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quintanar de la orden

Antonio, el testigo protegido 110915 que desarma la coartada de los dos acusados de planear el crimen de una mujer: «¡La traéis atada y os vais!»

tribunales

El confidente de la Guardia Civil conoció en prisión a uno de los procesados y avisó de la presunta confabulación a la UCO, que montó un operativo con escuchas telefónicas y grabaciones para detenerlos

José Benito y Sebastián, los imputados, culpan a Antonio del rapto y la muerte de Marta, quien declaró detrás de un biombo en la primera jornada del juicio

José Benito y Sebastián, a la derecha, antes de comenzar el juicio manuel moreno
Manuel Moreno

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Al testigo protegido 110915, clave en este caso, se le vio muy suelto en la sala noble de la Audiencia Provincial de Toledo, donde este miércoles se celebró la primera de las dos sesiones en las que se juzga si José Benito y su amigo Sebastián planificaron el crimen de Marta en Quintanar de la Orden (Toledo) en 2015.

Con un testimonio trufado de un lenguaje distendido, seguramente no hubiera hecho falta el biombo blanco que se desplegó para que los acusados no le vieran la cara mientras declaró. Su identidad no era un secreto y el presidente del tribunal, Juan Ramón Brigidano, le advirtió que se iba a dirigir a él por su nombre de pila. Antonio había sido citado continuamente en la sala por los dos procesados, que lo habían culpado, un rato antes, de idear el plan terrorífico: el rapto, la violación, el asesinato y el entierro en un foso de la mujer que rechazó a José Benito, con quien no quiso una relación sentimental.

Sin embargo, los guardias civiles expertos en secuestros que los arrestaron; su confidente y la presunta víctima desmontaron la coartada de los acusados, a veces inaudibles para los periodistas por los ruidos procedentes desde la calle. «José me dijo que se había enamorado de mí, que quería ser mi pareja y yo le respondí que me gustaban las mujeres y que tenía pareja», reveló Marta, quien acabó marchándose de Quintanar de la Orden. Tras el biombo blanco, ella contó que se sintió acosada por José Benito, aunque él lo negó, y describió su comportamiento violento después de que le repitiera que no quería nada con él, más allá de una amistad.

A la UCO

El testigo protegido y José Benito, condenado a diez años de prisión por una agresión sexual, se conocieron en la cárcel Madrid VI, en Aranjuez. Con el tiempo y ya en la calle, según contó Antonio al tribunal, recibió una llamada telefónica de José, quien acabó proponiéndole el crimen de una mujer que le había dado calabazas. «¡Me la traéis atada y os vais!», dijo que le espetó el procesado, considerado el principal artífice por las acusaciones. Recibiría alrededor de 20.000 euros, a repartir con Iván, testigo protegido 110916, que está ilocalizable y no acudió a la sala.

Después de conocer las intenciones de José Benito, Antonio se lo sopló a la Guardia Civil, concretamente a la Unidad Central Operativa. «Con la UCO llevo algunos casos muy especiales a nivel nacional», añadió ufano el testigo 110915, que se ofreció a contarlos al tribunal. «No es necesario», contestó su presidente.

Para Antonio, José Benito llevaba la voz cantante y 'el señor chatarrero', como lo llamó, estaba manipulado, «intimidado», durante las reuniones que mantuvo con ellos, ya bajo el control de la UCO, que montó un operativo con escuchas telefónicas y grabaciones para detenerlos más tarde. José Benito «tenía ansiedad por esa mujer», aseguró el delator, quien habló también de su carácter dominante y de que Sebastián no quería que el cadáver fuera enterrado en su chatarrería, sino «en el monte».

Ante el tribunal, el instructor de la Guardia Civil y otros investigadores de la UCO señalaron a José Benito y Sebastián como los coautores que planificaron el crimen, aunque el chatarrero se mostró reticente en algunos momentos. Las grabaciones y escuchas telefónicas lo corroboran. «No bromean; se desprende algo serio. José Benito toma las decisiones y Sebastián participa de igual forma», dijo un agente. «Había un peligro inminente para la víctima», aseguró el instructor del instituto armado, para quien Sebastián «era un sí, pero no»; esto es, ayudaría a José Benito por amistad, aunque intentó que depusiera su actitud, y se encargaría de hacer desaparecer el cadáver después de utilizar algún tipo de anestesia para raptarla.

Sin embargo, los dos acusados habían mantenido en su comparecencia que todo fue idea de Antonio, «yo creo que por pitorreo», apuntó José Benito, quien negó que fuera agresivo con Marta. «Nunca me enfadé con ella», aseguró el acusado, que puede mentir o no decir la verdad, ya que prima el derecho a defenderse. «No me consta que José Benito se sintiera atraído por Marta», afirmó su amigo Sebastián, quien aludió a Antonio: «Cuando me habló de secuestrar a Marta, le dije que era una locura; no sé por qué quería cometer esa tontería».

Pero su coartada fue desarmada por la Guardia Civil, Marta y el testigo protegido 110915, quien no aclaró qué contenía el 'pen drive' del que se habló en la primera sesión y que aseguró que no recibió cuando le preguntó el ponente del tribunal, Urbano Suárez.

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