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El Greco y la arquitectura (II)

Arquitectura y arquitectos en Roma

El Greco y la arquitectura (II) abc

por antonio illán illán y óscar gonzález palencia

Tras el valioso aprendizaje veneciano, el Greco se traslada a Roma , con el consabido salvoconducto de Giulio Clovio, que sería la llave de acceso al palacio de los Farnesio. Ya hemos mencionado en un artículo anterior cómo la sugestión que Venecia suscitó en El Greco no fue un sentimiento análogo al que le despertó la ciudad eterna. Sin embargo, no conviene extremar los juicios más allá de la conciencia de un creador que se conduce y se ve a sí mismo como un humanista, y que, en la dialéctica intelectual constituida por el dibujo como elemento básico de la pintura, defendida por la escuela romano-florentina, y el color con esa misma estimación por parte de la escuela veneciana, El Greco toma partido a favor de la segunda de las opciones. Es en ese contexto en el que cabe entender su oposición a Miguel Ángel, de la que ya nos ocupamos.

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Muy al margen de todo ello, la Roma que se abre ante El Greco es la ciudad que se repliega en torno a la Contrarreforma, y quien dicta norma arquitectónica pautada por los decretos de Trento es Vignola, uno de los nombres señeros del Manierismo arquitectónico, que, probablemente, convivió con El Greco, puesto que ambos artistas estaban bajo la protección de los Farnesio. Al de Vignola, debemos unir el nombre de Pirro Ligorio, igualmente ligado al cenáculo farnesino. Sin especular con más o menos verosimilitud sobre el contacto directo de todos estos artistas sobre nuestro pintor, lo cierto es que no cabe duda de su influjo , revelado en las consideraciones que el propio pintor haría ya en Toledo, en plena madurez creativa y vital, y recogidos no solo en el Vitruvio ya mencionado, sino también en Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos de Giorgio Vasari, en un ejemplar que le fue regalado por Federico Zuccaro en 1586, artista, por lo demás, discípulo de su propio hermano, Taddeo, a quien auxilió, por ejemplo, en el palacio de la Villa Caprarola, propiedad…de los Farnesio.

Debemos subrayar, por tanto, que es en el ámbito de erudición y refinamiento de los Farnesio donde El Greco termina de hacer de la arquitectura un saber auxiliar de su actividad pictórica, de la que se nutre para solventar determinados obstáculos expresivos, y que la arquitectura, entre todas las artes, es, según su criterio, la que mejor encarna ese universalismo que hoy denominamos interdisciplinariedad y que no es la menor de las razones que hacen de El Greco un artista con tan extraordinaria vigencia; según su idea, el arquitecto debe trascender el campo de la construcción para «dominar la geometría, la astrología, la música, y otras disciplinas y artes, superar la condición de arquitecto para llegar a ser matemático y filósofo» .

Actividad arquitectónica en Toledo

Si el periplo realizado desde Candía a Venecia, a Roma y a otras ciudades de la península itálica tienen un carácter formativo para El Greco también en el campo de la arquitectura, el establecimiento definitivo del pintor en Toledo tendrá efectos no solo en la las fases finales de la conformación de su sensibilidad estética, sino que también ofrecerá resultados tangibles: El Greco crea su propio taller y acepta encargo para el diseño y la ejecución de retablos. Pero cabe preguntarse cómo es la ciudad que recibe a El Greco y hasta qué punto prende en la vena creativa del pintor ese espacio urbano. Lo cierto es que el Toledo que acoge a El Greco es una ciudad objeto de estudio humanístico, síntesis de estilos, escenografía de diversas culturas, vestigio de civilizaciones superpuestas como una estratigrafía cultural en la que pudiese leerse la historia misma. Recuérdese que, en 1551, se editaría la Historia o descripción de la imperial ciudad de Toledo de Pedro de Alcocer, con el enfoque humanístico que permite que se reserven páginas para lo sacro y para lo profano, para lo imperial y para lo eclesiástico… A los ojos, el Toledo que se ofrece a El Greco es, por tanto, ecléctico, y, en su fase coetánea, apreció la arquitectura renacentista de Alonso de Covarrubias, el magisterio de Serlio en la obra de Francisco de Villalpando, y la menos apreciable impronta de Hernán González y de Vergara el Viejo. Los modelos manieristas quedaron ensombrecidos por la irrupción de Fernando de Herrera que ejecutaba la pauta neoclasicista de Felipe II. Con independencia de que el debate entre la ornamentación manierista y el clasicismo redivivo estaba ya obsoleto para El Greco, la contemplación de Toledo por parte de el cretense fue la de una ciudad medieval que se modernizaba con una traza ejemplar , a la altura de su condición de ciudad regia, que concentraba el poder imperial y el eclesiástico y que se prestaba a la mitificación… Toledo era una síntesis urbana, perfecta para un artista sincrético.

En la conformación de su taller, la aceptación de retablos fue decisiva para la organización del trabajo y para la elección del perfil de sus colaboradores, como tendremos oportunidad de tratar. Entre esos encargos, se cuentan algunos de la magnitud del conjunto de Santo Domingo el Antiguo, el primero de todos ellos, que data de 1577, sujeto, más tarde a la modificación de Monegro; e l retablo completo de la iglesia de San Andrés de Talavera la Vieja, en la provincia de Cáceres, pero perteneciente a la archidiócesis de Toledo, proyecto de 1591, muy dañado por los efectos de la Guerra Civil; en 1596, el retablo central del Colegio de la Encarnación, fundado por María de Córdoba y Aragón, que quedó destruido durante la Guerra de la Independencia; en 1597, el retablo de la capilla de San José, en Toledo; en 1603, el retablo del colegio de San Bernardino ; en el mismo año, el retablo central para la capilla mayor; en 1607, el retablo de la capilla Oballe de la Iglesia de San Vicente en Toledo ; y, en 1608, l os tres retablos del hospital de Tavera…

Sin tomar en consideración los avatares en que se vio envuelto en todos estos encargos – asunto sobre el que fijaremos nuestra atención en un futuro próximo -, y lo escasamente innovador de su producción arquitectónica – o « architetónica» – l o cierto es que este breve repaso realizado sin ánimo de exhaustividad demuestra que la arquitectura fue asunto y ocupación de primera importancia en la vida de El Greco.

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