Fajalauza, referente centenario de la cerámica en Granada, busca fondos para evitar el cierre
La empresa, cuyos primeros trabajos datan de 1517, está en una situación muy delicada pero una fundación trabaja desde hace cinco años para evitar su desaparición
Las donaciones de particulares han permitido recuperar buena parte de las instalaciones, que estuvieron 30 años abandonadas, pero restaurar el tejado cuesta 40.000 euros
Hay documentos que demuestran que, en 1517, la familia Morales ya se dedicaba a la cerámica en Granada. Aquello fue el germen de lo que entre finales del siglo XVII y principios del XVIII se constituyó como Cerámica San Antonio y, ya en ... el XX, pasó a llamarse Fajalauza, un emblema del barrio del Albaicín en particular y de la ciudad en su conjunto Una referencia ineludible cuando se habla no sólo de cerámica, sino de arte en general.
Para describir el momento actual de Fajalauza, uno de los patronos de la fundación que desde 2018 trabaja por su restauración y conservación, José Miguel Márquez, utiliza una frase algo contradictoria: «La situación es crítica, pero la empresa no corre peligro, la vamos a salvar, somos optimistas en eso».
El problema principal es que las instalaciones están muy deterioradas. Las instalaciones que ocupaba la fábrica histórica, de poco más de 1.500 metros cuadrados, estuvieron abandonadas durante más de treinta años en el siglo XX. Aunque con las actuaciones llevadas a cabo en este último lustro se ha conseguido recuperar el cuarenta por ciento del espacio disponible, aún queda mucho por hacer.
Lo más costoso es reparar la cubierta del obrador de la antigua fábrica, una obra que se presupuesto en más de 40.000 euros pero que podría valer más «porque nos dicen que eso tendrían que examinarlo y que si hay que cambiar diez vigas, valdría 40.000, pero si tienen que sustituirse más, entonces sería más caro. Hasta que no se inicien los trabajos, no lo podemos saber», puntualiza Márquez.
A través del micromecenazgo, la fundación ya ha conseguido 24.000 euros y los trabajos «se van a iniciar, eso seguro». Será el primer paso hacia la «recuperación definitiva» del espacio, en el que desempeñan tareas a diario cinco trabajadores que están en nómina «y un ejército de voluntarios» que ejercen «un montón de funciones».
Fuente de riqueza para el futuro
Porque la fundación pretende que las instalaciones, que por ahora producen y generan dinero para mantenerse «y que al menos no haya pérdidas», sean además un foco de creación de riqueza económica mediante iniciativas como montar allí un museo o programar rutas guiadas que buceen en la larga historia de la empresa.
Lógicamente, los cinco patronos de la fundación se afanan en encontrar cuantos más apoyos mejor. Mantienen numerosos contactos con empresas públicas y privadas que les han mostrado su interés «pero eso aún no ha fructificado en nada concreto», observa Márquez.
«Lo que sí es cierto es que todas las personas a las que hablamos de nuestro proyecto nos dicen que Fajalauza es fundamental para Granada, que es parte de su historia y que no se puede perder«, explica, para añadir que el objetivo no es sólo la supervivencia de la empresa sino de la cerámica granadina en general »porque es un bien inmaterial que tampoco podemos dejar que se pierda«.
El trabajo de la fundación, por lo demás, se traduce en fiestas con intención lúdica y recaudatoria como la que tuvo lugar el pasado 28 de octubre en la fábrica. Actuaron nueve grupos de música, se emitió el documental '500 años de tradición' y se celebraron bautizos del barro, con el fin de iniciar en la cerámica a los interesados. Asistieron unas 500 personas, todos los que participaron lo hicieron de forma altruista y los donantes pudieron contemplar en vivo y en directo qué se ha hecho hasta ahora para salvar ese trozo de Granada.
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