Ultraderecha desalmada
Extraña en este espacio ideológico no ya la lucha contra la inmigración ilegal, que debe de ser consustancial con un Estado de Derecho, sino la falta de piedad que desprenden muchos de sus discurso
Desde Vox Andalucía, poco después de la toma de posesión de Donald Trump, su portavoz parlamentario recogía en Twitter, la red X de Elon Musk, una frase del presidente estadounidense: «Lo primero, quiero declarar la emergencia nacional en la frontera sur del país. Toda entrada ... ilegal será detenida. Además comenzaremos el proceso de devolver a millones de inmigrantes ilegales a donde venían»… y de inmediato añadía que «en España ya estamos tardando». Gavira es un tipo amable y familiar, pero en Vox, con Santiago Abascal allí, codeándose con Milei o con Meloni, entre la élite de la alt-right, estaban eufóricos con la exhibición de Trump sin reparar en sus excesos.
Un día después, en el tradicional servicio religioso que pone fin a los fastos de la toma de poder presidencial, la obispa episcopaliana de Washington recordaba a Trump que él mismo dijo que «había sentido la mano providencial de un Dios amoroso» y le pidió «en nombre de nuestro Dios, que tengas misericordia de las personas en nuestro país que ahora están asustadas». Trump le negó el saludo, la despachó oficialmente con ironía sobre la mala calidad de su servicio, y después le exigió disculpas en sus redes. Trump sabe que hay una contradicción incómoda entre los valores religiosos y el pack ideológico-estilístico del trumpismo, y encajó mal que en esos momentos triunfales lo pusieran ante el espejo deformante como unos trazos de Valle Inclán.
A menudo extraña en este espacio ideológico no ya la lucha contra la inmigración ilegal, que debe de ser consustancial con un Estado de Derecho, sino la falta de piedad que efectivamente desprenden muchos de sus discursos y pronunciamientos en redes para caldear a su clientela, o de misericordia, como decía la obispa. Tal vez podrían recordar que la etimología de misericordia es miseri-cor-dare o dar corazón al pobre, al necesitado. A ningún cristiano dejará de sonarle la síntesis de la RAE: virtud de compadecerse de los sufrimientos ajenos. Esos inmigrantes y ciudadanos señalados por Trump merecían algo más considerado que el show de las órdenes ejecutivas entre bravatas. Hay una inclinación, en esas políticas radicales, al desprecio exhibicionista hacia otros seres humanos, incluso su deshumanización. Y esto ofende los sentimientos religiosos como, por descontado, los sentimientos cívicos de un demócrata. Se puede entender que tengan posiciones maximalistas, pero no inhumanas.
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