Adelanto del libro del ex secretario de organización de cs
«Arrimadas cuestionaba la estrategia de Rivera e incluso se negaba a ejecutarla»
El fontanero del exlíder naranja, Fran Hervías, publica «la historia jamás contada de Ciudadanos»
Fran Hervías: «Arrimadas es la persona que más ha traicionado a España y a los españoles»
Fran Hervías ya no trabaja en el PP, un año después de llegar desde Ciudadanos
![«Arrimadas cuestionaba la estrategia de Rivera e incluso se negaba a ejecutarla»](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/03/25/ciudadanosgrande-R9DkI1m8dqDn6fR0cXrI0rO-1200x840@abc.jpg)
El núcleo duro de Albert Rivera en el proyecto que llevó a Ciudadanos a aspirar a todo en la política española lo formaron cuatro personas: Juan Carlos Girauta, portavoz en el Congreso, José Manuel Villegas, secretario general; Fernando de Páramo ... , responsable de Comunicación y Fran Hervías, secretario de Organización. ABC adelanta hoy extractos de un libro que lo dice todo desde el título: «Ciudadanos. La historia jamás contada». Es, sin circunloquios, el relato completo desde el núcleo más íntimo del presidente fundador.
El libro lo ha escrito Hervías (Tossa de Mar, 1983), probablemente la persona que mejor conoce a todos los que, hasta la actualidad, han ido conformando ese proyecto político. Desde la Secretaría de Organización, este geógrafo se ocupó de la captación de militantes y dirigentes desencantados con UPyD y, después, de dirigir la expansión desde Cataluña.
En todo ese proceso, Hervías estaba ahí: cuando Rivera decide dar el salto a Madrid y en 2016, cuando el pacto del abrazo con Pedro Sánchez y la oferta de Mariano Rajoy para entrar en el Gobierno, las disputas internas sobre el posicionamiento ideológico del partido o las discrepancias entre el núcleo duro de un Rivera ya instalado en Madrid y el creciente liderazgo de Inés Arrimadas en Barcelona. Y aquí es donde el libro adquiere el máximo interés.
«La historia jamás contada» es una crónica trepidante que abarca también la dimisión de Rivera en 2019. Hervías, que luego dejó CS para irse al PP, escribe: «El mayor error que cometimos no fue el de no apoyar al sanchismo [...] sino el de no saber desenmascararle a tiempo».
A continuación, el adelanto de la obra que ofrece en exclusiva ABC.
Los tics catalanistas de Inés
Cuando Inés se quedó al frente del partido en Cataluña tras las elecciones de 2015, fueron varios los diputados que durante los siguientes meses nos alertaron de que desde la dirección del grupo parlamentario se estaba intentando dar un «giro catalanista» en el discurso y en las acciones del partido. Ese cambio de estrategia se notó rápidamente en las encuestas, que comenzaron a darnos una bajada notable de apoyos. Inés y parte de su equipo parecían sufrir el síndrome del PSC, el de no querer molestar a los nacionalistas y buscar caerles bien. Decían que querían captar al votante huérfano de Unió. Todo el camino andado desde los inicios de Ciutadans, y que nos estaba llevando a conseguir grandes éxitos políticos, comenzó a ponerse en peligro durante esos meses. Aunque se recondujo la situación, los miedos a esa influencia catalanista en los discursos volvieron cuando en pleno golpe de Estado, en la intervención de Inés del 10 de octubre de 2017 en el Parlament, se le propuso que sería bueno que sacara su pasaporte durante su discurso haciendo un alegato a no tener que usarlo para ir a ver a sus familiares en Andalucía. En un principio, Inés se negó, pero finalmente cedió, lo hizo, y esa imagen con el pasaporte en la mano salió en todos los medios de comunicación. Sin duda, Arrimadas era capaz de realizar unas intervenciones brillantes aunque momentos antes cuestionara la estrategia o hasta se negara a llevarla a cabo.
Arrimadas
Después de las autonómicas de 2015, varios diputados de Cataluña nos advirtieron del giro catalanista de Inés
Fran Hervías
Inés se niega a la investidura
Ante los siguientes días, a pesar de ser fechas navideñas, se abrió el debate si se presentaba o no Inés a la investidura. Aunque los números a priori no diesen, algunos fuimos partidarios de que se presentara, con el argumento de que habíamos ganado las elecciones y debíamos destacarlo buscando liderar un gobierno. Además, era lo que esperaban los que nos habían votado y si el PSC o Podemos no nos apoyaban, quedarían retratados. Inés y su propio equipo, así como otros miembros de la dirección del partido, consideraban que constituía un error, puesto que era una votación donde claramente se iba a perder y que Inés, que había salido ganadora, no podía quedar manchada por una derrota en su primera votación. Aquí vino un nuevo episodio de confrontación, ya que comenzó a evidenciarse que algunos pensaban más en su propia imagen y trayectoria personal que en el bien común. Finalmente, los partidarios de que Inés no se presentara a la investidura ganaron el debate. Lo tenían bastante estudiado, porque a los pocos meses Inés comenzó a diseñar —y ejecutar— su hoja de ruta personal hacia Madrid.
Inés intenta dinamitar
Lo más llamativo fue la confirmación del cambio de actitud de Inés Arrimadas durante el verano de 2018. Tras las acciones que desde Cs comenzamos a llevar a cabo en Cataluña, encontramos el rechazo de Inés y parte de su equipo al considerar que estábamos provocando a los separatistas con nuestras acciones, casi el mismo argumento que daba el PSOE ante los medios.
Algo había cambiado y no sabíamos el qué. El 29 de agosto de 2018, tuvimos que convencerla para que fuese a retirar lazos amarillos en Alella, un municipio de Barcelona. Tras los nuevos desafíos a la democracia española que estaba realizando el entonces presidente de la Generalitat, Quim Torra, con motivo del primer aniversario del golpe separatista, Inés se mostró reacia a sacar una bandera española durante su intervención en el Parlament el 3 de octubre de 2018 —al igual que el año anterior con su pasaporte—. A regañadientes, conseguimos que de nuevo se alineara y, como la gran portavoz que era, volviese a hacer buenos discursos, pero ese alineamiento duró muy pocos días: el 7 de octubre de 2018 no asistió a un acto que hicimos en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, que llenamos de banderas españolas y catalanas, para que Albert Rivera diera un discurso muy emotivo. También diferentes diputados de Cataluña nos trasladaron que el equipo de Inés les pedía que las intervenciones en el Parlament las hiciesen en catalán y no en castellano, algo que también llamó mucho la atención.
La foto de Colón: el inicio de los críticos contra Rivera
Para aquel acto (la famosa foto de Colón) comenzaron a salir voces críticas de cargos destacados del Comité Ejecutivo y del Comité Permanente; Luis Garicano, Toni Roldán, Nacho Prendes, entre otros, mostraron su rechazo o sus dudas sobre la necesidad de ese acto conjunto. Hasta Manuel Valls, que iba a ser número uno a las elecciones municipales por Barcelona, no lo veía con buenos ojos. Y entre esas críticas internas, casualmente Inés Arrimadas perdió el vuelo y no pudo asistir al acto. Pocas semanas antes nos habían trasladado, con luz y taquígrafos, que se estaba orquestando una alternativa interna para hacer caer a Rivera y posicionar a Inés al frente. Detrás estarían miembros provenientes de UPyD y algunos independientes recién llegados a Cs en 2015. Hasta personas muy cercanas a Rivera podrían estar haciendo un doble juego. Fuese verdad o no, la realidad es que las actitudes y movimientos que se estaban dando iban en esa dirección. Quizá nunca se sepa a ciencia cierta, pero lo que se vivió meses después coincidió con lo que nos iban trasladando desde dentro y fuera del partido.
Los críticos
Garicano, Roldan y Prendes mostraron sus dudas sobre la foto de Colón, justo después supimos que se orquestaba una alternativa interna para hacer caer a Rivera
Fran Hervías
La conspiración
Con el paso de las semanas fue tomando fuerza la teoría de que la excusa de Vox, que realmente no gobernaba con Cs en ninguna institución —aunque a algunos no nos hubiese importado—, era el casus belli para dinamitar el partido y buscar la caída de Rivera. Fuese verdad o no esa presunta conspiración, la realidad es que llevaba tiempo llegándonos información de ciertos movimientos internos, aunque estos no eran nada concluyentes. ¿Fue Toni Roldán el que encendió la mecha? ¿La insistencia de Inés de abandonar Cataluña y venirse a Madrid era para estar bien posicionada si algún día dimitía Albert? Cuesta creer que fuese así, pero había muchos indicios que apuntaban en esa dirección. Casualidad o no, a Juan Carlos Girauta, una persona que se viste por los pies, le detallaron meses antes de las elecciones generales de abril de 2019 lo que parecía ser un movimiento —apoyado por agentes externos— contra Albert Rivera, pero no fue hasta la dimisión de Toni, y todo lo que desencadenó, cuando se encendieron todas las alarmas. Rápidamente nos pusimos a atar cabos. Con Oriol elaboramos un documento que entregué a José Manuel Villegas, y presenté a Carlos Cuadrado, a Espejo y a Bofill, sobre toda la posible trama interna y las personas que podían estar detrás o apoyar una rebelión contra Albert desde dentro. Por desgracia, con el tiempo se vería que poco nos equivocamos. Parecía que se llevaba tiempo buscando sustituir a Albert y algunos estaban esperando el momento oportuno para ello. La persona elegida para sustituirle debía ser Inés Arrimadas, que se había mostrado en varias ocasiones reticente a la estrategia política que se marcaba. Personalmente, me gustaría creer que ella nunca fue conocedora de todo esto, aunque justo durante esas mismas semanas en las que a Girauta le llegaba la información fue cuando al parecer forzó su salida de Cataluña para irse a Madrid. En aquel entonces —principios de 2019— todo sonaba demasiado enrevesado, por lo que decidimos seguir trabajando en las campañas que venían por delante para responder con buenos resultados a esos supuestos movimientos en la sombra.
Toni Roldán
A Girauta le detallaron antes de las elecciones de 2019 movimiento con agentes externos para derrocar a Rivera, pero con la dimisión de Roldán se encendieron todas las alarmas
Fran Hervías
Ser ministro a toda costa
Durante esas semanas algunos recordábamos cuando, en 2016, se puso sobre la mesa el ofrecimiento del Partido Popular con Mariano Rajoy de presidente para entrar en el gobierno, estos mismos hacían cábalas con los nombres de los ministerios —y de los cargos— e insistían en la conveniencia de entrar en el Gobierno de Rajoy. Eso mismo estaba pasando ahora tras las elecciones de abril, pero con Pedro Sánchez. Parecía como si hubieran venido a Ciudadanos con el objetivo de ser ministros o secretarios de Estado, fuese con el gobierno que fuese. Cs no lo construimos para eso, sino para hacer frente a los atropellos de los nacionalistas y sus cómplices, y para mejorar la vida de los españoles. Y así lo demostramos hasta el final.
Tensión en la Ejecutiva ante el giro catalanista de Inés
En una reunión del Comité Ejecutivo donde se expuso en un estudio encargado desde Cataluña que Cs debía tener un perfil más catalanista, Juan Carlos alzó la voz: «Parece que el nacionalismo ha penetrado en la cúpula de Ciudadanos», exclamó escandalizado por lo que estaba viendo y escuchando. Casi al momento fue interrumpido por José María Espejo, al que Girauta replicó: «¿Por qué te sientes aludido?», ante el asombro de todos. Solamente habían pasado unos pocos meses desde que el equipo de Arrimadas cuestionara algunas de las acciones llevadas a cabo en Cataluña, como era la retirada de lazos amarillos o llenar la plaza de Sant Jaume de Barcelona con banderas españolas. Unas protestas internas que, en la misma línea del equipo de Inés, habían hecho en cierta forma Toni Roldán o Luis Garicano. Fue una reunión tensa, pero a Juan Carlos no le faltaba parte de razón. No era la primera vez que se buscaba dar ese giro hacia un discurso más catalanista, pues tras las elecciones autonómicas catalanas de 2015 —como hemos contado anteriormente en otro capítulo— se intentó lo mismo y, en aquel momento, se tuvo que reconducir la situación.
El no a Sánchez
«Vamos a votar no con las dos manos al plan Sánchez. Y no a la banda que va a ejecutar el plan Sánchez. Tiene una banda que quiere liquidar España», espetó Albert Rivera en el pleno del 22 de julio de 2019 en el Congreso. Y es que sabíamos quién era Sánchez, al conocerlo bien tras las negociaciones en el pacto del abrazo en febrero de 2016 y lo ocurrido durante los siguientes años, incluyendo la moción de censura apoyada por lo peor del parlamentarismo español. Por responsabilidad, y por amor a España y a los españoles no podíamos hacer presidente a alguien como él, una persona contraria a los principios morales y al sentido común. El tiempo, al final, nos ha acabado dando la razón y se ha visto hasta dónde es capaz de llegar Sánchez con tal de mantenerse en la Moncloa. Además, en España, el presidente tiene un poder casi absoluto en el Gobierno, por lo que resultaría imposible condicionar sus políticas y reconducir sus insensateces y desidias.
Girauta
Girauta alzó la voz en una Ejecutiva: «Parece que el nacionalismo ha penetrado en la cúpula de Ciudadanos»
Fran Hervías
Más aún cuando, por la aritmética parlamentaria que había, siempre tendría una mayoría parlamentaria alternativa con la «banda» que le hubiese permitido hacer lo mismo que ha acabado haciendo. El mayor error que cometimos no fue el de no apoyar al sanchismo tras las elecciones de abrilde 2019 como desde diferentes ámbitos se presionaba, sino el de no saber desenmascararle a tiempo. Siendo conocedores, como éramos, de las negociaciones y los acuerdos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para cerrar un gobierno, en el que tendrían el apoyo de los grupos separatistas, debimos haber intentado desde el primer momento que los españoles conociesen ese nuevo pacto. Tampoco pensamos que miembros de nuestro partido, que habían apoyado la estrategia, les harían el juego sucio y que muchos votantes nos rechazarían por cumplir con nuestra palabra dada en campaña. Cuando nos dimos cuenta de que no habíamos sido capaces de explicar bien el plan de Sánchez a los españoles, fue demasiado tarde
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