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Beneyto, artista doble

Duplicidad o totalidad, porque las dos palabras valen para definir la personalidad artística de este albaceteño residente en Barcelona de profusa producción pictórica. Pero también literaria: poesía, cuento, libro de viajes...

POR AMADOR PALACIOS

Antonio Beneyto es un artista albaceteño que lleva residiendo en Barcelona desde 1967, viviendo y trabajando en el Barrio Gótico de la capital catalana, aunque no por ello está desvinculado de su ciudad natal, siendo estrechos los lazos amistosos y culturales que a su villa le unen; en la actualidad es jefe de redacción de la revista Barcarola , editada en la urbe más poblada de Castilla-La Mancha. Beneyto es el creador de una profusa producción pictórica (también es escultor) que ha sido expuesta en más de un centenar de localidades, tanto españolas como europeas y asimismo fuera de nuestro continente, mostrándose su obra en las más importantes ciudades de España y en muchas otras de Italia, Francia, Portugal, Polonia, Andorra, Suiza, Alemania, Estados Unidos (varias veces en Nueva York), Nicaragua, Chile o Guinea Ecuatorial. Y, por supuesto, en todas las provincias castellano-manchegas y, con mucha abundancia, en Barcelona.

Pero su vasta producción no se circunscribe sólo al mundo de la forma. También Beneyto es autor de libros desarrollados en varios géneros: la poesía, el cuento, la novela, el ensayo, el libro de viajes, la antología de textos (tanto poéticos como de narrativa), la monografía artística, la entrevista, el diario, el epistolario. Como escritor e ilustrador ha colaborado en numerosas revistas literarias de España y del extranjero: poniendo sólo unos cuantos ejemplos, Papeles de Son Armadans , la prestigiosa publicación dirigida por Camilo José Cela en Palma de Mallorca, las madrileñas La Estafeta Literaria, Ínsula e Índice , la inmejorable publicación barcelonesa Hora de Poesía , auspiciada por el poeta y cirujano Javier Lentini y de la que Beneyto fue su asesor artístico. A las que hay que añadir Quimera , Asimetría o Poiesis , de Barcelona, Escandalar , de Nueva York, Nuevo Pensamiento , de Atenas, Literatura na Swiecie , de Varsovia, o la californiana Luz en Arte y Literatura . Sus escritos han sido traducidos al polaco, al inglés, al griego, al portugués, al lituano y al francés. En 1994 coordinó y editó la suculenta obra de Luisa Sofovich, viuda de Ramón Gómez de la Serna, titulada La vida sin Ramón .

Su completo quehacer literario, acuñado siempre en una veta independiente y heterodoxa, queda muy bien sintetizado en el conjunto de trabajos agrupados en su libro Escritos caóticos , publicado en 2009. La primera parte comprende un grupo de artículos dedicados a grandes personajes que constituyen la preferencia del autor: Brossa, Cortázar, González-Ruano, Cirlot, Pizarnik, Michaux, Ory, Cela, Arrabal, Baroja y algunos más: Conde de Lautréamont, Macedonio Fernández, Oliverio Girondo, etc. Una segunda parte versa sobre poetas griegos contemporáneos, yendo junto al comentario de los mismos traducciones de poemas realizadas por Beneyto ayudado por el nativo Dafni Alejandrou. Los dos siguientes apartados hablan de una serie de artistas que, aunque nos resulten desconocidos al común (Eugenio Comencini, Alejandra Musielak, Koichi Sugihara…), nos conmueven y apasionan gracias a la gracia expresiva que utiliza Antonio Beneyto describiendo las singulares experiencias en torno a esos artistas. Un artículo de este trecho, dedicado al Joan Miró poeta, está escrito directamente en catalán. La sección última comprende unos fragmentos de un diario redactado, en parte, durante un viaje que el artista realizó a Varsovia para exponer sus obras, escribiendo desde el apartamento 237 del número 3 de la calle Bagno situado en un decimoquinto piso. Preparando su viaje a Polonia, medita dulcemente, mientras llueve, en su estudio del Barrio Gótico, reflexiones que vierte en una fresquísima y cálidamente comunicativa expresión: «Sobre mi barrio llueve, al tiempo que las callejuelas empiezan a ser toda una fiesta. La Fiesta de la Mercé está ahí, sólo a unas pocas horas. Y entonces toda Barcelona bajará a mi barrio. Principalmente la gente joven. Y qué hermosas las niñitas adolescentes, con sus culitos respingones, como corazones ardientes, y su piel dulce como la miel, y tersa como una sábana al viento del sol… y la alegría siempre en la mirada. ¡Ay, qué derroche, ay, qué borrachera!».

Beneyto parece partir de esta frase de Heráclito: «El arte es vida y la vida es transformación», queriendo percatarse, y queriendo que nos percatemos, de la perfecta simbiosis, intercambiable, entre los fundamentos de vida y arte. Su estilo sugiere en muchas ocasiones el de la generación beat, con esa contundente acometida del contexto urbano y de modernidad que de seguro está influida por el sin par ambiente que Barcelona le brinda. En sus escritos, Beneyto nos ofrece pistas muy curiosas, como la constatación de que la vanguardia fue pionera en España y Rusia, dos países a los que, en efecto, tantas veces se les encuentran fuertes parecidos. Y de Oliverio Girondo nos descubre estos tan atípicos versos dedicados a Toledo: «Hidalgos que se alimentan de piedras y de orgullo, / tienen la carne idéntica a la cera de los exvotos / y un tufo a herrumbre y a ratón.»

Antonio Beneyto pertenece a la clase de artistas que usan el pincel, el buril, la pluma con equiparable maestría: un caso máximo es Dalí, tan buen escritor como pintor. Otro caso notable es Erik Satie, músico genial y sorprendente y divertido escritor. El pobre Alberti vivía básicamente de los cuadros que «colocaba» a quienes iban a visitarle a Roma. Nuestro gran dramaturgo Francisco Nieva fue primero pintor antes que escritor. Para estos creadores, prima la versatilidad y una exacta y firme intención artística acogida, ¡da igual!, por la línea, el color o la palabra. Antonio Beneyto acaba de clausurar este año una exposición itinerante por varias ciudades francesas donde muestra sus dibujos realizados en ejemplares de su biblioteca particular, fundiendo así la elocuencia envolvente y lenta (temporal) que anuncian los títulos literarios, con la impresión instantánea (espacial) del trazo fresco y espontáneamente medido en una singularidad asombrosa. La pintura de Antonio Beneyto se dota de un dinamismo que procede del resultado que da una realidad estremecida, multiplicando, por tanto, la realidad en muchas y sinuosas realidades. Es un artista que hoy sostiene la antorcha del Postismo, ese movimiento español de mediados del pasado siglo, fundado por Eduardo Chicharro y Carlos Edmundo de Ory, que exhibió no sólo vanguardia, sino que propuso una enseñanza artística no sujeta a lo circunstancial y siempre duradera, una auténtica y válida apuesta aliviadora basada en el juego constante del creador con su obra y con el mundo, cimentada en la euritmia, o buen ritmo. En el vistoso volumen Beneyto, creador postista (March Editor, Barcelona, 2002), el estudioso de las vanguardias Jaime D. Parra afirma que el arte eurítmico de Beneyto se basa «en el sentido de la totalidad, en la harmonía, en la vivencia, y en buena parte en el ritmo y en el movimiento, como si el gesto aeriforme se instaurara como una sinfonía eterna.» En el mismo libro, el prolífico novelista Javier Tomeo comenta que las criaturas del mundo de Beneyto «consiguen convencernos de que existen otras realidades que, por lo menos, merecen la pena soñarse.»

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