbiterio diocesano. «Hoy estáis en el centro de la atención diocesana», ha afirmado el arzobispo dirigiéndose a los nuevos presbíteros y diáconos, ante quienes ha enfatizado «la Iglesia cuenta con vosotros, os necesita a cada uno».
También ha apostillado que «todos nos sentimos invitados a entrar en el misterio, en el acontecimiento de gracias que se está realizando en vuestro corazón con la ordenación presbiteral o diaconal». Asimismo, ha recordado a los ordenandos que «la participación en el sacerdocio de Cristo no es para vosotros solos: es para los demás».
Así, les ha emplazado a no sentirse «únicamente elegidos, sino amigos del Señor» y ha resaltado que «el seguimiento de Jesucristo en el sacerdocio ministerial jamás puede representar un modo de alcanzar la seguridad en la vida o conquistar una posición social o de prestigio en la comunidad cristiana».
También dirigiéndose a los nuevos presbíteros y diáconos ha señalado que «el que aspira al sacerdocio para aumentar su prestigio personal y su poder entiende mal en su raíz el sentido de su ministerio y será esclavo de sí mismo y de la opinión pública».
También les ha alertado de que van a sentir «la dureza de nuestra época, el caparazón que aparece en tantos contemporáneos ante la Palabra de Dios, ante el encuentro con Jesucristo».
Finalmetne, les ha animado a «no escandalizarse de las fragilidades que agitan hoy el espíritu humano y a haceros prójimos de cada uno, compartiendo sus sufrimientos», antes de recordarles que «no somos ni unos empleados ni nos movemos por criterios de eficacia, debemos ser hombres de paz y reconciliación, instrumentos de la ternura de Dios», ha aseverado.
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