Los prefabricados y la falta de mano de obra acechan al sector de tejas y ladrillos
Por fortuna, tras el inicio de la guerra, el precio de la energía en estos momentos ha dado un respiro
El sector del ladrillo exige ayudas para que el coste energético no provoque cierre de fábricas
![Una de las modernas fábricas de ladrillos de la provincia de Toledo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/06/25/ladrillos1-RY7IIWi29sFFL0JpDXokFDL-1200x840@abc.jpg)
Pese a la prolongada crisis en la construcción, el elevado coste de las fuentes de energía y otras vicisitudes económicas, Castilla-La Mancha, especialmente en la zona de La Sagra, sigue siendo la comunidad puntera en España en el importante sector de tejas y ladrillos. No obstante, aparecen otras amenazas que obligan a mantener la guardia alta, en este caso la falta de mano de obra cualificada en el sector, es decir, que faltan albañiles expertos, así como la aparición de materiales prefabricados que han hecho disminuir sobre todo la producción del ladrillo caravista. Para hablar de estos asuntos, como de la reciente propuesta del Gobierno central de construir miles de viviendas, ABC ha hablado con Pedro Rognoni, presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Ladrillos y Tejas de Arcilla Cocida (Hispalyt).
—Semanas atrás, el Gobierno central anunció un plan de construcción de miles de viviendas. Esta promesa ¡Cómo se ve desde Hispalyt, se piensa que es algo realizable y un gran revulsivo para el sector?
—Lo vemos con ilusión, pero también con cierto escepticismo. Realmente hay muchísimas dificultades para que todo eso se llegue a realizar. Sería estupendo para el sector, pero en este momento la viabilidad de esa cantidad de viviendas lo vemos un poco complicado. Pero en el sector nos encontramos también con otro problema añadido que, además de la buena voluntad, se está intentando solucionar a través de otros ministerios, pero no es tan fácil, y es la falta de mano de obra absoluta que hay.
—En efecto ese es un problema del que se viene hablando desde hace un tiempo ¿por qué se ha producido y qué soluciones tiene?
—Se ha producido como consecuencia la crisis de 2008, en la que prácticamente desaparece una generación de albañiles. Si hablo en concreto de Madrid, lo que podemos tomar como ejemplo porque es una referencia de construcción importante, nosotros, los castellanomanchegos, éramos los abastecedores de mano de obra de Madrid. La gente salía de Tomelloso, de Daimiel, de Campo de Criptana. Abastecían a Madrid con esa acumulación de autobuses que todos los días llegaban con trabajadores, o de gente que pasaba allí la semana y volvía a casa los viernes, pero todo esto desapareció al quedarse sin trabajo. Además, la edad media de esa generación de albañiles ya era alta, de alrededor de los 45 años. Pues si a esos 45 años le pones 10 más que duró la crisis, te encuentras con este problema. A eso se sumaba la incertidumbre de que el trabajo no era fijo, sino que cuando había mucho no faltaba nunca, pero cuando empezó a flaquear esa gente igual tenía trabajo una semana a la siguiente no. Entonces todos esos trabajadores, en toda España, intentaron radicarse en sus proximidades con otro tipo de empleo y con otras funciones. Por tanto, esa generación de albañiles, que además eran los maestros de los futuros albañiles que empezaban de peones y al final eran su relevo, todo eso se paró. Después en otra época hemos estado teniendo inmigrantes, que nos hacen muchísima falta, pero su cualificación profesional no es tan alta. Por tanto, la construcción se ha resentido muchísimo y se resiente la mano de obra.
Los prefabricados
—¿Hay alguna otra amenaza importante para el sector?
—Los fabricantes de tejas y ladrillos tenemos otro problema más, porque esto es una tormenta perfecta, y es que empiezan a salir tanto en oferta por empresas como por contratas por las promotoras, incluso por el Ayuntamiento de Madrid, el tema de la prefabricación de la vivienda, que son soluciones menos artesanales como pueda ser ladrillo caravista o cerámica. Así, empiezan a aparecer unas soluciones de cerramiento de fachadas en edificios que son de otros productos, con lo que la industria cerámica se ve limitada prácticamente a ser la parte de atrás de las viviendas, no la caravista, y esto es un problema. ¿Qué pasaría con el impulso al mundo de la construcción? pues que sería una maravilla, porque me imagino que algo de lo que se fuera a hacer sería con ladrillo, y ahí tendríamos nuestra cuota de mercado. También es verdad que fabricantes de ladrillos éramos un montón y ahora somos cuatro gatos.
—¿Eso quiere decir que se ha aclarado y ajustado mucho la dimensión del sector, aunque Castilla-La Mancha sigue siendo la zona productora más importante de España, no?
—Sí, somos los número uno, pero no tanto por que hayamos hecho una reestructuración profesional, sino que las circunstancias nos han obligado a reestructurarnos. Hay muchas fábricas que lo que han hecho es cerrar o presentar concurso de acreedores y se han quedado en el camino. Y los que hemos quedado tenemos un pastel pequeñito, pero somos menos a repartir con lo cual nos vamos apañando.
—Aquellas empresas que han logrado seguir ¿serán capaces de sobrevivir y continuar empresarialmente?
—Seguimos en un mundo absolutamente de incertidumbre. Hemos pasado un año 2022 que ha sido un horror, porque se ha pasado en lo referente a las energías eléctricas y combustibles a unos precios con los que un montón de fábricas han tenido que parar, y el que lo ha asumido ha sido a costa de cumplir contratos pequeños establecidos pero perdiendo dinero. Pongo por ejemplo una factura de una fábrica tipo medio de 300 toneladas que consumía 120.000 euros al mes de gas, y esa factura con la subida era de 700.000. Un disparate. Se ha llegado a convertir la energía en general prácticamente en un 90% del coste. Si a eso se añade la mano de obra y los demás gastos, pues ha habido momentos en los que las fábricas han tenido que parar lamentablemente y otras han tenido que cumplir con los compromisos que tenían, pero de esa manera.
—¿Ve en el futuro más inmediato algún cambio obligado en la trayectoria del sector, de tenerse que reinventar?
—Claro. De momento los precios de la energía, a pesar de que la guerra sigue, y que tampoco vamos a llegar a entender por qué subió tanto y ahora no, han vuelto a sus estándares normales y ahora tenemos un precio de electricidad razonable. Por tanto, estamos en un momento en el que podemos fabricar, podemos vender y podemos ganar dinero. Ahora quizá el problema está en las competencias de otros sectores, como los prefabricados y otros cerramientos externos que a productos tradicionales como el ladrillo caravista o la teja cerámica les hace polvo. ¿Qué está pasando?, pues que hay fabricantes de ladrillos que están evolucionando en este aspecto y están intentando hacer sistemas de sate cerámico, o de soluciones de fachadas más modernas que llevan menos mano de obra. Estamos en esa línea. Y otros seguimos en esa cuota de mercado, una cantidad de viviendas a hacer con la participación ahora mismo de un 14%, que es el que seguimos abasteciendo con producto normal.
—Pese a todo ¿no ha cambiado en España la estructura del sector del ladrillo y en España Castilla-La Mancha sigue siendo la zona productora más importante?
—No, no. Castilla-La Mancha sigue siendo la más importante. Lo que sí se ha producido en sectores, como por ejemplo en la teja en la zona Valenciana, es la venta de las dos empresas más importantes españolas a un grupo francés, que es un fondo de inversión. Además, otros colega nuestro y compañero de territorio y de profesión, que es Cerámica La Paloma, ha comprado Cerámicas Malpesa en Bailén y ahora mismo con la fábrica que tienen en Portugal, más las que tiene en Segovia, Toledo y Andalucía se ha convertido en el número uno del sector en este momento en capacidad productiva. Lo que pasa es que todo eso no hace que todos los hornos de esas fábricas estén trabajando en general.
—En este sector, ¿el mercado internacional es algo que ha evolucionado y por tanto una de las vías de solución?
—Es muy interesante, y además tenemos una presencia muy importante. Yo que vengo de toda la vida del mundo del ladrillo caravista y la teja, en esta última empezamos a tener en los años 90 las primeras exportaciones, sobre todo a Oriente Medio o Líbano, Siria, Arabia Saudita, Argelia o Marruecos. De ahí fue ampliándose hasta que en este momento la teja ya está por todo el mundo. Está en Australia, en Nueva Zelanda, en Estados Unidos y en todos los sitios, y el ladrillo caravista más. Este material, en la fábrica que yo he estado dirigiendo hasta hace poco, Cerámica Mora, y se puede decir también de La Paloma en términos parecidos o superiores, están haciendo del 60 al 70 por ciento de la producción al exterior. Y además con algo muy importante, y es que por esa crisis que hemos hablado de 2008 resulta que veníamos fabricando muy buen ladrillo todos los fabricantes españoles y al quedarte sin mercado y levantar los ojos te has dado cuenta de que estaba el mundo por ahí. Y ahora se está vendiendo no porque seamos los chinos de ladrillos, porque lo vendamos barato, sino por la calidad y por ser productos exclusivos y con colores que no tienen otros. En fin, calidad reconocida. Todo eso ha hecho que en Estados Unidos haya obras españolas en la Quinta Avenida, en Londres, en Irlanda, en Canadá, en Nueva Zelanda, en Corea... Ha sido muy importante para algunas fábricas que quedamos del mundo de ladrillo caravista y la teja. Y no lo extiendo al mundo del ladrillo convencional y tosco, del hueco doble o la tabiquería, esta última un tema en el que se trabaja para dar soluciones pero que está perdido prácticamente por la competencia del cartón.
—Una de las cuestiones sociales más complicadas de hoy día es el precio de la vivienda y la capacidad de acceder a ella ¿Cuál es la opinión del sector sobre los actuales precios de la vivienda? ¿Creen que son los adecuados o están disparados?
—Están disparados, eso lo sabemos. El precio de la vivienda es un bien inasequible para la mayoría de la población. Esa base la tenemos que centrar. Yo creo que es un precio muy alto, pero lo es porque el suelo vale mucho y porque los materiales valen dinero claro. Lo que pasa es que se da la controversia entre lo que lo que genera una clase media, una clase más baja a nivel de ingresos, con lo que se pide por la vivienda. Ahora, en cualquier sitio una vivienda vale 300.000 euros, y eso es una barbaridad, pero no porque no lo valga la vivienda, sino porque lo que no tiene la gente es capacidad para comprar eso. Más ahora con el aumento de los tipos de interés de las hipotecas.
La Paloma compra Cerámica Malpesa
Dentro del sector de las tejas y ladrillos, una de las noticias más destacadas en las últimas semanas ha sido la compra por parte de La Paloma Cerámicas, líder en fabricación y comercialización de ladrillo caravista en España y situada en el término municipal de Pantoja, de la adquisición de la prestigiosa Cerámica Malpesa, situada en el municipio jienense de Bailén. Según una nota informativa de la empresa, con esta compra La Paloma Cerámicas «amplía su gama de productos para poder ofrecer el portafolio más completo del mercado, incluyendo ladrillos caravista, ladrillos prensados, adoquines cerámicos y sistemas constructivos como Termoklinker, Iris o Maps». Se trata de «productos de gran calidad con demanda tanto a nivel nacional como internacional y responsables con el medio ambiente gracias a sus políticas de uso eficiente de los recursos y la minimización de los impactos ambientales».
Los tres centros de producción de Cerámica Malpesa de Bailén «seguirán en pleno rendimiento y operando como hasta ahora. De esta manera, La Paloma asegura la continuidad de la marca y la estabilidad de todos los puestos de trabajo».
Se trata de un movimiento clave y estratégico en el mercado de la cerámica que, según Julio Pascual, director general de La Paloma Cerámicas, «nos llena de entusiasmo tener la oportunidad de integrar la experiencia y el know-how de Cerámica Malpesa en nuestra cartera de productos para satisfacer las necesidades y expectativas de nuestros clientes».
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