Raül Romeva: «O asesoraron mal al Rey, o nos había estado engañando

—Simplemente no quiso intervenir.

—El proceso fue unilateral.

—Durante muchos meses intentamos sentarnos en una mesa con el gobierno del Estado español para hablar en qué términos podíamos democráticamente afrontar una cuestión que era de cariz político. En ningún momento hubo ninguna voluntad para sentarse a hablar.

—Se aprobaron leyes de desconexión. 

—Hay una formalidad, que es aprobar en el Parlamento lo que son los principios fundamentales de cómo se va a llevar a cabo un referéndum. ¿Es el escenario ideal? En absoluto. Lo ideal es uno en que tú acuerdas. Era la respuesta a un mandato político y democrático legítimo.

—La democracia no es solo voto, es respeto de la ley.

—Hacer un referéndum, incluso si es ilegal, no está contemplado porque se excluyó explícitamente del Código Penal. Creer que la legalidad pasa por un marco que excluye explícitamente una acción que no es delito es una percepción de la legalidad que puede ser un poco sui genéris.

—El Constitucional lo declaró ilegal.

—El TC es un órgano político. Y en ningún momento la Constitución prohíbe que el Parlamento pueda discutir sobre cuestiones que le parecen pertinentes, inclusive el derecho a la autodeterminación.

—¿Cuál era su ánimo tras el 1-O?

—La primera sensación es que 'hemos hecho algo que nos habían dicho que no se iba a hacer'. Y ahí se produce un punto de no retorno, de irreversibilidad, y una frustración al darnos cuenta de que ni será rápido ni será fácil.

—Fue un referéndum ilegal. 

—No.

—Se celebró en unas condiciones...

—Que no son las ideales, estamos de acuerdo, pero no por voluntad nuestra. Para los demócratas los conflictos políticos se resuelven votando.

—Votando en el conjunto de España.

—Eso ni siquiera se quiso discutir por parte del gobierno del Estado. ¿Quién vota en Escocia?

—La soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español

—Que debe haber una negociación con el Estado es evidente, pero ni siquiera se quiso hacer un referéndum no vinculante.

—La sociedad catalana está dividida.

—Y la española, y la europea, y la británica. Aquí hay una minoría que impide a una inmensa mayoría afrontar un problema de forma democrática.

—¿La culpa es sólo del Estado?

—No, toda no.

—La sociedad hoy está fracturada.

—¿Por qué cuando se habla de fractura se habla solamente de aquellos que no quieren la independencia?

—3 de octubre. ¿Dónde vio usted el mensaje del Rey?

—En el Palau de la Generalitat junto al 'president', al 'vicepresident' y a otros miembros del gobierno.

—¿Qué sintió?

—La percepción de que el Rey estaba abdicando, al menos con relación a su papel de soberano respecto a una inmensa mayoría de la sociedad catalana, y no hablo solamente de los independentistas. Dijo «no sois mis súbditos, yo no estoy aquí por vosotros». Es curioso, porque durante mucho tiempo me dio la sensación de que entendía un poco mejor que otros poderes del Estado la situación de Cataluña. Mi percepción ese día fue que, o lo han asesorado mal o todo este tiempo nos ha estado engañando haciéndonos creer que él entendía lo que pasa en Cataluña cuando no entendía nada.

—Defendió la Constitución y el Estatuto catalán.

—Aquí se equivocó, porque ni una cosa ni la otra. Si realmente quería defender la Constitución, tenía que haberlo hecho en 2010. ¿Y el autogobierno de Cataluña? Pero si está intervenido desde 2010.

—Se dirigió a todos los españoles.

—No, pronunció un discurso para los que ideológicamente compartían una idea concreta de España. Hay mucha gente que se sintió huérfana. Yo soy republicano, puedo tener un respeto personal pero no institucional.