Barreda, portavoz de los «renegados» de Zapatero
Sus opiniones sobre las decisiones del presidente evidencian el posible malestar de los barones del PSOE de cara a las autonómicas
No es la primera vez que el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, levanta ampollas en las filas socialistas e intenta sacar los colores a Zapatero. El «barón díscolo» del PSOE es, sin duda alguna, uno de los arietes de su partido, debido quizá a una excesiva sinceridad que le ha llevado a cuestionar sobremanera y en reiteradas ocasiones las decisiones de su jefe de filas.
El barón castellano-manchego sumaba ayer una más a su lista de «perlas» hacia Zapatero. Cuando, en Onda Cero , Carlos Alsina le interpelaba sobre si votarle a él era votar al presidente, el «verso suelto» salía rápidamente al quite para desmarcarse de la Ejecutiva central: «Yo me llamo José María Barreda». Minutos más tarde, el presidente de Castilla-La Mancha aseguraba que Zapatero, «o cambia de rumbo y toma medidas contundentes» o su partido acabará en el «camino al que se dirige, una catástrofe electoral».
Las palabras hoy de María Dolores de Cospedal, que se ha referido a las frases de su adversario asegurando que hay líderes del PSOE «muy asustados» por un posible castigo electoral y que «parece que algunos quieren abandonar el barco», abren la incógnita de que quizá Barreda sea sólo la opinión sonora de lo que se intuye como un descontento generalizado en el seno interno del partido.

Ciertamente, las últimas encuestas castigan duramente a dos de los feudos clave del PSOE de cara a los comicios autonómicos: Castilla-La Mancha y Andalucía. En territorio manchego, un sondeo otrogaba el pasado mes de abril la victoria a los populares con el 45,6% de los votos frente al 44,8% del PSOE. Mayoría absoluta para el Partido Popular y fin a 28 años ininterrumpidos de gobierno socialista. En el caso de Andalucía, si las autonómicas tuvieran lugar hoy, los populares obtendrían un 45,5% de los votos frente al 38,2% del PSOE. Siete puntos de diferencia.
Abandonar el barco como alternativa
El PSOE sabe que las encuestas no le son favorables y los barones, en concreto José María Barreda, podrían haber pensado que la alternativa más oportuna para poner freno a la ventaja del PP es desmarcarse de un líder altamente cuestionado y cuya credibilidad ha sufrido un nuevo varapalo con la victoria de Tomás Gómez en las primarias de Madrid el pasado domingo.
El líder de Castilla-La Mancha quiere evitar la «catástrofe electoral» a toda costa y, por ello, es posible que «abandonar el barco» capitaneado por el presidente sea una de las vías a contemplar. ¿Saltaría él solo por la borda? El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, espetó a Arenas hace algunos meses que «el que Zapatero sea malo no les convierte a ustedes en buenos» . La frase levantó ampollas entre sus compañeros y, a pesar de la irónica sonrisa que se le escapó al ex presidente andaluz, Manuel Chaves, dejó ver que Griñán tampoco comulgaba en exceso con las políticas del líder.
«Esos pelotas que le dicen sistemáticamente amén al jefe lo único que hacen es estrellarle»
Aunque velada, esta «rebelión» contra el jefe no sólo se ha producido en los principales feudos socialistas. En Cataluña , José Montilla, que ve como CiU podría obtener una aplastante victoria en las autonómicas del 28-N, tampoco quiere mostrar una excesiva unión con el jefe del Ejecutivo durante la campaña electoral. Aunque no hay críticas explícitas, la sentencia del Estatut y los enemigos de Zapatero en territorio catalán han hecho que el candidato a la Generalitat se haya descolgado del brazo del presidente.
También el lendakari vasco, Patxi López , reconoció en agosto que los barones del PSOE pueden estar preocupados por la debilidad del Gobierno y del propio partido . «Seguramente están preocupados por una situación en la que el Partido Socialista y el Gobierno pueden demostrar más fortaleza, porque la tienen», afirmó.
«¿Se siente un Pepito Grillo ante Zapatero?», preguntaba Ángel Expósito a Barreda en el programa «La lupa», de la 10 : «No tengo vocación de Pepito Grillo, pero me gusta decir lo que pienso» -minutos después, en esa misma conversación, aseguraba que Rubalcaba podía sustituir a Zapatero- «Lo que no voy a hacer jamás es guardar silencio cuando no estoy de acuerdo». Anoche se mantenía fiel a sus palabras: «esos pelotas que le dicen sistemáticamente amén al jefe lo único que hacen es estrellarle».
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