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El damasquinado de Toledo. Por su declaración como Bien de Interés Cultural

Sería muy deseable la creación de talleres municipales y la introducción de ciclos de FP de grado medio de damasquinado, cincelado y repujado

Luis Peñalver Alhambra

Toledo

Si hay un arte con el que se identifica la ciudad de Toledo, ese es el damasquinado. Un arte tan precioso como amenazado en nuestros días. El problema es complejo y debe ser abordado desde distintos frentes. En primer lugar, se requiere una regulación eficaz por parte de la administración que proteja la pureza y la autenticidad de esta artesanía, la cual, si ha de merecer este nombre, tiene que estar realizada manualmente, distinguiéndola de esos otros productos fabricados por procedimientos mecánicos o electrolíticos que inundan los escaparates de nuestra ciudad.

Un esfuerzo por parte de las autoridades locales y regionales que debe contar con la necesaria colaboración de los comerciantes, pues son estos los que tienen que poner en valor unos objetos que han hecho mundialmente famosa a la ciudad del Tajo, dándolos a conocer a los miles de turistas que nos visitan todos los años.

Por otra parte, sería muy deseable la creación de talleres municipales de damasquinado que tuvieran continuidad en el tiempo, así como la introducción en el plan de estudios por parte de la Consejería de Educación y Cultura de ciclos de formación profesional de grado medio de damasquinado, cincelado y repujado, recuperando la importante labor que desde comienzos del siglo pasado desempeñó para la ciudad de Toledo la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, como una forma de canalizar profesionalmente las inquietudes artísticas de tantos jóvenes.

Proteger, conocer y difundir un arte tan exclusivo son los objetivos que se ha propuesto la Fundación Damasquinado de Toledo (https://damasquinadodetoledo.org), una institución nacida sin ánimo de lucro hace tres años y presidida por el maestro damasquinador Mariano San Félix. Entre sus actuaciones, están las de investigación, formación y publicación.

En este momento, uno de sus mayores empeños es el de promover la declaración del damasquinado toledano como Bien de Interés Cultural (BIC), reconocimiento oficial tan deseable como necesario, por el mayor nivel de protección que conlleva y como paso previo a una reivindicación más ambiciosa, la misma que consiguió la cerámica de Talavera de la Reina en 2019: la declaración por la Unesco del damasquinado de Toledo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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