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conferencia de embajadores

El Rey ensalza «la separación de poderes» en plena ofensiva de Sánchez a la justicia

Pide a los embajadores que sigan promoviendo el español, frente al empeño de Albares por oficializar el catalán

Felipe VI, esta tarde, en la clausura de la IX Conferencia de Embajadores EFE
Angie Calero

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En la clausura de la IX Conferencia de Embajadores, Felipe VI recordó a los 130 representantes de España en el exterior que «la democracia no es solo la conquista de una ocasión histórica, sino el fruto de una exigente y delicada labor diaria». Una «responsabilidad» que, según afirmó el Rey, «concierne a todos, autoridades y ciudadanos, de manera cotidiana, con acatamiento de sus normas y respeto a sus valores y equilibrios como la tolerancia, el pluralismo, la separación de poderes, la trasparencia y la rendición de cuentas».

Esta apreciación de Don Felipe a los embajadores se produce en el momento de mayor enfrentamiento del Gobierno de Pedro Sánchez con la judicatura, a cuenta tanto de las causas que salpican al Ejecutivo y al entorno personal del presidente, como los casos Ábalos, Begoña Gómez o el del Fiscal General del Estado, cuya imputación por el Tribunal Supremo desacredita constantemente, la última vez este mismo martes.

Don Felipe alabó, además, lo que él considera una «parte fundamental» del trabajo de los embajadores al frente de las jefaturas de misión: «La promoción y defensa de la segunda lengua materna del mundo, el español, con sus 600 millones de hablantes». Frente a los mensajes que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, han lanzado a los diplomáticos entre ayer y hoy —cuando les instaron a promover en sus respectivos países, sobre todo en las instituciones europeas, las lenguas cooficiales—, el Rey afirmó que «nuestra lengua común bien merece cada esfuerzo que hagamos para darle un protagonismo creciente en ámbitos tan críticos como la justicia internacional, la ciencia o las tecnologías de la información».

Un país «orgulloso de su Historia»

El Rey reconoció que «la comunidad internacional afronta grandes desafíos de seguridad, con guerras o conflictos» y otros «de no menor calado, como la pobreza extrema, el hambre, la emergencia climática, la desinformación (muchas veces desbordante y de difícil corrección) o el cuestionamiento de la democracia como forma de gobierno, incluso donde parecía fuertemente arraigada». Por ello Don Felipe apuntó de nuevo, como ha hecho en otras de sus intervenciones, que «los desafíos globales exigen respuestas globales» en las que «ha de ser posible la búsqueda del bien común», una máxima que el Monarca lleva tiempo pidiendo en el contexto nacional y que extrapola también al «vasto y convulso espacio de las relaciones internacionales». Un bien común, insistió, «compatible con el legítimo interés nacional o de bloques».

Ante este marco internacional, pidió a los embajadores que, en su desempeño por realizar «una política exterior sólida, coherente y con altura de mira» sigan ofreciendo «una imagen nítida y fiable» de España como un país abierto y «orgulloso de su Historia, sin negar sus capítulo oscuros», que cree en Europa y en un orden internacional basado en reglas.

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