El narcotráfico atrapa en sus redes a una tercera generación de jóvenes en Andalucía
Cada vez más adolescentes y jóvenes sucumben ante estas organizaciones criminales para tener dinero fácil y caprichos caros
La vigilancia y el 'petaqueo' son la puerta de entrada a una actividad criminal de la que es complicado salir
El Campo de Gibraltar clama por la unidad de acción con planes educativos y de empleo para combatir al narco
Una narcolancha intervenida repleta de petacas de combustible ya vacías
«Ya empieza a haber más demanda que oferta. Muchos jóvenes quieren dedicarse al narcotráfico para presumir de un lujoso estilo de vida en redes sociales, de relojes caros, ropa exclusiva, motos, reservados en discotecas… Antes eso se quedaba en el barrio y conocidos ... pero ahora quieren exhibirlo en las redes sociales. Hoy parece que el que no pone algo en redes sociales no existe y es muy triste y preocupante lo que está ocurriendo. El que quiere entrar termina entrando». Es el inquietante testimonio de alguien que se ha criado en este entorno pero que lo combate y se juega la vida cada día. Se trata de José Manuel Ulric, secretario del sindicato de la Policía Nacional Jupol en Andalucía occidental, y natural de uno de los avisperos del narco, la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda.
El delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, alertó hace unos días durante la reunión que coordina el Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar —implantado ya en seis de las ocho provincias de Andalucía—, que cada vez hay más jóvenes, son más violentos y cuentan con medios más sofisticados. Los 'cachorros' del narco no son nada nuevo pero sí están aumentando exponencialmente en las zonas más azotadas por esta lacra.
Según este responsable de Jupol, son cada vez más los adolescentes y jóvenes los que se enrolan en estas organizaciones a través de amigos o familiares. «Quieren ganar dinero rápido y fácil. Lo ven como algo accesible y como una oportunidad para tener lujos, pero no piensan en las consecuencias», cuenta a ABC.
Suelen comenzar como 'puntos' — vigilan con un teléfono móvil en la calle advirtiendo a la organización de si llega alguna patrulla policial—, por lo que pueden ganar más de 600 euros por turno. «Hablamos de chavales de 14, 15 y 16 años. Ya luego ven la oportunidad y comienzan a descargar fardos de droga, algo que se paga mejor o al 'petaqueo' de gasolina —transporte de combustible con garrafas para narcolanchas—, con lo que pueden ganar 5.000 ó 6.000 euros por trabajo. Y siguen así hasta que con mayor edad escalan posiciones en la organización, como conductores o patrones de embarcación, donde ya ganan muchísimo más», añade este agente de la Policía Nacional.
Confiesa que en Sanlúcar, el narco lo intentó enrolar: «Me ofrecieron descargar de joven y tuve claro que no, pero he tenido compañeros de clase o con los que jugaba al fútbol que sucumbieron y luego pagaron las consecuencias. Yo elegí mi camino, de lo que estoy muy orgulloso, y siempre he querido dormir con la conciencia tranquila», apunta.
En la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) confirman que esta tendencia va en aumento. «Estos chicos ven en sus barrios a otros que con sólo unos años más tienen móviles de última generación y ropa de marca. Los niños de 14 y 15 años quieren su iPhone, su sudadera de marca… La forma más rápida y fácil para enrolarse es convertirse en 'punto' y comenzar a ganar dinero. El 'petaqueo' llega luego en muchos casos. Por cada garrafa creo que están dando ahora 200 euros, una barbaridad. Ya hay gente que se dedica exclusivamente al 'petaqueo' porque con dos o tres cargamentos gana 6.000 euros y si le cogen no es delito, si lo pillan con droga, sí. Hay mucha gente que está eligiendo esta salida porque no van al talego si los pillan», explican fuentes de AUGC.
Francisco Mena, presidente de la coordinadora contra la droga Alternativas y un histórico activista contra el narco en el Campo de Gibraltar va más allá: «Estamos empezando a perder una tercera generación. En 2015, hace ya nueve años, advertimos al entonces ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, de que podía ocurrir, y está ocurriendo. Lo venimos repitiendo desde entonces. Los adolescentes que se están incorporando ahora con 16 y 17 años al narcotráfico tenían entonces siete y ocho años, nada sabían de esta lacra y ahora están enrolándose».
Por eso se muestra muy crítico: «No se ha hecho absolutamente nada para impedirlo salvo la presión policial. Hacen falta políticas formativas y de empleo. No erradicaremos con ello el narcotráfico pero al menos una parte de estos chicos tendrá la oportunidad de elegir entre una vida honrada o el narco, una oportunidad que hoy por hoy no tienen quienes residen en barriadas desfavorecidas porque el narco siempre lo va a tentar».
Caldo de cultivo
Y añade: «Los jóvenes que viven en barriadas desestructuradas donde hay paro, pobreza, exclusión social y falta de oportunidades son caldo de cultivo para el narco. Siempre digo lo mismo: en este grave problema pesa más el código postal donde naces o vives que el genético. Si realmente queremos resolver este problema no podemos hacerlo sólo con policía y cárcel. Tenemos que darles otra opción de futuro a nuestros jóvenes lejos del narco».
La evolución de estas organizaciones criminales ante la presión policial y los propios robos entre ellos —los denominados vuelcos— están derivando también en una violencia extrema. Desde Jupol se asegura que esto sucede, sobre todo, con los narcos que llegan de Marruecos. «No tienen ningún respeto por la vida de un agente. Lamentablemente, esta violencia está calando en algunos jóvenes, que están copiando este modelo. No tienen respeto por la autoridad y además se arman hasta los dientes porque temen que bandas rivales les roben la droga. Cada vez se proveen de más armas de guerra y ante eso, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad poco podemos hacer. Ya hemos perdido a varios compañeros, sólo hay que recordar el asesinato de dos guardias en Barbate, pero con las armas cualquier día vamos a lamentar una desgracia».
Estas potentes organizaciones además se dotan de los últimos medios en tecnología para aludir la acción policial, lo que hace que la lucha contra el narco sea muy desigual. «No competimos en igualdad de condiciones. Ellos tienen los mejores medios, lanchas potentes, lo último en tecnología... Ahora están con la inmigración en barcos recreativos, además. También usan barcos pesqueros como tapadera para transportar droga. Es muy difícil. Las organizaciones además están perfectamente estructuradas. Cada uno tiene su rol perfectamente definido. No dejan nada al azar. Están totalmente profesionalizados», se asegura desde Jupol.
«Nos estamos jugando la vida sin medios suficientes y adecuados pero esta lucha es muy desigual. Hemos perdido a compañeros y otros muchos han resultado heridos. Por desgracia en algún tiroteo perderemos a otro. Lo tenemos muy claro. Tarde o temprano va a ocurrir», advierte Jupol.
Desde AUGC lo corroboran: «Innovan mucho porque tienen mucho dinero. No vamos a su ritmo ni por asomo. Si se cambiara el reparto del dinero y los bienes intervenidos a los narcos para la lucha policial otro gallo nos cantaría. Ahora sólo recibimos una pequeña parte. El OCON fue un ariete. Los puso en vereda hasta que se disolvió. Ahora hay más efectivos en las unidades antidroga pero no están dedicados con exclusividad».