Los rescatadores de las montañas de Granada se sinceran: «Poco nos llaman para lo que pasa»
Los especialistas del Greim han realizado este año más de cien rescates, una cifra similar a la de 2023, algo que achacan a la afluencia de gente y a las imprudencias
Las operaciones de este cuerpo de la Guardia Civil son gratuitas, aunque saben que si se multaran tampoco habría menos negligencias: «En Suiza, eso no es disuasorio»
Imprudencia en el Mulhacén: a 3.400 metros de altura en chándal y zapatillas de deporte
Rescate de un accidentado en Los Cahorros, en el término municipal de Monachil
Noticias como las que siguen son casi cotidianas: el 22 de abril de 2024, dos excursionistas polacos fueron rescatados cuando bajaban el Mulhacén, el pico más alto de Sierra Nevada. Iban con zapatillas de deporte, así que lo raro es que pudieran llegar ... a todo lo alto. Tampoco llevaban ropa de abrigo.
Otra, también de este año: el 4 de septiembre, tres senderistas sin ropa de abrigo ni luz también tienen que pedir ayuda porque habían quedado atrapados en los Lavaderos de la Sierra. Tampoco llevaban la ropa adecuada a pesar de que estaban a casi 2.700 metros de altitud. Cuando llegaron a por ellos, tenían indicios de hipotermia.
Y una más: el 23 de octubre apareció en una finca de Órgiva un francés de 63 años que había estado tres días perdido. Se fue con su familia de excursión por la zona de Capileira y decidió bajar solo. Se perdió y sobrevivió a duras penas.
La relación podría ser más larga, pero, como se ve, hay un hilo que une todas estas historias: sigue habiendo mucha gente que no le tiene a la montaña el debido respeto. Y eso que el Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (Greim), un cuerpo de la Guardia Civil, está harto de repetirlo.
A lo largo del año pasado, estos especialistas realizaron un total de 110 rescates. En 2024 llevan 100, de los cuales 85 han sido en la provincia de Granada y los otros 15 en Jaén y Almería, donde también operan. El presente ejercicio no ha acabado, así que la cifra final puede incluso superar la del anterior.
Un componente del Greim baja una pared casi vertical
Alberto Rodríguez es teniente coronel y jefe de la unidad aérea de Huesca, pero conoce el paño porque trabajó en Granada entre 2001 y 2008 y ha sobrevolado cientos de veces Sierra Nevada en helicóptero. Su mensaje, no por ser dicho de manera distendida, deja de tener su gravedad: «Lo que nos extraña es que no nos llamen más».
Pero si dice eso es porque a la montaña acude muchísima gente, que en general va preparada pero que, aun así, sufre accidentes. «La mayoría de la gente que he rescatado no hizo nada mal, no puedo decir que todo lo que pasa ahí arriba es por imprudencias, ni mucho menos, aunque también es verdad que una minoría va sin conocer que las circunstancias, allí, cambian en un rato, que de pronto puede entrar un frente frío y bajar la temperatura veinte grados. Es un medio hostil al que siempre hay que tener respeto», afirma.
¿Los que son imprudentes deberían ser multados o castigados? Ante eso, el teniente coronel indica que, por lo pronto, es difícil demostrar una imprudencia. «Para un profesional, subir en zapatillas de deportes el Mulhacén puede no serlo, así que el que lo ha hecho dice que es profesional y ya está. En el caso de un accidente en casa donde han tenido que ir los bomberos, demostrar la negligencia es más fácil», detalla.
Hila eso con la posibilidad de cobrar por ese tipo de rescates, como sí hacen los bomberos o el personal de la estación de esquí de Sierra Nevada si ha tenido que echar mano de las máquinas quitanieves, por ejemplo. Pero entiende que las sanciones económicas, por lo pronto, serían difíciles de aplicar por lo ya dicho de probar el error –«en Cataluña, donde sí se ha propuesto eso, aún no se ha hecho efectiva ninguna multa», precisa- y además, por regla general, tampoco son «un elemento disuasorio. En ese sentido, recuerda que en Suiza sí que se multa «y la gente no deja de cometer imprudencias por eso».
¿Qué tal darles una bronca, por lo menos? «Eso sí, eso sale gratis», bromea Alberto Rodríguez, que en tono más serio precisa que, en los casos que ha visto, lo primero ha sido, por supuesto, socorrer a los heridos cuando los había, y después hablar con los excursionistas para hacerles ver que no han sido muy sensatos. «Aunque en realidad ellos saben que lo han hecho mal, son imprudencias que ahora tienen mucha relación con la inmediatez: el hacerse un selfie para subirlo de inmediato a las redes… Eso, en una ciudad, vale, pero la montaña es otra cosa y no hay que frivolizar», sentencia.
Hay excursionistas que han subido al Mulhacén con zapatillas de deporte
Pero para llegar allí arriba y rescatar a quienes lo necesitan, hayan sido o no imprudentes, hay un proceso, un protocolo de actuación. Comienza normalmente con una llamada del servicio de emergencias 112, que traslada al grupo de montaña la primera información. «A partir de ahí, la analizamos y valoramos, porque muchas veces se trata sólo de gente desorientada y la situación se arregla con facilidad», subraya el teniente coronel.
«Si nos activamos es que hay motivos», continúa, para añadir que, en ese caso, la salida es rápida: el tiempo de reacción no suele exceder de los diez minutos y, si hay que tirar del helicóptero, que está en la base del aeropuerto de Granada, desde allí se tardan otros 15 o 20 minutos en plantarse, ya volando, en mitad del macizo. «En una hora como mucho podemos estar en cualquier parte», prosigue.
A partir de ahí, cada rescate es un mundo y requiere una configuración: equipo de neopreno, personal médico o, lo que es más peliagudo, necesidad de volar de noche. Los vuelos nocturnos están prohibidos desde el aeropuerto; otra cosa es que el rescate se prolongue y se haga de noche en la montaña. «Tenemos una carta de exenciones, podemos volar de noche de regreso, es algo que queda a criterio del comandante de la nave. Si decide que sí, se hace», concluye.
Rubén Santos es capitán de la Guardia Civil, jefe de la unidad aérea de Granada y coordinador de cinco grupos de rescate, ubicados en Granada, Málaga, Baleares, Valencia y Canarias. Así, cuando hay un operativo que requiera la presencia de más de un Greim –como ha pasado en la DANA de Valencia, por ejemplo- ha dirigido las tareas y supervisado el envío de personal de emergencia.
Trabajan a su cargo en Granada a 18 especialistas y medios materiales que incluyen un helicóptero, seis vehículos todoterreno y una furgoneta. Van sobre todo a Sierra Nevada, pero también a otras zonas de la provincia donde ocurren accidentes, como el Río Verde, muy frecuentado por barranquistas expertos, pero también por senderistas menos conocedores del medio.
Puntos negros
A Rubén Santos le llama la atención que muchos accidentes «se suelen producir en las mismas zonas», que serían, por establecer una similitud, como los puntos negros de las carreteras. Conocerlos, incide, es fundamental no sólo porque permite a los especialistas «ser más precisos», en el sentido de ir a tiro hecho, sino también trabajar en la prevención.
«Hay un punto llamado Cerro Huenes, en la falda de Sierra Nevada, dentro del municipio de La Zubia, donde mucha gente se ha perdido porque, cuando se hacen labores de poda o limpieza, se abren caminos que en un momento dado desaparecen de forma abrupta, lo que deja atrapados a veces a familias que van allí a pasear con niños y demás, sin GPS ni nada que se le parezca», relata.
Allí ya se está trabajando para colocar hitos y señales informativas, algo que también empieza a hacerse en Río Verde o en Los Cahorros, en todos los casos en colaboración con los ayuntamientos de la zona y con instituciones como el Espacio Natural de Sierra Nevada o la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Los rescates se complican cuando se hace de noche
También ha vivido situaciones angustiosas, aunque matiza que, por lo general, cuando su grupo ha llegado al punto del accidente, ya tenía parte del trabajo hecho. «Nuestro protocolo contempla que la llamada de auxilio entre directamente en nuestro teléfono de guardia, así que podemos hablar sin intermediarios. Eso es muy eficaz porque nos permite ir tranquilizando a quienes tenemos que rescatar, decirles qué deben hacer y qué no. Ellos ven que hay una atención personalizada y, aunque no por eso dejan de estar nerviosos, siguen nuestros consejos y así todo es más fácil».
Y ha dado con negligentes y con reincidentes. Recuerda el caso de un hombre al que rescataron por la noche, con hipotermia, en un paraje próximo al Mulhacén, y al que un año después hubo que socorrer son signos de deshidratación en otro conocido monte de la zona, el Alcazaba.
En ambos casos, comenta, el excursionista cometió (podría decirse que encadenó) tres errores muy frecuentes: «Acudir a la montaña con material escaso o inadecuado, ir solo y perseverar en su aventura aunque empiece a ver que hay signos de problemas».