MÁLAGA
El violonchelista de Sarajevo: un mito por la paz en Bosnia estafado en Torremolinos
Vedran Smailović fue socorrido por dos policías después de pagar un piso vacacional que no existía
El músico estaba perdido con su cuidadora, sin tener dónde ir, en silla de ruedas y cargado de maletas
Pasaron por calle Hoyos en Torremolinos. El subinspector Gamero y el agente Urbano iban en el coche patrulla (zeta) en el servicio de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional. Allí vieron cómo un hombre en silla de ruedas les llamaba la atención con la ... mano levantada. Llevaba un sombrero negro con un águila dorada, carabelas en el cuello en un colgante, un bolso de cuero con tachuelas, una camisa dorada y unos pantalones rojos. Era rubio, grande, con un frondoso bigote. Aquel hombre pintoresco pedía ayuda. El minusválido iba acompañado de una mujer y llevaban varias maletas, que estaban sobre la acera. Al acercarse, los policías comprobaron que la pareja había sido víctima de una estafa. Los dos agentes decidieron ayudarle, sin saber que aquel hombre defraudado era en realidad un icono de la paz en las guerras de los Balcanes. Estaban sin saberlo con Vedran Smailović (Sarajevo, 1956), conocido como el violonchelista de Sarajevo, cuya historia de resistencia ha quedado grabada en la historia más sangrienta del cerco de 1992 a 1996.
El minusválido es un símbolo vivo de la resistencia de la ciudad durante los cuatro años de sitio. Vedran Smailović pasó a la historia entre las bombas y los francotiradores por una acción de paz y resistencia. Su arrojo para tocar el chelo insufló esperanza a la población cercada. El 26 de mayo de 1992, un mortero cayó sobre la cola de una panadería de Sarajevo. Allí esperaban las familias ese día para poder obtener alimentos. El sitio al que era sometida la ciudad hacía que no siempre hubiera de todo, se pasaba hambre, no había luz ni agua y sólo ir a una fuente podía convertir al vecino de turno en diana de los francotiradores.
Ese día fatídico, la panadería había conseguido harina. En ese punto de la ciudad se podía comprar pan recién hecho en un Sarajevo famélico. Allí se formó una fila de personas para esperar su turno, cuando cayó sobre ellos una granada. La explosión mató a 22 personas. A pocos metros de allí, desde la ventana de su vivienda, el joven músico Smailović observó la masacre y decidió que no podían morir en vano.
Durante 22 días tocó su chelo en el cráter de una bomba entre francotiradores y fuego de mortero para honrar a las víctimas
El joven violonchelista era conocido por haber tocado varias veces en la Ópera de Sarajevo, en las Orquestas Filarmónica y Sinfónica de Sarajevo y en el Teatro Nacional. Era un talento cotizado. Y aquella tarde no lo dudó. Al día siguiente, agarró el violonchelo, se puso su esmoquin de gala y bajó a tocar para honrar la memoria de los muertos a las cuatro de la tarde. Durante 22 días se sentó en las ruinas de aquel edificio con su taburete, armado con su chelo, para disparar contra los francotiradores y bombarderos las notas de la canción más triste de su repertorio.
Un día tras otro, a la misma hora, con el esmoquin impoluto, se sentaba y tocaba para todos los sitiados el Adagio en sol menor de Tomaso Alboni. Una partitura reconstruida a partir de cuatro compases salvados de un museo arrasado en 1945 en Dresden. Convirtió la triste melodía del Adagio de Alboni en la banda sonora de la resistencia de Sarajevo.
Fue el músico en varios funerales durante el cerco de la ciudad, aunque suponía arriesgar su vida por los francotiradores, que no dejaban de disparar ni de noche ni de día sobre dianas andantes en las calles bosnias. El adagio también sonó en la Biblioteca de Sarajevo tras ser derruida en un bombardeo. Sobre aquellos escombros también se sentó con su instrumento llorando el saber perdido en aquel edificio.
En 1993, finalmente, Smailović logró dejar Sarajevo, que seguiría sitiada dos años más. Sin embargo, su voluntad resistió. Su historia dio la vuelta al mundo. El compositor inglés David Wilde compuso una obra para violonchelo que llamó 'El violonchelista de Sarajevo'. En 1994, el aclamado Yo-Yo Ma interpretó esa pieza en presencia de Vedran Smailović. Al acabar, las crónicas reseñan que ambos se fundieron en un abrazo. Ha viajado por medio mundo dando a conocer su historia y hasta ha sido protagonista de un libro.
Sobre su hazaña en el sitio de Sarajevo se ha escrito una pieza musical en 1994 y luego un libro en 2008
Steven Galloway publicó en 2008 la novela sobre su historia. 'El violonchelista de Sarajevo' fue aplaudida por la crítica y su nombre se grabó en la historia como un símbolo de paz. Pasó a un retiro a Irlanda del Norte. Allí tiene su residencia junto al mar. Ya no toca, está en silla de ruedas y le falta una pierna. Dijo a los policías que ya no podía tocar el violonchelo con el que halló esperanza en medio de la guerra.
En esas condiciones decidió pasar el pasado 12 de septiembre una semana de vacaciones en Torremolinos. «No sabíamos quién era. Nosotros lo socorrimos porque era una persona vulnerable. Primero lo tranquilizamos y luego decidimos ayudarlo en vez de enviarlo a poner la denuncia», explica el subinspector Gamero a ABC, quien dice que vieron al hombre abandonado en la calle y sin tener dónde ir. «Acababa de llegar al centro de Torremolinos en un taxi, se había bajado allí con su cuidadora y las maletas y el apartamento al que iban no existía. Era una estafa», añade.
Vedran Smailović había reservado por una plataforma de 'booking' y había pagado 500 euros por la reserva. Dinero que se dio cuenta que perdió en el momento en el que se bajó del taxi en Torremolinos. «El apartamento tenía cinco reseñas que decían que era una estafa, pero la plataforma no lo había retirado», afirma Gamero, quien explica que ante la situación en la que se encontraba el icónico músico le buscaron un hotel. «Nos dijo que tenía un presupuesto de unos 600 euros. Miramos por la zona y había uno que tenía adaptación para minusválidos a 750 metros», señala el subinspector. Los policías le gestionaron la reserva y lo llevaron.
«Nos gusta pensar que lo que hemos hecho es sólo parte de lo que el mundo le devuelve por lo bueno que él hizo en Sarajevo»
Subinspector Gamero
Policía Nacional
Así, los policías, ante la imposibilidad de llevarlo en el coche patrulla, agarraron la silla y se marcharon empujando a Smailović para el hotel. La cuidadora cogió las maletas. La comitiva era curiosa y la gente se quedaba mirando. «Cruzamos todo el centro de Torremolinos. Ahí, en el camino, fue cuando nos dijo quién era. No sabíamos nada. La gente por la calle nos miraba. Era algo raro. Al llegar al hotel El Pozo ya sí nos contó bien toda su historia y supimos quién era realmente», explica Gamero.
El violonchelista ha pasado una semana de vacaciones en Torremolinos, pese a la estafa sufrida, y en esos días no ha perdido contacto con sus salvadores cuando se vio desvalido, solo y defraudado en un país extraño donde sólo quería descansar al sol y beber cerveza. Intentó dar a conocer lo que le había ocurrido para agradecer el trato que le brindó la Policía Nacional, pero no tuvo éxito.
Smailović lo comunicó al hotel, que volvió a contactar con los dos policías. Gamero y Urbano acudieron a verlo, tomaron un café, mientras el bosnio se pidió una pinta de cerveza. En la terraza del hotel firmó el libro de agradecimientos de la comisaría. Al final, el violonchelista pudo disfrutar de unas vacaciones gracias a los dos policías. «Nos gusta pensar que lo que hemos hecho es sólo parte de lo que el mundo le devuelve por lo bueno que él hizo en Sarajevo», afirma Gamero.
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