El asesinato de Zamarreño, «el último» de una campaña de ETA contra el PP a cargo del comando de Txapote
Expertos de la lucha antiterrorista sitúan durante el juicio a García Gaztelu y Amaia en el grupo que «ejecutaba» en Guipúzcoa esos ataques
La Fiscalía confirma su petición de 120 años de cárcel: «La autoría está clara»
![El etarra Sebastián Iriarte, testificando en el juicio, con Txapote y Amaia sentados detrás](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/01/25/Capturadepantalla2024-01-25alas11.40.45-RKuWYhJJVeTWQIxDlD8eNqJ-1200x840@abc.png)
Un investigador de la lucha antiterrorista ha enmarcado este jueves el asesinato del concejal del PP Manuel Zamarreño en 1998 como «el último de una campaña de ETA contra ediles del PP» y lo ha situado en la cuenta del comando Donosti, al que en ... esas fechas pertenecían Javier García Gaztelu, alias Txapote, y su pareja, Irantzu Gallastegui, 'Amaia', que se sientan en el banquillo de la Audiencia Nacional por aquellos hechos.
«Esa campaña la ordenó ETA. Se inició en diciembre de 1997 y finalizó en Guipúzcoa en junio de 1998 con el atentado de Zamarreño, la última víctima mortal de esa campaña de atentados contra ediles del PP que comenzó con Elena Azpiroz en diciembre del 97», ha ido relatando a preguntas de la Fiscalía, para zanjar: «durante ese periodo el comando Donosti es el encargado de ejecutar esos atentados en Guipúzcoa» y situar a los dos acusados en él.
Txapote fue ya condenado a 29 años de cárcel por el intento de asesinar a Azpiroz, que salvó la vida gracias a la intervención de su escolta, José María Lobato, que recibió un disparo en la cabeza. Aquella sentencia, firme, le situaba ya en el comando Donosti junto a Amaia, Sebastián Lasa y José Luis Gueresta, ya fallecido.
Esa fue la segunda vez que habían intentado matar a la entonces concejala del PP. La primera, habían colocado una bomba en una motocicleta, como en el caso de Manuel Zamarreño: dos kilos de amosal en una bolsa de tela pendiendo del ciclomotor fueron activados por control remoto a su paso cuando volvía, escoltado por un ertzaina que resultó herido grave, de comprar el pan. Coincidía, subrayaba uno de los expertos, «el modus operandi».
Otro de los agentes que han intervenido ha hecho referencia a los explosivos y las armas incautadas en un piso de Andoain que utilizaba el talde de apoyo al comando Donosti. Su conclusión es que aquel material, hallado en mayo de 1999, era «coincidente» con «los explosivos utilizados en diversos atentados, entre ellos el de Zamarreño y Azpiroz». Otro subrayaría la compatibilidad entre el emisor de radiofrecuencia que también encontraron y el receptor con el que se activó la bomba.
Y uno más fue tajante al apuntar la autoría: «Fueron ellos». «En esas fechas la actividad llevaba a cabo no podía serlo por otros comandos. Era el complejo Donosti el que llevaba a cabo esos asesinatos, no había otro comando que se dedicase a asesinar a integrantes de partidos políticos, como en el caso del PP de Zamarreño. Uno de los taldes de apoyo, precisamente, había sido detenido con anterioridad, con lo cual ni ese talde de Sebastián Lasa y compañía podía haber materializado esa acción», ha zanjado.
En la sesión de este jueves han comparecido otros testigos, como la panadera que fue herida en el atentado después de despachar a Zamarreño y salir tras él del establecimiento a hacer un recado. Salió despedida con la explosión de la moto, que estaba aparcada al lado de la panadería.
También han comparecido los etarras Ana Belén Egües o Alfonso Sebastián Iriarte, que se han centrado en desdecir cuanto hubieran dicho en su momento sobre el comando Donosti acogiéndose a que fueron torturados. También ha entrado por videoconferencia Gregorio Escudero Balerdi, que sí ha manifestado explícitamente que colaboró con el comando Donosti, haciendo de conductor, aunque también ha referido amenazas y torturas cuando le ha tocado responder si les puso camino de Francia después del atentado.
«La autoría queda clara»
La clave así de la jornada ha sido el relato de los guardias civiles, policías nacionales y ertzainas que se han ido sucediendo estrechando poco a poco el cerco sobre Amaia y Txapote, mientras los dos, sentados de nuevo hombro con hombro en la bancada de la Audiencia Nacional, mantenían actitud de que todo aquello les era ajeno. Su abogado no ha interrogado a nadie, ya anunciaron en la primera sesión su intención de no desplegar defensa alguna. Tampoco ha desarrollado conclusiones cuando le ha llegado el turno. Se ha limitado a pedir la absolución.
Para la Fiscalía, sin embargo, no cabe más alternativa que la condena porque «los hechos son claros» y «la autoría queda clara». Fue ETA, que reivindicó después el atentado, y fueron los integrantes del comando Donosti, que en esas fechas eran ellos y Geresta, una idea que ha subrayado la acusación que ejerce la familia de Zamarreño: en el pueblo vieron a dos tipos cuya descripción coincidía con la de ellos y la mujer que se hizo con la moto fue descrita también con los rasgos de Amaia.
«Lo sabemos todos los que tenemos una cierta edad -añadiría la fiscal-. En esta época ETA estaba inmersa en una campaña de atentados contra concejales de los partidos constitucionalistas españoles, campaña que comenzó probablemente con el asesinato de Miguel Ángel Blanco y cuyo último paso fue el asesinato del señor Zamarreño», ha alegado la fiscal. Pide condenas de 120 años de cárcel.
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