Alumnos de ESO buscan micrometeoritos en los tejados de Granada
El profesor de Física Javier Cáceres enseña a sus alumnos a localizar y distinguir minúsculas piedras que impactan contra la Tierra desde la Luna, Marte y otros planetas
Su objetivo es implantar como materia de estudio la Astrobiología, rama de la ciencia dedicada a descubrir el origen de la vida
El astrofísico andaluz que ha hallado un centenar de planetas: «Descubrimos cosas que superan nuestra imaginación»
![La esfera metálica del centro de la foto es un micrometeorito localizado por el profesor](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/11/23/portadameteoritos-R5bRBLUW4L0e1TMcgb6zVHM-1200x840@diario_abc.jpeg)
Si un profesor propone a los alumnos ir a buscar micrometeoritos, que nadie se extrañe ni se lo tome a guasa. Existen, no son como los gamusinos, esos pájaros imaginarios con los que se engaña a los cazadores primerizos. El docente que ha hecho tal ... cosa se llama Javier Cáceres y sus pupilos son chicos de 13 y 14 años que cursan Tercero de ESO en el Instituto de Secundaria Zaidín Vergeles, en Granada capital.
Cáceres sabe de qué va la cosa. Nacido en Granada hace 49 años, es licenciado en Física, hizo un doctorado en Estados Unidos y Holanda, trabajó en el Instituto Andaluz de Astrofísica y, después de dar clases en Marbella, donde hizo sus primeros pinitos en la enseñanza de la Astrobiología, ahora continúa por ese camino en su ciudad natal.
Lo de Marbella no fue ninguna medianía. Hasta físicos de la NASA felicitaron al centro educativo malagueño por el gran trabajo que habían realizado los alumnos de Primero de ESO del instituto Pablo de Saz por su teoría, desarrollada durante años, sobre los ciclos de las manchas solares.
Él es un apasionado de los meteoritos, una afición que le ha llevado, por ejemplo, a visitar el Museo de Historia Natural de Nueva York para ver uno de los más bonitos del mundo, el Willamette. Posee una colección privada y no sólo se pirra por los grandes, esos que llegan a pesar kilos, sino también por los de tamaño casi microscópico, o directamente sin el casi.
![Javier Cáceres posa con el meteorito Willamette en Nueva York](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/11/23/meteoritosdentro2-U62803171754eko-760x427@diario_abc.jpeg)
«Caen millones de micrometeoritos en la Tierra, no es ninguna exageración. Algunos de ellos son tan pequeños que quedan flotando en las nubes y terminan cayendo sobre las terrazas y los tejados. Otros acaban en las piscinas, que la gente cuando las limpia debería mirar bien, porque una piedra negra en el fondo igual no es lo que parece. Pueden caer en las aceras y recogerlos los barrenderos, pueden estar en todas partes…», resume. Dicho lo cual, la consigna está clara: «Granada está llena de meteoritos; vamos a encontrarlos».
Los que caen en los tejados y las terrazas son los que están estudiando sus alumnos de Física y Quimica. «Lo primero que hice fue instruir a los alumnos sobre la historia de los meteoritos y los micrometeoritos para, más adelante, recoger con ellos tierra caída de los canalones. Yo mismo me subí a una escalera para sacarlos de las zonas altas», recuerda, como también que los chicos estaban «realmente ilusionados, fue una experiencia que les gustó mucho».
Después vino la hora de la verdad: analizar lo encontrado. Sobre toda esa tierra se pasaron imanes para detectar qué objetos metálicos había. Los que se quedaban pegados podían (o no) ser meteoritos de pequeño o ínfimo tamaño. Se distinguen de los metales corrientes en que «son bolas esféricas brillantes de una forma tan perfecta que ningún mineral de la Tierra las puede formar».
Los más grandes incluso se podían ver a simple vista, aunque sólo «la bolilla». Para mirar bien a los demás hubo que recurrir al microscopio. En total ya han dado con casi una decena, pero el trabajo, resalta, no ha hecho más que empezar. Su idea es seguir en ello en el instituto, pero también que otros centros educativos se puedan sumar. «Granada puede ser el primer lugar de España donde se estudie la materia de la Astrobiología, que por ahora únicamente se cursa en Estados Unidos, Inglaterra, Australia y en algunos institutos de Roma, en Italia».
Para empezar la casa desde los cimientos, por lo pronto ya tiene decidido que, para el curso que viene, va a pedirle a los responsables del instituto donde ahora da clases que allí se implante la Astrobiología, la ciencia que estudia la búsqueda de la vida y el lugar donde ésta se origina en el Universo. «Gracias a esa disciplina podemos saber qué tipos de vida hay, dónde se encuentran, si existe en esos planetas que se están encontrando, por ejemplo desde el Instituto Andaluz de Astrofísica que hay en Granada… Nos puede permitir saber si estamos solos o no», comenta, realmente ilusionado.
![Señaladaos por flechas, otros micrometeoritos, que caen continuamente a la Tierra](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/11/23/meteoritosdentro1-U68428501367rWR-760x427@diario_abc.jpeg)
Es lo que se hace con los meteoritos de gran tamaño que se han hallado, que han llegado desde la Luna, Marte y otros planetas. Lo que pasa es que los micrometeoritos, por razones obvias, necesitan de un material más potente para ser estudiados a fondo. «Ojalá tuviéramos aquí un microscopio de Alta Resolución con el que se observan en Noruega», se lamenta.
No obstante, se conforma con lo conseguido hasta ahora. «Veo que a los alumnos les han encantado las prácticas que hemos hecho hasta ahora, trabajando con la tierra, con los imanes, con el microscopio… Creo que tres o cuatro estudiantes de ese curso tienen madera como para que en el futuro sean astrofísicos, y lo digo en serio», subraya.
Le encantaría que la práctica de estudiar micrometeoritos se extendiera todo lo posible. «Es que pueden estar literalmente en cualquier sitio –insiste- y algunos es posible que lleven aquí muchos años, porque están hechos de minerales como el hierro o el zinc, que no se disuelven».
Y como pueden estar en cualquier parte, repite su consejo a quienes tienen la fortuna de contar con una piscina: «Si ven rocas negras, no las tiren. Que sepan que en Estados Unidos hay programas científicos que se dedican a recogerlas y estudiarlas, así que no veo por qué no podríamos hacer aquí lo mismo».
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