andalucía imparable
Caiga quien caiga
En el manual de ocultación de la corrupción se usa el «caiga quien caiga» cuando ya no se puede negar lo evidente

No falla. Cuando un caso de corrupción salta, el método siempre es el mismo. Primero se desmiente y se le echa la culpa a la prensa que lo destapa. «Eso es un montaje». Le niegan la profesionalidad al periodista y luego no tienen lo que hay que tener para pedirle perdón. Una vez descartado el montaje por las evidencias, se ningunea el mangoneo. Es cosa de cuatro chorizos. Y el partido queda a salvo —o eso intentan los que anteponen la secta a la verdad— mediante el oportuno y amañado cortafuegos: «Nos han engañado».
El siguiente paso es de una simplicidad que nos hace dudar. ¿Los políticos son tontos o nos toman como tales a nosotros? «Estamos dispuestos a colaborar con la Justicia». Aunque se recuse a la juez que lleva el caso, aunque se oculten pruebas, aunque se difundan rumores tan falsos como execrables… Cuando ya no pueden más, sacan el latiguillo que ha sonado y resonado durante esta semana en las ruedas de prensa que ha convocado el Régimen a través de sus portavoces más cualificados: «Vamos a llegar al final caiga quien caiga».
¿Llegar hasta el final? ¡Pero si no querían que se iniciara esta investigación! Las declaraciones de María del Bluf Moreno habría que enmarcarlas. Ya no se puede llegar más allá en el cinismo político. Sostiene la señora Moreno que las comisiones de investigación habría que desterrarlas del Parlamento porque son un instrumento en desuso (sic). ¡Las sales, por favor! ¿Cómo puede decir eso quien se ha encargado de no aprobar ni una sola comisión de investigación en los últimos quince años, que son los que llevan dominando ese Parlamento que está en desuso democrático por el rodillo socialista? Demasiado increíble para ser otra mentira.
Caiga quien caiga es el programa preelectoral que nos está sirviendo el Régimen a través de sus rostros más cotizados. Cambien al gran Wyoming por el gran Griñán: los dos son tan presumidos como vacuos. Y pónganles gafas negras para que no se deslumbren ante las luces de alarma que se han encendido en el sistema democrático andaluz. Porque este escándalo de los ERE trasciende el ámbito del PSOE. Esto es una trama que afecta a los mismos cimientos del sistema. Una red que anuda fidelidades con la fuerza de ese silencio cómplice que en Sicilia se llama omertá. Lo malo es que se corrompan los políticos; lo peor, que el pueblo caiga en la corrupción.
¿Caiga quien caiga? Eso no se lo creen los mismos que han trenzado esta malla, los ideólogos del fondo de reptiles con que se premiaban los cierres empresariales en vez de fomentar la creación de empleo, los que permitían la prejubilación del sectario de turno mientras congelaban las pensiones y recortaban los sueldos de los funcionarios que entraron sin el preceptivo enchufe. ¿Caiga quien caiga? Pero si el mismo Griñán que niega la comisión de investigación que podría aclarar muchas dudas se dedica, ahora, a intentar rebajar la bronca (sic) de los ERE para que actúe la Justicia…
La consigna del «caiga quien caiga» es una añagaza más, una forma patética de salir del enredo por la puerta falsa de un engaño que cada vez se traga menos gente. El círculo se está cerrando y los reptiles del fondo pueden empezar a pegar bocados en los tobillos del Régimen, ese gigante con los pies del barro que se escribe con doble ERE. Por eso intentan escabullirse como sea. Por eso sacan del armario de las consignas polvorientas y apolilladas el «caiga quien caiga» que ha caído en desuso porque no la han puesto en práctica jamás. Que permitan la constitución de una comisión de investigación en el Parlamento y entonces empezaremos a creer en la disposición del Régimen para aclarar sus asuntos más turbios. Y si no, que se callen y que se vayan por donde llegaron.
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