Misterios de Jaén: las otras 'Caras de Bélmez'
Otra vecina de la localidad ha asegurado que vio 'caras' de este tipo en su vivienda pero no quería contar nada
Misterios de Jaén: las enigmáticas 'Caras de Bélmez'
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¿Se ha preguntado cuál sería su reacción si viviera un fenómeno paranormal en primera persona? Tal vez sí y tal vez no, o mejor no tenerlo en la cabeza no se haga realidad. Es lo que sucedió con una vecina de Bélmez de la Moraleda y cuya experiencia les quiero relatar.
No ha autorizado a que se facilite su nombre: «Para qué quiero yo más, estoy como para que se me monte a mí lo mismo que a la pobre María en su casa», me decía. Me presté a escuchar lo que me tenía que contar que, les garantizo, es del todo punto sorprendente.
«Hace tiempo que en casa notó como si no estuviera sola, como si estuviera acompañada y, la verdad es que es una sensación incómoda. Nunca he tenido miedo y, la verdad, es que la casa es antigua y también puede ser un problema de cómo percibo yo la casa, no es, es de la familia y la verdad es que tengo muchos lazos con ella», me explicaba sin comprender yo bien a dónde quería llegar.
Le pedí que concretara una vez que sabía la relación que tenía con la casa y comenzó a decirme:
«Yo cuando pasó todo lo de María Gómez [Cámara] y su casa con el tema de las 'Caras' [de Bélmez], me quedé impresionada, yo era pequeña pero recuerdo la que se formó y las opiniones y comentarios de la gente del pueblo y de los vecinos. La cosa es que en todo este tiempo hemos ido viendo cómo todo eso ha ido pasando y cómo la casa era visitada por gente muy importante del misterio».
«Es más, en muchas ocasiones hemos hablado de como reaccionaríamos de haber nosotros vivido allí. Mi madre siempre decía que ella se negaba a vivir con esas caras y que se hubiera ido de allí, y puede que yo también». «La cosa es que en mi casa, que es de la época de la de María [Gómez Cámara] y también, como todas, necesita reformas. Bueno, hay una parte que no le hemos hecho nada nunca y que planteamos de hacerle mejoras y que sirviera de habitación, con baño, a quién viniera a casa o un estudio para los niños, tú sabes, darle otra utilidad. Nos pusimos a desalojar la habitación, que es grande, de unos 20 metros cuadrados al menos, que es grandecita. Bueno, aquello ha sido un trastero toda la vida, el cuarto de los cacharros. Bueno, desocupamos aquello y aún tenía el suelo hasta con el cemento, no tenía lozas. Entonces cogí un cubo y comencé a limpiarlo. Aquello se secó y vimos ya todo el espacio limpio. Dijimos de arreglar las paredes y echar un suelo. La cosa es que a mí me llamó la atención una mancha negruzca que había delante y pensé que era agua que no se había secado. Cuando llegamos lo que vimos fue, perfectamente, una cara, una cara que nos miraba. Entonces dijimos que había que echar un suelo allí lo antes posible y no hablar siquiera de eso. Vamos, mi marido ha sido quién ha puesto el suelo, yo creo que no se enteró nadie, y el resto ya con más tranquilidad y menos miedo. Pero vaya, que puedo decir que en mi casa hay una 'Cara de Bélmez' », sentenciaba.
«¿Y no te hubiera gustado que se conociera? ¿No hubiera preferido que hubiera sido parte de un misterio universal como el de las teleplastias», pregunté. Su respuesta: «No», rotundo. «Después de ver cómo la pobre de María ni tenía privacidad ninguna y cómo se decía que era ella la que «pintó» las caras pues ni quiero ni lo deseo, por eso el pedirte la confidencialidad, hay cosas que son sagradas», finalizó.
En alguna ocasión he escuchado decir que en Bélmez de la Moraleda hay más «caras» [teleplastias] que las de la casa de María Gómez Cámara, ejemplo de ello es, quizás, la de Felipa en calle Cervantes –dónde también tuve la oportunidad de estar invitado por un buen amigo como Pedro Amorós- y tal vez esta otra que puede verse acompañada de otras más aunque todo ello es como un «secreto de sumario» sólo divulgado por aquellos que saben que a sus pies puede esconderse «otra realidad».
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