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La consejera fiel

Las aguas de los ERE llegan a las puertas de San Telmo, y la consejera Martínez Aguayo se sacrifica lanzándose a ellas para salvar a Pepe Griñán

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jeremías barrunta. limpiador de la junta

Me encuentro el viernes en Torretriana una sala de reuniones llenas de tazas de café y me cuentan que la consejera Carmen Martínez Aguayo acaba de mantener un desayuno con periodistas . Saco dos conclusiones: la primera, que las pastas que compra la Consejería no tienen ningún éxito. La segunda, que a la misma hora a la que el maremoto japonés se comía medio país nipón, el tsunami de los ERE batía ya a las puertas de San Telmo.

¿Por qué la consejera de Hacienda baja ahora a la arena de los ERE, mes y medio después de estallar el escándalo? Porque la marea está llegando a Griñán. El PP ha corregido el objetivo, y ha dejado de disparar sobre Viera cuando ha visto a tiro al propio presidente. Un José Antonio por otro . La Junta ha reaccionado rápido para rescatar a Griñán, en plan salvar al soldado Pepe, y —amenazas fatuas de querellas a Arenas aparte— el primer movimiento ha sido la aparición en escena de la fiel Carmen Martínez Aguayo, dispuesta a asumir responsabilidades —o comerse el marrón, en términos carcelarios— para salvar al presidente. Aguayo dijo a los periodistas que vale, que ella conocía los informes en los que los interventores advertían que el modelo de tramitación de los ERE era un disparate , pero que nunca lo comentó con su superior, por lo que éste no tiene culpa de nada. La consejera se ha puesto en el campo de tiro para recibir las balas que iban dirigidas a Griñán.

Recio, hastiado. No ha sido una buena semana para los consejeros más próximos al presidente. Horas antes, el titular de Empleo, Manuel Recio, recibía un varapalo en el Parlamento a cuenta de los nuevos «intrusos». Me cuentan por la Junta que Recio —al que algunos llaman ya el consejERE de Empleo— está quemado y deseoso de volver a Almería. Esto de ser consejero no es lo que le habían contado.

Un PSOE desconocido. ¿Y en el partido, qué se dice del escándalo? «El partido no existe, no se ve», me cuenta un amigo que tuvo voz y mando en la estructura socialista. «En la época de Chaves y Pizarro se habrían organizado ya reuniones con los órganos locales para explicar el asunto y trasladar consignas, pero ahora no se hace nada de eso. No se reacciona, no hay músculo interno, y la dirección parece no percatarse de que la combinación de crisis y corrupción es nefasta para nosotros. Yo no había visto esto tan mal nunca, nunca...»

La tarjeta de Guerrero. Esperpéntica declaración del ex director general de Trabajo ante la Policía. ¿Le preguntarían por esa tarjeta de crédito que le retiraron en la Junta tras aparecer varios gastos, digamos, «inapropiados»?

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