La herencia maldita del marido de la 'duquesa roja'
La hija ilegítima de Leoncio González de Gregorio lleva pleiteando once años con sus hermanastros por una herencia valorada en unos 12 millones, incluido un palacio en Soria. Una juez le ha dado la razón, pero la disputa prosigue en los tribunales
![Palacio de Quintana Redonda, en Soria, uno de los bienes que dejó el marido de la 'duquesa roja'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/13/montaje-palacio-padre-hija.jpg)
Ni en sus peores sueños pudo imaginar el aristócrata Leoncio González de Gregorio y Martí que, más de 16 años después de su muerte, su patrimonio iba a ser objeto de una encarnizada disputa entre sus descendientes. Seguramente no sería lo único que sorprendería ... al que fuera marido de la 'duquesa roja'. Diez años después de fallecer, el 5 de diciembre de 2018, un juzgado de Madrid reconoció como suya a la hija que nació fruto de un romance esporádico con la criada de la casa familiar en Badajoz de los condes de la Puebla de Valverde.
La empleada doméstica se quedó prendada del joven hidalgo y fue despedida por la familia al enterarse de que estaba embarazada. De aquella breve relación sentimental nació Rosario Bermudo en el año 1951, que nunca fue reconocida por su padre. Eso sucedió años antes de que el noble soriano emparentara con uno de los linajes más antiguos de España al casarse con Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura (1936-2008), la XXI duquesa de Medina Sidonia y tres veces Grande de España.
Rosario Bermudo tiene ahora 73 años, lleva diez jubilada, y los últimos once los ha pasado pleiteando con sus hermanastros. Primero, para que se reconociera su filiación ante los ojos de la ley. Para conseguirlo, tuvo que contratar a un detective privado que se hizo con una muestra del ADN de su hermano Leoncio. También hubo que exhumar el cadáver de su padre que descansaba en el panteón familiar del cementerio de la localidad soriana de Quintana Redonda en una gélida mañana de marzo de 2017. Pero no terminó ahí su batalla legal.
Acuerdo económico con dos de sus cuatro hermanos
El paso siguiente era acceder a la parte del tercio de la herencia legítima que le corresponde y que se había repartido entre otros cuatro hijos del antiguo patriarca de los Medina Sidonia: Leoncio, Pilar y Gabriel —hijos del matrimonio con la duquesa— y Javier, vástago de otra relación extramarital con Marta de Molina von Stranz. Tanto Gabriel como Javier, los pequeños de la saga, llegaron a un acuerdo económico para indemnizar a su 'nueva' hermana con la herencia que le tocaba antes de que un juzgado de Soria diera la razón a Rosario.
La magistrada ordenó el abono de dicha deuda en metálico, como había pedido su abogado, Fernando Osuna. El letrado, especializado en la defensa de hijos ilegítimos, reclamaba 2.240.000 euros y, subsidiariamente, 1.120.000, que fue la cantidad que finalmente reconoció la juez. Con una sentencia a su favor, Rosario Bermudo sigue pendiente de cobrar la mayor parte de la herencia de su difunto padre.
Un palacio valorado en 4,6 millones
El patriarca de los Medina Sidonia dejó más de 80 bienes, según el inventario de la escritura notarial, repartidos entre fincas rústicas, explotaciones ganaderas, silos, viviendas, varios coches, al menos ocho fondos de inversión, ahorros en cuatro cuentas bancarias y un monte de pinos que Pilar le ofreció sin éxito a su hermanastra para quitarle la idea de pleitear. La joya de la corona es el Palacio de Quintana Redonda, en la misma localidad soriana, construido a mediados del siglo XVIII, donde hoy se organizan bodas y otras celebraciones. Estaba tasado en 4,6 millones.
Pilar González de Gregorio y su hermano Leoncio, primogénito de la 'duquesa roja', no le están poniendo fácil la transmisión del legado. La primera ha optado por recurrir ante la Audiencia de Soria, a pesar de que las costas judiciales pueden superar ya los 30.000 euros. Lo mismo ha hecho su hermano Leoncio quien, en el último momento, se descolgó del pacto económico suscrito por los otros familiares.
La aristócrata fue declarada la heredera universal del patrimonio del hidalgo, que en su día se valoró en 11.774.527 euros y recibió más bienes que el resto de hermanos. Por ello tiene que hacer frente a una factura mayor, que puede rondar el millón de euros sumando las costas e intereses. El letrado de Rosario ha pedido que se adelante la ejecución de la sentencia al margen del desenlace del recurso.
Rosario Bermudo: «Lo que dice la juez es lo que vale»
La hija no reconocida del noble está tan cansada como decepcionada. «Pensaba que esto había acabado ya. Me he quedado de piedra», responde Rosario a ABC, al otro lado del teléfono. tras conocer que este culebrón judicial no ha terminado. «Yo no me voy a poner a su altura. Creo que lo que dice la juez es lo que vale, no lo que diga ella», declara sin ocultar su enfado con su hermanastra Pilar. Asegura que lo que le han pagado Javier y Gabriel, que puede superar los 300.000 euros, le ha permitido saldar las hipotecas de sus hijos. Tras tapar los agujeros, «yo me he quedado sin nada», añade.
Su madre tuvo que emigrar a Madrid para trabajar limpiando casas y dejarla a ella con sus abuelos en Écija, donde la apodaron 'La condesita'
Jubilada hace diez años y con tres hijos, Rosario estuvo trabajando en una clínica y una residencia de mayores. Antes, se había ganado la vida «limpiando escaleras y portales», como su difunta madre cuando tuvo que emigrar a Madrid y dejarla a ella con sus abuelos en Écija, donde la apodaron 'La condesita'.
La 'nueva' hija del aristócrata sobrevive con una pensión de 600 euros y un marido enfermo en un piso humilde de Torrejón de Ardoz (Madrid) que está en las antípodas de un suntuoso palacio. La millonaria herencia de su difunto padre era una manera de resarcirse de todas estrecheces que ha tenido que padecer por ser hija de una madre soltera en la España de posguerra.
«Ante la ley yo soy su hermana. Eso no lo cambia nadie», clama Rosario. Lo es ante la ley, como dictaminó el Tribunal Supremo, y pronto va a serlo también en su DNI. Avanza que va a pedir cita en el Registro Civil para ponerse el apellido de su padre. No tiene prisa. Ha aguardado 73 años para que se reconozca su verdadera identidad. Y aún deberá esperar un poco más para cobrar la herencia de su difunto padre.
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