Nieve para conservar los manjares del Rey

En la primavera de 1624, en el Coto de Doñana, el Duque de Medina Sidonia organizó una cacería para el Rey Felipe IV a la que acudieron 1.200 invitados. En las crónicas de la época se reseña que, para mantener los alimentos que iban a ser servidos en los banquetes, se ordenó traer cada día seis cargas de nieve desde Ronda con cuarenta y seis acémilas, que eran las yuntas de mulas para el transporte de mercancías. Ese hielo salió de uno de los pozos de la Sierra de la Nieves, repartidos por lo que será el nuevo Parque Nacional, que conservan la historia de un próspero negocio en el sur de España. Esta industria artesanal se fundamentó en la producción de bloques con la nieve que recogía en unos pozos, que siguen dispersos para la montaña. Era el tiempo en el que los alimentos se guardaban en salmuera, adobos o conservas, que se sumaban al fruto del trabajo de los neveros, que eran los que se ocupaban de almacenamiento de nieve en la sierra. Los principales están situados la sierra de Yunquera y Tolox, en el lugar denominado Puerto de los Ventisqueros. Los que se conservan tienen entre ocho y diez metros de diámetro con una profundidad cinco metros. Los trabajos comenzaban en primavera, cuando acaban de caer las últimas nevadas. Es cuando los neveros cortaban la nieve con palas en la montaña y la llevaban hasta el pozo, donde la vertían y prensaban con grandes maderas. Así es como la convertían en bloques de hielo de medio metro de grosor. Encima de ese bloque, se extendía una capa de paja, para ubicar prensado otro ladrillo de medio metro de grosor. Así hasta llenar todo el pozo de la nieve. Los pozos tienen paneles explicativos que detallan esta industria desparecida - Francis SilvaEstas construcciones circulares, que aún se conservan por toda la Sierra de la Nieves, tienen un desagüe en la zona inferior. Estaba para evacuar el agua del deshielo, ya que era perjudicial para la conservación de la nieve porque podría derretir el hielo conseguido. Las paredes son de piedra y se construían preferentemente en las zonas umbría, siempre orientados al norte para conseguir las mejores condiciones térmicas para la conservación del hielo.Ya en el verano, por la noche, para evitar las temperaturas más elevadas, se subía con las mulas al pozo de la nieve y se sacaban los bloques para repartirlos. «No sólo hay crónicas hablan de Doñana, pero también de Sevilla y, sobre todo, de Málaga y los pueblos de alrededor», explica Rafael Haro, director del parque natural de la Sierra de las Nieves. Los bloques de hielo se preparaban en capachos de esparto de 50 kilos. Eran envueltos con paja fina y helechos para evitar que se derritieran en el camino, puesto que la mayoría de los portes se hacían entre mayo y octubre. A partir de 1870 comenzaron a abandonarse, desapareciendo en los años 30 del siglo XX. La industria se desmoronó con la aparición de las primeras máquinas productoras de hielo, ideadas por Tellier, inventor del frío industrial.

Nieve para conservar los manjares del Rey

Los pozos de la nieve eran un próspero negocio para enfriar alimentos cuando aún no había frigoríficos

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