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La vida personal de Lolita Flores: tragedias familiares, sus adicciones y los amores de su vida

La artista ha tenido que enfrentarse a una vida llena de altibajos, pero pocos conocen su parte más íntima y resiliente

Lolita Flores habla claro sobre sus adicciones en el pasado: «No llegaba a fin de mes»

Lolita Flores se abrirá en canal esta noche en 'Lo de Évole' gtres
Nerea Fernández Torralvo

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En el universo artístico español, María Dolores González Flores, conocida artísticamente como Lolita Flores (66), es un nombre que brilla con fuerza propia. Hija de la inolvidable Lola Flores y del Pescaílla, y hermana del sensible Antonio Flores, Lolita ha vivido bajo el peso de un legado familiar inmenso, cargado de talento, pasión y tragedias que han marcado profundamente su vida personal y profesional.

Consagrada como uno de los personajes televisivos más queridos del panorama nacional, la artista abarca todo un espectro de proyectos tanto en la ficción como en el teatro y la televisión. Actualmente reside en un piso unifamiliar situado en pleno Paseo de la Castellana, hogar al que se mudó tras dejar su chalet de La Moraleja, y lo que más le gusta mostrar en redes sociales, además de su trabajo, es a su familia: sus hijos y nietos son el motor de su vida..

Con este contexto de vida, Lolita se abrirá en canal esta noche en 'Lo de Évole', para mostrar su faceta más humana, vulnerable y resiliente, acercándose aún más a un público que cree conocerla, pero que todavía no se ha parado del todo a escucharla.

El peso del luto: la pérdida de su madre y su hermano

El año 1995 se convirtió en un agujero negro en la vida de Lolita. En mayo de ese año, la muerte de su madre, Lola Flores, dejó a toda España consternada. Lola era más que una artista; era un símbolo, una fuerza de la naturaleza. Para Lolita, además de la figura pública, era una madre insustituible. Solo dos semanas después, la tragedia volvió a golpear con la muerte de su hermano Antonio, un artista de sensibilidad desbordante, incapaz de sobrellevar la ausencia de su madre.

Lolita ha descrito aquellos días como un período de «locura» en el que se aferró a lo único que la mantenía con los pies en la tierra: sus hijos y su trabajo. «A mí me salvó que tenía dos hijos, que tenía mi trabajo. Me salvaron mis amigos, me salvó volverme loca durante un año y medio o dos años, sin salir y sin dejar a mis hijos desamparados», confiesa. Su hermana Rosario, con quien comparte una unión inquebrantable, fue un pilar fundamental para superar el dolor, junto con el esfuerzo colectivo de la familia para cuidar de su padre, el viudo destrozado por la pérdida del amor de su vida y de su hijo.

El refugio en el alcohol y las drogas

El duelo llevó a Lolita por caminos peligrosos, aunque ella asegura que nunca perdió el control del todo. «Me quité el duelo a base de tomarme muchas botellas de whisky, de probar sustancias que nunca antes había probado», reconoce, añadiendo que afortunadamente no desarrolló una adicción. Fue su hija Elena quien encendió la alarma cuando percibió que su madre no estaba bien. Ese llamado de atención, combinado con el apoyo de su hermana Rosario, fue el punto de inflexión que necesitaba para retomar las riendas de su vida.

«Elena me salva siempre, me sigue salvando de todo», dice Lolita con el corazón en la mano, recordando cómo su hija mayor la ayudó a salir del caos emocional en el que estaba inmersa.

En el amor: romances y desilusiones

La vida sentimental de Lolita ha estado llena de pasión, encuentros intensos y desencuentros. Desde sus primeros amores, como Manolo Lapique y Sebastián Palomo Linares, hasta relaciones más serias como la que tuvo con Antonio Arribas, su vida amorosa ha sido un tema recurrente en los medios.

Uno de los episodios más sonados fue su relación con el torero Paquirri, que acabó abruptamente con una llamada telefónica cuando Isabel Pantoja apareció en su vida. Lolita ha confesado que esa ruptura le dolió profundamente, pues estaba muy enamorada.

En 1983, encontró el amor junto al argentino Guillermo Furiase, con quien se casó en una boda legendaria marcada por el famoso «¡Si me queréis, irse!» de su madre. De esa unión nacieron sus dos hijos, Elena y Guillermo, antes de que el matrimonio terminara en 1995.

Más tarde, se le atribuyeron romances con figuras como Fran Rivera y se habló sobre una relación con Juan y Medio. Su siguiente gran amor fue el actor cubano Pablo Durán, con quien se casó en 2010 y de quien se separó en 2015. La ruptura estuvo rodeada de polémica, pero Lolita nunca ha perdido su sentido del humor ni su perspectiva sobre el amor: «Estoy soltera y libre como los taxis», dijo en una ocasión.

Pese a los golpes de la vida, Lolita Flores es un ejemplo de resiliencia. Ha enfrentado pérdidas devastadoras, momentos de confusión y desilusiones, pero siempre ha encontrado razones para seguir adelante. Su mayor fuente de fuerza son sus hijos, quienes han sido su salvación y su mayor orgullo.

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