El otro cambio tranquilo después de Andalucía

Moreno reivindicó un arreglo con cabeza y pidió a sus colegas que no se hiciera escarnio público del que sigue siendo y será presidente del partido hasta el congreso de abril. Que es como decir que no pagaran con Casado las cuentas pendientes con quien fue su secretario general. ‘ Teo’ ya no está. Se despidió aumentando la audiencia de La Sexta para confirmar que estaba desubicado, que era pronto para limpiar la ceniza caliente y que no cuadra con un buen gestor alguien que, siendo lo que era, reconoce tener un coche con tropecientos años, 500.000 kilómetros y el techo caído. Casado debió pensar antes que alguna vez no pasaría la ITV tanta contaminación. «Teo gobernaba el partido desde el miedo», dicen los que ahora cargan en García Egea todas las desgracias del pasado que es Casado.

Eso es de una crueldad más seca, porque empequeñece al líder y le convierte en subordinado de una fe ciega, en una víctima . En el fondo, Casado asumió ese papel en el Congreso de los Diputados, mientras seguía manteniendo ante los suyos que no sabía por qué tenía que dimitir. Si no lo sabía demuestra que lo suyo era imposible. Lo de Ayuso solo fue el error postrero.

La crisis empezó mucho antes de la victoria pírrica en las innecesarias elecciones de Castilla y León . La obsesión por el control del partido le había indispuesto con los barones, sobre todo cuando más allá de lo orgánico, las maniobras de la dirección nacional atentaban contra la estabilidad de sus gobiernos. Aquí en Andalucía el derbi para colocar presidentes provinciales quedó 5 a 3 para Génova y aún así los mayores reproches fueron para la errática estrategia que iba cerrando espacios electorales y tensionando sin motivo la estabilidad del gobierno del cambio.

Aquel fichaje estrella de Fran Hervías, por ejemplo. A pesar de todo, Moreno mantuvo la sonrisa y no hizo público reproche. Para eso tenía a Juan Marín , al que nunca desmintió. En la última refriega, los presidentes provinciales han hecho piña con la posición de Moreno en el conflicto, demostrando que las encuestas, más que la lealtad, marcan el rumbo en política.

Inevitable la catarsis y asumido el coste de la contienda ‘madrileña’, el cambio del PP para el partido en Andalucía será una oportunidad siempre que ese cambio se apellide ‘tranquilo ’.

El martes, la Junta Directiva Nacional decidirá si el congreso de ese cambio se celebra en Sevilla. Todo apunta a que será así. La elección tendría doble filo. Feijóo tiene el perfil y la solvencia para comandar la nueva etapa y cuenta con la autoridad de sus elecciones ganadas. Ha ejercido el poder periférico. Es otro convencido del triunfo de los moderados y tiene buena sintonía con Moreno. ¿ Qué puede salir mal?

Los confiados sueñan con el revulsivo de un Feijóo proclamado y aclamado por el plenario en Andalucía. Incluso sostienen que, con ese factor, junio sigue siendo ideal para celebrar elecciones y rozar la mayoría absoluta. Pero también es posible que el congreso de abril sea el cuadrilátero donde medir a golpes las sensibilidades del partido, incluso para el nutrido grupo de perdedores.

Y eso sin olvidar a esa parte inquieta del partido que se pregunta si no es el momento de arriesgar con Ayuso, cargando con las facturas de su hermano hasta que la justicia decida . Y está esa parte del partido que hasta puede votar a Vox, apelando a un singular concepto de lo liberal opuesto al modelo andaluz. Así que quedan demasiadas heridas e incógnitas a un mes vista como para que esa tranquilidad del cambio deje de parecer forzada.