ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
Antonio Gala. Ser uno el poema
El poeta, que «apoyaba su vulnerabilidad en sus más de 3.000 bastones» -uno de ellos de las Mondas de Talavera- era «metafórico en todo como el poema, Gala no mentía, sólo que cuando figuraba, desplazaba»
Rafael Morales: «Cartas de los amigos que llenan un poco el alma»
![Poeta retratado por el también castellano-manchego y autor de teatro Francisco Nieva. Se expone actualmente en la sede de la Fundación Antonio Gala en Córdoba.](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/01/30/cruz1-RLSrHiKnRYXcb69cnlsFx6H-1200x840@abc.jpg)
Hace ya casi un año que nos dejó Antonio Gala y aún se puede sentir su ausencia. Estoy segura de que su estela será con el tiempo cada vez más brillante y hermosa. Gala se reinventaba a cada paso, versionaba, producía asombro, provocaba extrañeza, nunca dejaba indiferente. Él era arrebatador, irónico en el humor, y hasta cuando se enfadaba resultaba enternecedor. A veces podía parecer ridículo, excesivo, inapropiado, desmesurado, surrealista, fuera de lugar. En el fondo era un tímido extrovertido de los que cuando te dicen imbécil es porque te aman. A Jesús Quintero, al que adoraba, le llegó a llamar «iletrado», «promiscuo», «cabra hispánica», «chulo», «desleal», «infiel», «estúpido», «vieja pelleja», «analfabeto» e «idiota». En una sola entrevista.
Gala cuando hablaba declamaba, con qué arte se declaró «libre del cáncer de colon». Hasta de viejo fue hermoso, encandilaba a las damas más añosas, era un diestro entretenedor, un pícaro, un fabulador. Su atractiva personalidad, la disparidad de sus contradicciones que tan bien resolvía con la media sonrisa y el rutilar pícaro de sus ojos tiernos. Gala era humano y divino, peculiar, un nato seductor, un coqueto engominado de peinado ensortijado a lo señorito andaluz, que apoyaba su vulnerabilidad en sus más de 3.000 bastones, los que se apiñan como erectas angulas en los muestrarios de su fundación y dos habitaciones más. Fue escritor, autor de teatro, también poeta, pero sobre todo fue poema, un poema con patas, emotivo, presumido, ególatra, divertido. Andaluz de Brazatortas, daba risa y daba gloria. Nunca nos abandonará su memoria.
Gala nació en Brazatortas (Ciudad Real), destino de su padre médico. Y allí le nombraron ya con desmesura megalómana: Antonio Ángel Custodio Sergio Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de Todos los Santos. Cuando tenía 9 años la familia se trasladó a Córdoba, ciudad a la que amó desbordadamente renegando de su natural torteño, «yo de Córdoba, no nos engañemos». Así que visitar Brazatortas e indagar sobre Antonio es también un poema. Unos le rechazan: «lo que hay que ser es buena persona y no renegar de donde naces», otros muestran la casa donde nació con orgullo: «ahora pertenece a las herederas de un familiar mío, que la compró, allí en el balcón de arriba a la izquierda fue donde nació Gala», otros hacen gala de una ficticia indiferencia: «no sabemos nada, trabajamos pero no somos de aquí, el alcalde no está», otros le defienden: « yo soy familia y lo que pasó con Antonio es que alguien muy notorio tiempo atrás quiso hacerle un homenaje en el pueblo corriendo él con todos los gastos, y la corporación se negó, lo que le dolió mucho e hizo que no quisiese venir por aquí», otros dieron cuenta de su educación: «tenemos aquí la partida de bautismo, pero no puedo darle ningún dato sin permiso del Arzobispado porque es un documento privado», otros se interesaron por mi persona con nombre y apellidos: «dígame sus datos y ya le enviaremos una respuesta sobre la partida de nacimiento de Antonio Gala», y otros fueron sencillos y encantadores, como Fabián, el hijo del ebanista en tiempos de Gala, que me contó cómo su padre había recibido una carta del escritor, «yo mismo la leí», solicitando un bastón tallado por él, para su colección, bastón que su padre le entregó, «lástima no haber guardado esa carta».
![Fabián, vecino de Brazatortas en la actualidad, muestra uno de los bastones que esculpía su padre, ebanista en esa localidad en tiempos de Gala, al que el poeta encargó un bastón para su colección.](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/01/30/cruz2-U28720240614JJD-760x427@abc.jpg)
Un tipo de contrastes, Gala era andaluz de Brazatortas, y niño bien de izquierdas: se opuso a la Otan, se declaró antifranquista, antifascista, y «socialista desencantado», antijudío y amigo de los árabes y de los rusos soviéticos. Pero ni era perro-flauta ni llevaba palestino petrolífero. Era «elegante, distinguido, aristócrata», decía de él Concha Velasco, usaba pañuelos finos, pisa-corbatas joya, gemelos auríferos, chal de pura lana virgen, jerséis de lino y bastón de noble empuñadura. Él nunca salió del armario porque lo suyo eran «vestidores» y presumía de ama de cría constantemente: «me iban a llamar Martín, pero mi ama de cría se negó, su niño no podía ser una martingala» (de mente simple), «mi ama de cría decía por ahí que yo no había salido patriota», «mi ama de cría le puso música a un villancico mío», «Amalia (su ama de cría) me salvó del suicidio en mi adolescencia».
Metafórico en todo como el poema, Gala no mentía, sólo que cuando figuraba, desplazaba. En este ejercicio poético por un encaje hermoso, desplazó 6 años la fecha de su nacimiento, del anodino 1930 al armígero 1936, y unos 130 kilómetros el lugar, de la rural Brazatortas a la Córdoba califal. También desplazó 17 grados la meteorología extrema de Córdoba: «tengo una foto al lado de un termómetro en Córdoba que marca 64ºC». Extremadamente hábil con el lenguaje, lúcido orador, «poeta siempre», él no contaba medias verdades, hacía sinécdoques, tropos, sustituciones: «cuando llegó el Adonáis…», dijo del áccesit por «Enemigo Íntimo» en 1959. Lo suyo no era exageración, sino hipérbole, por eso cuando hablaba, fascinaba. Como el poema cuando es bueno, y él era muy bueno.
Gala fue más trova que trovador, un poema precoz, tan primigenio como la misma lengua. Con 5 años escribió un relato sobre un gato y con 7 una obra de teatro, con 15 comenzó sus estudios en la Universidad de Sevilla en Derecho y se aburrió tanto, que escribió ya su epitafio: «Murió vivo». Y vivo estaba cuando lo escribió por que le dio tiempo a ganarse otras dos licenciaturas, la de Filosofía y Letras y en Ciencias Políticas y Económicas por libre. No contento con esto, emprendió una oposición a nada menos que abogado del Estado, «todo por amor a papá», «pero yo escribía poemas detrás de los folios de derecho tributario» y, como el papá nunca se daba por satisfecho, se lio la manta a la cabeza, lo dejó todo e ingresó de cartujo en el Convento de la Defensión de Jerez. Duró poco allí porque le echaron: «tu voz no puede ser nuestro silencio», le dijo el prior del convento y Gala se fue consternado y desubicado.
![Los famosos bastones del poeta, que se exhiben en la Fundación cordobesa. Hay uno de las Mondas de Talavera.](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/01/30/cruz3_20240130140311-U83843073175DQh-760x427@abc.jpg)
Exuberante en todo, Antonio fue muy prolífico, pero además muy leído, muy vendido –hasta en poesía- y muy premiado. En 1999 recogió, con sus más y sus menos, la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha, que hoy se muestra en la exposición de la Fundación en Córdoba. Y él estaba encantado. En 2012 acudió enfermo a recoger su último premio en la Universidad de Alcalá de Henares: «Contados los premios recibidos, suman 499, deciros que no pensaba venir, pero dije, redondeemos». Recogió su 500 premio, «501 es una ordinariez»-dijo-, llamó asesino al fundador de la excelsa institución, el que fuera arzobispo de Toledo y primado España cardenal Cisneros y el público le aplaudió desaforadamente. Al fin y al cabo, para él la Historia era «colocar material de construcción». Y cada cual lo coloca como quiere.
Si el poema emociona, y el humor es una emoción, Antonio Gala era un quedón con toques de seductor. A los periodistas les decía cosas como: «puedo morirme ahora mismo, espero que no se asuste y haga cualquier tontería con ese aparato tan bonito que tiene, me refiero a la cámara» o «me divierte esta seriedad taciturna de sus compañeros mientras usted me entrevista», o «un escritor escribe como mira o como respira, aunque no tenga los ojos tan verdes como los suyos» o, «yo por usted me volvería caníbal». Quedaban rendidos, como rinde el poema al amante, «con el mortal abrazo de la serpiente» en verso suyo, listos para ser inoculados.
Como poema que era, Gala fue un vividor, un tenaz experimentador, hasta con la misma muerte: «a la muerte la conozco bien, he tenido dos muertes clínicas y si viene la saludo y le digo: ¡qué trabajo más feo tiene usted!». Hasta puede que acordara con ella el fatal acaecimiento, un 23 de mayo de 2023, fecha capicúa y coincidente con la Feria del Libro y las elecciones municipales, coronando así, con métrica mortal, su lirismo y su activismo. Poeta comprometido, sus artículos fueron controvertidos: le demandaron los Albertos por el «Caso Urbanor», el ejército por «Soldadito español», el gobierno por «Las viudas», la escritora Mercedes Fórmica por plagio y la comunidad judía por antisemita.
Pero a pesar de la extravagancia, de la afectación y la prosopopeya, Antonio Gala resultó ser un poema extraordinariamente lúcido. Su pensamiento, su oratoria, su gen lírico, forman parte ya del legado quijotesco español, dejando además una impronta de modernidad que aún sigue vigente y una herencia cultural para nuestros jóvenes: la Fundación Antonio Gala en Córdoba cuyo lema no puede ser más poético, ni dar mejor cuenta de su amoroso afán: «Pone me ut signaculum super cor tuum», (Ponme como un sello sobre tu corazón).
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