De pelonas y bocazas
El PSOE sabe que la fórmula nunca falla: es sacar algo relacionado con el franquismo y siempre hay algún bocazas del PP que la mete hasta el corvejón

El PP es el único partido que tropieza dos mil veces con la misma piedra. El PSOE lo sabe, y bien que se aprovecha de ello. Sabe que hay una fórmula que nunca falla: es sacar algo relacionado con el franquismo y, por mucho que la mayoría de dirigentes del PP mida sus palabras, siempre hay algún bocazas que mete la pata hasta el corvejón. Esta semana lo hemos vuelto a comprobar con la polémica sobre las «pelonas» de la postguerra, que ha provocado un cabreo sideral en las filas de Javier Arenas, según me cuenta mi colega Mariano, el limpia de la sede popular. El cabreo no es por la artimaña de la Junta, que ya se conocía y se contaba con ella, sino por la colitis verbal que padecen algunos allende Despeñaperros. Mucho controlar las declaraciones aquí, mucho medir los tiempos y las formas, con la cadena Soto/Sanz/Arenas sosteniendo el mismo argumentario de mirar al futuro y no al pasado, para que de repente te salte el consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, al que nadie le ha dado vela en este entierro, echando por tierra toda la estrategia y calificando la medida de la Junta de «vomitiva». Obviamente, el PSOE no ha replicado al mensaje prudente de los populares andaluces, sino al exabrupto malinterpretable de Granados. Y es que el problema del PP no son las «pelonas» de Franco, sino los bocazas de Rajoy.
La Memoria de Juan Gallo. Por cierto, que la sabrosa polémica de las «pelonas» ha servido para reivindicar a una vieja gloria socialista como Juan Gallo. Pieza fundamental en el entorno más próximo del ex presidente Chaves, su nombramiento como comisario para la memoria Histórica de la Junta de Andalucía se interpretó como una prejubilación de la primera línea política. La iniciativa de las subvención de 1.800 euros al reducido grupo de «vejadas» de Franco que aún sobrevive es una jugada perfecta —escaso coste económico, gran impacto social y desgaste demagógico en el flanco más derechizado del Partido Popular— que demuestra que para el PSOE es un lujo prescindir de cabezas como la de Gallo. Aunque hayan trabajado con Manolo Chaves.
Mensaje premonitorio. Y es que la incompatibilidad entre Chaves y Griñán es cada vez más extrema. Me lo contaban el miércoles mientras pasaba la mopa por un despacho. «Jere, hay gran cabreo entre don Griñán y don Chaves a cuenta de la intervención de este último mañana en el club Cámara 500. La cosa está en que a Pepe le ha sentado como un tiro que Manolo elija a Alfredo Sánchez Monteseirín como presentador, y además, ha anunciado a su círculo más cercano que piensa ponerlo por las nubes, hablar de él como el mejor alcalde que ha tenido Sevilla en su historia y darle el homenaje de despedida que nadie le va a dar... A don Griñán le ha sonado todo esto a traición gorda, y cree que Chaves le va a dejar con el culo al aire por haber sido él, Griñán, quien oficialmente le abrió la puerta de salida al alcalde de Sevilla». La premonición se cumplió rigurosamente: Chaves alabó a Monteseirín hasta un punto casi grotesco —le comparó con Felipe González— y Griñán hizo el vacío a la primera gran cita de Chaves tras su marcha a Madrid. Al almuerzo no acudió ni él ni ningún integrante de su guardia pretoriana, y sólo un miembro del Gobierno andaluz —Recio— acudió a la cita con el que fuera presidente andaluz durante dos décadas. Increíble. Las relaciones entre Chaves y Griñán, cada vez peor.
Adivinanza bodeguera. ¿Por qué en círculos políticos se daba por hecha la elección del ex consejero de Empleo, Antonio Fernández, como presidente del Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Jerez-Xérès-Sherry antes de la votación, a pesar de contar con la oposición de los bodegueros, favorables a la candidatura de Evaristo Bobé? Y si los bodegueros estaban a favor de Bobé, ¿porqué se ausentó uno de sus diez representantes en la votación, dando el triunfo a Fernández?
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