Cómo superar la sensación de vacío emocional
La psicóloga y sexóloga Ana María Ángel Esteban, colaboradora de ABC, habla sobre las personas que no saben qué les pasa, que han perdido el control
Durante este último año o quizás más tiempo, una de las consultas más frecuentes que veo es la de personas que sienten que no saben lo que quieren, que ya nada les satisface, que disfrutan a ratos pero que en la base de su ánimo está la sensación de incertidumbre que muchas veces te paraliza , la sensación de «no saber» cómo sigues tu vida, ni siquiera este momento, la sensación de pérdida de control de ti y de tu contexto. No es una sensación bien definida ni un malestar objetivado, es algo muy difuso que crea angustia y desánimo. Es, como muchos expresan, sentirse atrapado en el tiempo, o en un túnel y no ver la salida. Es sentirse desconocido para sí mismo porque la mayoría no se habían sentido así antes y se sorprenden. No saben lo que les pasa ni por qué, no son capaces de atribuirlo explícitamente a algo concreto. Sienten que tienen todo pero les da igual.
No encontramos, a diferencia de otras veces, nada dentro de nosotros de lo que poder tirar para sentirnos mejor. Quedar con amigos como antes ahora no nos sirve, hacer cosas gratificantes como antes, ahora no nos sirve…es una de las peores sensaciones saber que cuentas con muchos recursos, los de siempre, y ahora no te sirve ninguno. Es un malestar continuo del que no puedes salir ni sabes cómo. Nada te consuela.
Es más frecuente y llamativo en personas que no son depresivas , porque para los depresivos este es un estado habitual en distintos grados. Está ocurriendo en personas que suelen ser fuertes, resilientes, de ánimo estable, y sin antecedentes psicológicos que justifiquen estos episodios.
Estos años de pandemia nos han afectado a todos y hemos visto en muchas ocasiones cómo era posible que de un día para otro tus planes, ilusiones y tus seres queridos desaparecieran, así sin más, sin poder hacer nada para evitarlo. Todo este tiempo nos ha creado una sensación de indefensión, que ha producido un aprendizaje, en muchos casos, de no servir para nada lo que pudiéramos intentar, hacer, pensar… Justo lo que en otras situaciones sí hubiese podido ser eficaz, ahora es indiferente y nos crea, nos ha creado unas frustraciones inmensas. Nos ha hecho tambalear la percepción de autoeficacia y en parte la autoestima. Día tras día y unos más que otros, se han enfrentado a situaciones donde la impotencia ha sido la protagonista y donde todo su esfuerzo ha servido para poco o casi nada. Y en este grupo de personas, de las que veo en la consulta, un porcentaje alto son sanitarios, y son éstos precisamente los que están recuperándose antes por volver a tener una actividad sanitaria más normalizada.
Las conductas más típicas de «liberación» de este sentimiento, y no precisamente relacionadas con resolverlo, son los excesos. Se focaliza ese malestar y esa ansiedad en el consumo descontrolado de comida, tabaco, alcohol, sexo, actividad física... sobre todo éstas que son las más accesibles para tener en casa y en cualquier momento. Y es el pez que se muerde la cola porque esto va creando más insatisfacción en general y contigo mismo, que te das cuenta de cómo te estás metiendo más y más en algo que tampoco mejora la situación ni tu ánimo.
Este vacío emocional cuando «debuta» suele ser producto de no ver resultados sobre algo sobre lo que tenías unas expectativas en el tiempo. Ves que algo o varias cosas se alargan, que no puedes cambiarlo, ves que algo altera totalmente tus esquemas de futuro , ves que partir de cero es un esfuerzo tremendo de nuevo… y aparece esa frustración que te hace estancarte y no saber lo que quieres ya, te sabes necesitando algo y no sabes qué. Aparecen las desilusiones, las decepciones, las desmotivaciones... y repito, que en una persona que se sabe resiliente esto es duro porque se siente esta vez sin armas. Cuando los psicólogos decidimos que el apoyo social es importante, en estas situaciones se tiende a poner distancia también con amigos, familia… buscas y te metes en un caparazón y piensas «que todo pase». Te invade una insatisfacción e inseguridad con todo, que te desconoces y te rindes.
Y ante esta situación, hay dos opciones: una dejarse llevar y te hundes más y más o llegados a este punto es importante pedir ayuda. Hay que recolocar en tu cabecita todo lo que sin darte cuenta se ha venido abajo y hacerte ver y hacer salir nuevamente a la persona capaz, eficaz y luchadora que hay en ti.
Y como digo muchas veces, cuando el cuerpo habla (y esta es una forma de hablar extrema y clara) hay que replantearse cosas de tu forma de ser y de tu conducta día tras día: lo que haces, lo que piensas, lo que te hace sentir mal, lo que no quieres pero haces o consientes. hay que revisar esquemas mentales que están empujándote o forzándote a seguir una normas tuyas, que quizás a día de hoy sean desadaptadas y que ya te están creando malestar. Es el momento de rescatar a la persona que te gusta de ti y de obviar a la que te chantajea conductual y emocionalmente con miedos.
Toda esta sensación de vacío emocional es la expresión de algo más profundo dentro de ti que ahora por alguna razón sale, menos mal, para poder cambiar en ti lo que ya no te aporta nada . Empecemos antes de pedir ayuda, por ver lo bueno, lo positivo que siempre tenemos dentro y en nuestro alrededor.
Empieza por ver qué burradas y desahogos tienes del tipo comida, alcohol… e intenta eliminarlo radicalmente o marca solo unos momentos concretos. Te vas a sentir mejor con total seguridad. esta es una forma de retomar el control de tu vida y tu que eres de las que necesitas una guía, tuya, empieza por aquí. Esto es retomar el control sobre ti. Saca de tu vida cosas y personas que están solo para que tu les des, chupones de tu vitalidad y capacidad resolutiva. Elimina lo que y a quienes te hagan daño, así , de un plumazo. No pintan nada en tu vida.
Elimina actividades que te sobrecargan, ten una medida más real sobre lo que haces y te impones. No eres más ni mejor por exigirte más, porque además te la juegas en los resultados y la frustración llamará a tu puerta. Date cuenta de que te exiges siempre y que pocas veces estás totalmente satisfecha con el resultado.
¡Para!, o ya ves que la vida te para. Parecer y obligarte a «parecerte» son sólo exigencias para agradar a los demás, para evitar criticas y autocríticas, para verte en lo que «debes» y para sentirte mal continuamente si no lo consigues.
Tu autoestima parece que no está muy allá si este es tu caso.
Es hora de hacer lo que te apetece y de lo que realmente estás convencido sin dañar a nadie y de no hacer lo que sabes que te hará sentir mal por hacerlo una vez más siempre por algún «miedo a». Ya comentaba en el artículo anterior sobre la necesidad de expresar lo que nos hace sentir mal. Ahora tenemos que ir más al fondo y con más firmeza. Este vacío emocional que sientes hace necesario que por fin seas más práctica a nivel emocional, que en el fondo es inteligencia emocional, y la nueva forma de vida que nos espera, ahora la vamos a crear nosotros, siendo en todo lo que podamos nosotros, los experimentados ahora en lo que sí y en lo que no .Unas personas renovadas y honestas con nosotras mismas y hasta mejores personas.
Y en lo que tanto tienes alrededor que no puedes controlar, y que te ha hecho «estallar» , igualmente, selecciona lo que puedes controlar en mayor o menor medida y lo que por tu parte es imposible. No gastes energías en eso y si puede ser delega. Ganas en salud, en tranquilidad y en autoestima: «puedo no hacer lo que no debo y que me hace daño».
Ah, y si estás rodeada de situaciones problema sobre las que tu esfuerzo no está consiguiendo nada, te aconsejo que las aparques en tu cabeza porque como ya has comprobado solo te producen más malestar y ningún cambio.
Repito, aquí delega o aparca temporalmente.
Ah, y si te gustan las mascotas, en estas situaciones ayudan, así que es el momento.
Te he dejado unos consejitos para que te den pistas de por lo menos por donde empezar a salir de ese túnel que no es tuyo, pero sería recomendable, según vayas viendo, ayuda profesional.
Ana M Ángel Esteban es psicóloga clínica y forense
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete