Un ADN en una cremallera y un registro de 1871 hicieron caer a un asesino en serie de Málaga que volvió a matar hace dos años
'El Titi' esta en prisión por la muerte de un joven de 21 años en Los Montes de Málaga
En su historia hay cuatro asesinatos en los años 80, por los que fue condenado a 123 años de prisión
![Detención del sospechoso en un bar de Badajoz](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/20/titi-malaga-detenido-R3KkfG75nsZJJfuuR66Y2RK-1200x840@diario_abc.jpg)
El ADN en una cremallera y una investigación genealógica de un apellido hasta 1871 han vuelto a meter entre rejas a José Jurado, 'El Titi' o 'Dinamita Montilla'. El viejo asesino condenado a 123 años de prisión en serie ha vuelto a ser cazado después de matar a joven de 21 años en Los Montes de Málaga hace dos años. La tarde antes de localizar el cadáver, día 29 de agosto de 2022, la víctima se había dirigido a una casa de aperos propiedad de sus padres, en Los Montes, donde se disponía a recoger unas algarrobas.
Allí, tenía el permiso de los dueños de las fincas colindantes para recoger los frutos, actividad que le permitía sufragarse los gastos de un joven estudiante. Sin embargo, aquella misma tarde, el chico contactó telefónicamente con su padre, a través de WhatsApp, y le llegó a informar que se había topado con un cazador armado, junto a la casa de aperos, y que llegó a ofrecer agua al desconocido en un intento de ganarse su confianza ante lo inesperado de la situación.
En similares términos, la víctima se refirió en un chat de grupo compartido con unos amigos, avisando que se había encontrado con un extraño con una escopeta, en Los Montes. A partir de ese momento, ya nadie volvería a tener contacto con la víctima, localizada sin vida a la mañana siguiente, sobre las 08.30 horas «con herida por arma de fuego en cabeza y cuello».
Según la inspección ocular llevada a cabo por los investigadores de Policía Judicial y Policía Científica, la víctima recibió dos disparos: un primer impacto de cartuchería de postas, y un segundo, «a bocajarro», con munición de perdigones.
De esta manera, daba comienzo una complejísima investigación, en la que, de partida, no se contaba con testigos directos de los hechos ni tampoco con imágenes de cámaras de seguridad. Tampoco servían las triangulaciones de telefonía, debido al gran volumen de terminales en la zona. Eso sí, en la escena del crimen, los agentes recabaron una serie de indicios y vestigios que resultarían más tarde fundamentales para incriminar al sospechoso. Sobre todo, el ADN de una de las cremalleras.
60 declaraciones
Las primeras pesquisas se centraron en identificar y tomar declaración a todos los cazadores autorizados en los puestos de caza o aguardos de la zona, tanto los actuales como de los últimos años. Del mismo modo, se interrogó a los agentes forestales, a la asociación de vecinos y de cazadores; cazadores furtivos, a los guardeses de la zona, vecinos de las casas y diseminados colindantes. Cada pista era cotejada. Modelos de coches por desguaces, tipos de armas o simples descripciones.
Asimismo, se estudió y tomó declaración, a través del Registro de la Propiedad, a los propietarios actuales e históricos de las tierras donde ocurrieron los hechos.
Durante las semanas y meses que siguieron al inicio de la investigación, se contrastaron todas y cada una de las informaciones que aportaban los vecinos. Fueron más de sesenta declaraciones e innumerables entrevistas y buceo en registros y archivos que pudieran aportar luz sobre lo ocurrido. Hubo más de 150 actuaciones registradas.
Paralelamente, los investigadores tiraban de otro hilo, en el ámbito científico. Unos vestigios de tipo biológico, hallados en una cremallera de la mochila que portaba la víctima el día de su muerte, marcaban otra línea de investigación, que permitiría seguir la pista de un perfil genético. Tras meses de indagaciones, el pasado septiembre la investigación dio un giro fundamental.
Una mochila
Precisamente, ese estudio científico, apoyado en las bases de datos existentes de toma de muestra de ADN a personas detenidas, permitieron identificar, inicialmente, un perfil genético de una persona que no guardaría relación con los hechos investigados, pero que sí les conduciría hasta un pariente suyo , que podía estar relacionado. Para eso, los investigadores se fueron hasta registros y censos de 1871, para hace el árbol genealógico.
Así, diseñando un árbol genealógico a partir del perfil genético obtenido, la Policía Nacional llegaba hasta el sospechoso de la comisión del asesinato, un sexagenario afincado en Málaga, con numerosos antecedentes por delitos contra las personas, que, según las pruebas recabadas, está tras el crimen. Se había cambiado los apellidos, por lo que todo se dificultó, pero al fina resultó que era el asesino en serie que, en los años 80, había matado a cuatro personas en Málaga.
Finalmente, el pasado jueves, agentes del Grupo de Homicidios de la Comisaría de Málaga se desplazaban hasta la provincia de Badajoz, donde habían situado los últimos movimientos del investigado, y procedieron a su detención. Sus redes sociales fueron las que cantaron. En su Tik Tok, con más de 3.000 seguidores, narraba sus viajes.
Los agentes lo siguieron desde el Norte de España a Madrid y desde ahí a Badajoz. En el bar de un pequeño pueblo extremeño fue detenido. El arrestado por estos hechos pasó a disposición del Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga, habiéndose decretado su ingreso en prisión provisional.
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