El gol más amoroso de la historia del CF Talavera

Todos sabemos que lo de la celebración de los goles por parte de los futbolistas es un género en sí mismo, más en el fútbol actual que en el de décadas atrás. Tal vez por aquello de las cámaras de televisión. Desde las volteretas de Hugo Sánchez, al arquero de Kiko Narváez y más recientemente el gesto de pistolero de Luis Suárez y el más universal 'siiuuu' de Cristiano Ronaldo, el mundo del fútbol ha creado una iconografía del gol como de ritual.

En este elenco de celebraciones se incluye desde la versión más sentida, como la mirada al cielo en recuerdo de alguien querido, al bailecito más o menos agraciado -que no suele tener mucha estima entre los seguidores rivales-, por no hablar del ya tradicional corazoncito con las manos o el gesto por el bebé que está por llegar. Sin olvidar, claro está, el de las camisetas reivindicativas o dedicadas a alguien o a algo, que al quitarse la reglamentaria acarrean la correspondiente tarjeta amarilla.

Pero más enternecedor que todo lo anterior es la versión amorosa del gol en el preciso momento de producirse, algo que se pudo vivir este domingo en el veterano estadio de El Prado de Talavera. Corría el minuto 30 de partido de los talaveranos contra el Fuenlabrada cuando el extremo palentino Edu Gallardo que milita en las filas talaveranas acertaba a llevar el balón al fondo de la red rival, un tanto que a la postre supondría una importante victoria local que aproxima al equipo a una zona más tranquila de la tabla.

Nada apuntaba a que aquello pudiera salirse del guión normal una celebración de este tipo, pero entonces saltó la sorpresa. No sabemos si premeditadamente, pero nada más lograr el gol, el rubio delantero talaverano salió escopetado hacia la parte de la grada donde estaba su novia y en su euforia fue capaz de dar un salto, asirse a la barandilla cual gimnasta olímpico, subir su cuerpo a pulso y alcanzar a dar el beso que sellaba el gol más amoroso de la historia del Club de Fútbol Talavera, inmortalizado además por la siempre oportuna cámara de Abel Martínez.

Un final de película para un gol, aunque a algunos le fallase esa sensibilidad para este tipo de situaciones. Lo decimos por la reclamación de algún jugador rival que desde la banda pedía al linier que lo que se había producido era motivo de tarjeta. Falta de cariño o algún desamor puede explicarlo. No sabemos. Menos mal que el juez de línea, con buen criterio, les vino a decir algo así como: «dedícate a jugar y deja a la gente que se quiera».