Los bandazos de Sánchez generan confusión en la relación con EE.UU.
El giro del Sahara, la compra de gas licuado, el reconocimiento del pasaporte kosovar o la acogida de inmigrantes contrasta con nuestra posición en Israel o el mar Rojo. España emite señales contradictorias
Albares reivindica la posición del Gobierno en el mar Rojo: «España toma sus decisiones de manera soberana»

El primer encuentro entre Joe Biden y Pedro Sánchez en junio de 2021, durante la cumbre de la OTAN, fueron los 29 segundos más analizados no solo por los medios de comunicación en España, también dentro del propio Palacio de la Moncloa.
Aquel breve paseíllo ... en Bruselas puso de manifiesto la poca influencia de España en la administración Biden, que por entonces estaba a punto de cumplir un año al frente de la Casa Blanca. Era un tiempo razonable como para que se hubiera producido algún contacto telefónico entre Biden y Sánchez, pero todavía no había sucedido.
El aparato del Gobierno se puso entonces en marcha: había que acercarse a EE.UU. porque para nuestro país es importante tener una buena relación con la potencia americana, y el hecho de que el Partido Demócrata estuviera al frente de la administración facilitaba un poco las cosas. Sobre todo porque son conocidas las discrepancias entre Donald Trump y Sánchez.
Fruto de esa diplomacia discreta que se lleva realizando desde entonces, posteriormente hubo dos encuentros al más alto nivel. En 2022, Biden llegó a Madrid dos días antes para la Cumbre de la OTAN; y en mayo de 2023, Sánchez visitó la Casa Blanca y después dio una rueda de prensa en el parking. En agosto de 2021, hablaron por teléfono; y otra vez el pasado 22 de diciembre, cuando el presidente norteamericano llamó a Sánchez para felicitarle por la investidura.
Que Biden fuera recibido con todos los honores en España y después no diera una rueda de prensa conjunta con Sánchez en la Casa Blanca dice mucho de las relaciones asimétricas que existen entre países. Aun así, entre las dos administraciones se ha producido un acercamiento que beneficia en algunos aspectos a las relaciones. Sin ir más lejos, el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, afirmó hace unos días que «estamos en un momento álgido con el aliado natural de España en Europa: los EE.UU.»: «Tenemos una relación de aliados, amigos y socios estratégicos».
Una amistad con tres ejes
Después del mandato de Donald Trump, EE.UU. quería ordenar sus relaciones con Europa. Con España vienen marcadas por tres ejes: defensa, economía y Latinoamérica. EE.UU. tiene en nuestro país las bases de Rota y Morón, que son las más importantes que tiene en el mundo. Por otro lado, la empresa norteamericana está muy presente en España, con inversiones que superan los 55.000 millones de euros y que crean más de 178.000 empleos; mientras que las inversiones españolas allí ascienden a más de 65.000 millones de euros y generan más de 84.000 empleos.
Por todo esto, según un portavoz de la embajada de EE.UU. en Madrid, «España se posiciona como uno de los mayores inversores» allí, «con un comercio bilateral de bienes y servicios que alcanza casi 44.000 millones de dólares y sigue creciendo». Respecto a América Latina, EE.UU. necesita a España para manejarse allí.
A partir de estos tres ejes, según explica el investigador de la Fundación Civismo, Florentino Portero, «EE.UU. trata de mantener una relación medianamente normal con España, pero lo que ven es que Sánchez no tiene política exterior». Destaca que el presidente del Gobierno lo que tiene «son aliados políticos con los que hace equilibrios de todo tipo y eso deja a los norteamericanos un poco perplejos».
Acontecimientos recientes como las declaraciones de Sánchez sobre los ataques de Israel en Gaza, la decisión de admitir el pasaporte kosovar y la negativa de España a participar en la misión americana de defensa del mar Rojo llevan a pensar que la relación entre EE.UU. y España ahora mismo es confusa.
«EE.UU. no acaba de entender qué pasa aquí y están incrementando su captación de información sobre España», dice Portero
«Para entenderlo hay que ser capaz de analizar y valorar la complejísima mayoría parlamentaria entre la que habita Sánchez, y las tensiones dentro del PSOE, que es un partido cada día más radical», afirma Portero. En estos momentos, «cualquier tema delicado como el Sahara, Israel y Gaza o el mar Rojo, tensiona las relaciones dentro de una mayoría antinatura». Y esa es una de las razones por las que este Gobierno «no cuenta las cosas que hace»: «Desde la Transición, es la administración menos transparente y que juega más sucio. Es un Gobierno muy débil y los norteamericanos están apretando para aprovechar sus contradicciones».
Sobre esta falta de transparencia coincide el ex ministro de Asuntos Exteriores entre 2011 y 2016 y actual eurodiputado del PP, José Manuel García-Margallo, quien incide en que Sánchez hace «una política más propia de una democracia iliberal que de una democracia liberal, que viola la Constitución», porque la Carta Magna «lo que dice es que es el Gobierno de España quien dirige la política exterior, no el presidente»: «Probablemente se debe a que es rehén de sus socios de Gobierno y de sus socios parlamentarios».
«Gestos mal recibidos»
En lo que respecta a las relaciones con el país americano «ha habido gestos que han sido mal recibidos por EE.UU. y que inmediatamente han sido compensados con otros gestos por parte de España para intentar devolver las aguas a su cauce».
De ahí la secuencia de hechos desde octubre hasta ahora. Tras las declaraciones de Sánchez sobre los ataques en Gaza que enfadaron a Israel, España recibió una remesa de inmigrantes, resultado del Acuerdo de Movilidad Segura que EE.UU. firmó también con Canadá. Poco después, este Gobierno se negó a participar en la operación americana 'Prosperity Guardian' en el mar Rojo, y a los pocos días admitía el pasaporte kosovar. Una decisión para la que EE.UU. «no ha parado de presionar», según fuentes diplomáticas.
García-Margallo explica que tanto la cuestión del Sáhara como la admisión del pasaporte kosovar suponen dos «giros copernicanos» de España respecto a su postura tradicional. «Si Sánchez hubiera planteado la cuestión del Sáhara dentro del propio Ejecutivo, hubiese tenido una contestación inmediata por parte del ala izquierda de su Gobierno», dice, al tiempo que añade que con la decisión del pasaporte kosovar «nuestro país no gana nada, más allá de satisfacer a EE.UU.». Además, «sienta un precedente a efectos de legitimar una secesión unilateral en Cataluña».
Para entender la íntima relación que existe entre el pasaporte kosovar y Cataluña, solo hay que tirar de hemeroteca: cuando se produce la crisis de Kosovo, la posición del Gobierno de José María Aznar estaba ligada a la cuestión territorial española. Al estar vinculadas ambas causas desde el principio (la de Cataluña y Kosovo), los independentistas catalanes ven la cuestión kosovar como una bandera.
No hay que olvidar el Acuerdo de Movilidad Segura, por el que España asumió un papel de liderazgo en materia de migración, y fruto del cual hace unos días llegaron a España 281 nicaragüenses y venezolanos. «No hay manera de que nos digan lo que está pasando, ni quién va a pagar eso ni cómo se coordina», declara García-Margallo, quien asegura que «no han querido airearlo porque puede crear un verdadero furor en la izquierda del Gobierno», en contraste con el reparto de inmigrantes que en los últimos meses han llegado a Canarias.
Está también la cuestión de la compra de gas licuado a EE.UU. con la que Sánchez intenta acercarse a Biden. La crisis con Argelia por declarar la soberanía de Marruecos sobre el Sahara y la necesidad de recomponer relaciones con Washington han obligado a España a importar esta fuente de energía al doble de precio que hace cinco años.
«Ha habido gestos que EE.UU. ha recibido mal y que han sido compensados para devolver las aguas a su cauce», apunta Margallo
En estos equilibrios diplomáticos, todo parece indicar que Sánchez cede una pieza para que le perdonen otra. Y, según algunos funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores, lo hace sin consultarles, cuando ellos son los expertos en estas áreas. «El cálculo del Gobierno en cualquier decisión no es el coste para España sino el coste para Sánchez. Nosotros no estamos en la operación 'Prosperity Guardian' porque eso molesta enormemente a Unidas Podemos y a sus socios parlamentarios y le podrían hacer perder la mayoría», cuenta García-Margallo. «Es evidente que estar con nuestros aliados en la defensa de la libertad de los mares nos beneficia, pero no estamos ahí porque no le conviene a Sánchez».
El equilibrio es muy complicado si tiene que contentar a EE.UU., Sumar, Podemos y Junts, por eso García-Margallo observa que esta decisión «en política internacional es muy grave: si tú no acudes en ayuda de tus aliados cuando lo necesitan, es muy difícil pedírsela cuando la necesites. Y tenemos una frontera sur muy complicada».
Desde el equipo de Yolanda Díaz trasladan a ABC que Sumar defiende una posición propia en temas como el Sahara o el conflicto entre Israel y Palestina, pero entiende que son el partido minoritario del Gobierno y, por tanto, la última decisión la tiene Sánchez.
La consecuencia más llamativa de todos los vaivenes por parte de España respecto a la política exterior del Gobierno y las relaciones con EE.UU. Florentino Portero la encuentra en el reciente caso de venta de información de alto secreto por parte de agentes del CNI a la CIA. «Los norteamericanos no acaban de entender qué pasa aquí. Y para comprenderlo, están incrementando su captación de información sobre España», apostilla. Si normalmente trabajaban con el CNI para tratar de entender comportamientos en Iberoamérica o el Magreb, «que son zonas donde España tiene una tradición de inteligencia», ahora EE.UU. no cuenta con España porque «lo ve como un problema en sí mismo»: «EE.UU. ya no mira a España como se mira al aliado, al compañero de viaje en un mundo problemático».
A esta opinión se suma Esteban González Pons, quien asegura que la compra de información por parte de la CIA refleja «la desconfianza de EE.UU. hacia España». Y advierte de que «cuando más nos alejamos de EE.UU., ellos más se acercan a Marruecos»: «A EE.UU. le da lo mismo entrar en el Mediterráneo por España o por Marruecos. Siempre se ha fiado más de nosotros, pero si el Gobierno le sigue poniendo trabas en política exterior, EE.UU. se decantará hacia Marruecos».
La visión de EE.UU.
Un portavoz de la embajada de EE.UU. en España declara a ABC que las relaciones «están en muy buen momento» y recuerda las palabras de Biden, quien ha afirmado que somos «un aliado, socio y amigo indispensable para EE.UU.». Dicen, además, que están «agradecidos por los casi 70 años de hospitalidad de los españoles como anfitriones de las fuerzas de Estados Unidos en Rota y Morón». Ambos países «colaboran estrechamente para promover la paz, fortalecer la seguridad enérgica, defender los derechos humanos y aumentar la prosperidad económica».
Como «señal de la importancia» que da Biden a las relaciones, recuerdan su decisión de enviar a Julissa Reynoso de embajadora a Madrid, una persona de «su confianza». Por parte de España, en los próximos días llegará a la embajada de Washington la nueva jefa de misión, Ángeles Moreno.
«España es un país clave que desempeña un papel crítico en la UE y la Alianza Atlántica», apuntan desde la embajada. Y concluyen: «Esperamos poder estrechar esta colaboración ante los desafíos y oportunidades que nuestros países tienen por delante, que sea en materia de seguridad, en evolucionar nuestras economías hacia emisiones cero, o en el fortalecimiento entre los vínculos de nuestros pueblos».
REDUCIR LAS RELACIONES ASIMÉTRICAS: sIETE ACUERDOS QUE VISIBILIZAN LOS INTERESES DE ESPAÑA Y ee.uu.
Es importante que España haga visibles sus intereses en Washington. Según explica Carlota García, investigadora principal de EE.UU. y relaciones trasatlánticas en el Real Instituto Elcano, gracias a esa diplomacia discreta que se hace desde 2021 «la relación asimétrica se ha reducido».
La cumbre de la OTAN en Madrid y la presidencia del Consejo de la UE han servido a España, según ella, «para hacerse visible en lo bilateral» y ha impulsado la firma de siete acuerdos.
En el último año y medio, se ha actualizado el Acuerdo de Cooperación en Defensa -que incluye la llegada la semana que viene de otro destructor de la US Navy a la Base de Rota-; España se ha unido a los Acuerdos Artemis -el programa de la NASA para regresar a la luna-; en materia de derechos humanos LGBTIQI+, se ha firmado la incorporación de España al Fondo de Igualdad Global; se ha firmado el Entanglement Exchange, de cooperación cinetífica; el Blue Dot Network, sobre infraestrusturas de calidad; y se ha impulsado la iniciativa Net Zero, para reducir la huella de carbono.
Desde 2021, «la relación asimétrica entre España y EE.UU: se ha reducido»
Según apuntan desde la embajada americana en Madrid, «el servicio consultar ha otorgado más visados que nunca, superando el récord histórico». Y se llegó a «máximos históricos» de intercambios Fulbright (más de 450) y de estudiantes de español en EE.UU. (8.500).
La cooperación policial entre EE.UU. y España, condujo a arrestos clave de ciberdelincuentes, narcotraficantes, blanqueadores de dinero, autores de fraude... y «la DEA ayudó a incautar más de 30 toneladas de cocaína».
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