Felipe González advierte contra los que «tragan con todo»
El expresidente del Gobierno recuerda que Nicolás Redondo padre le hizo una huelga y «nunca» barajó expulsarlo
Más cargos del PP y la Junta que del PSOE arropan al exdirigente socialista al recibir el V Premio Iberoamericano Torre del Oro en Sevilla
La primera bienvenida a Felipe González no fue todo lo calurosa que uno podía esperar cuando recibe un premio. Nada más bajarse del coche, en la misma puerta de la sede de la Fundación Cajasol en Sevilla donde le iban a entregar este jueves el Premio Iberoamericano Torre del Oro, el que fuera presidente del Gobierno (1982-1996) e histórico líder del PSOE durante 23 años (1974-1997) se topó con una pancarta que rezaba «Siempre PSOE. Antes con Felipe, ahora con Pedro Sánchez». Toda una declaración de guerra que partía de una decena de veteranos del PSOE ya jubilados que portaban también un cuadro del fundador del partido, Pablo Iglesias, como elemento distintivo.
Convertido en el mayor enemigo interno del presidente del Gobierno en funciones, el exdirigente no esquivó el fuego amigo y fue directo a saludar a los pensionistas socialistas. Uno de ellos era Pepe Romero, presidente de honor de la UGT de Sevilla, que le recriminó que defienda posiciones antagónicas con Sánchez en la negociación con los independentistas. «Nos duele mucho que habiendo sido nuestro referente ahora mantenga una posición que no es leal con el PSOE», le reprochó. «Lo que digo lo veréis en las resoluciones del partido», le contestó enigmático el expresidente mientras le daba la mano.
«No nos abandones», contraatacó el Capitán Vigueras, mientras González trataba de entrar en medio de una nube de cámaras y micrófonos, resuelto a hablar más que lo justo y siempre dentro del acto organizado por la Fundación Cajasol y la Cámara de Comercio de Sevilla, los promotores del premio.
Más cargos del PP que del PSOE en activo
De entrada, González se dio de bruces con una realidad que iba a quedar aún más patente dentro del acto, donde escuchó más elogios de sus adversarios políticos que en boca de los suyos. El salón de actos era un ir y venir de cargos y autoridades afiliados al PP, mientras escaseaban los miembros de su propio partido en activo.
La representación se limitaba al presidente de la Diputación de Sevilla y líder del PSOE provincial, Javier Fernández, y el secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, que llegaron juntos después de González, pero no estuvieron en el cóctel previo donde el exdirigente pudo intercambiar comentarios con el presidente de la Junta y el PP andaluz, Juanma Moreno; el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz; el presidente del Parlamento regional, Jesús Aguirre; la consejera de Desarrollo Educativo, Patricia del Pozo, y el senador del PP Javier Arenas. No faltaron sus más fieles dentro del partido, cada vez menos pero muy notables, los expresidentes autonómicos José Rodríguez de la Borbolla y Manuel Chaves. En la tribuna estaban el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido; el presidente de la Cámara de Comercio de Sevilla, Francisco Herrero, y el presidente de la Cámara de Comercio de España, José Luis Bonet, entre otros.
Allí estaba esperando para escucharlo su exvicepresidente Alfonso Guerra, con el que se ha peleado mucho. Pero el tiempo lo cura todo. El tiempo y los enemigos comunes, porque nada une más. Ambos han lanzado sistemáticos reproches hacia Sánchez. Este jueves no lo mencionó, pero en su repaso por sus viajes a Iberoamérica dejó algunas indirectas. González se presentó como un hombre «controvertido», porque quien «no es controvertido es que traga con todo y ya me entienden lo que eso significa». «Que nos libren de los no controvertidos, los que son capaces de quedar bien con todos a la vez», porque «algo tienen», ya que «controvertido hay que ser», sentenció en su discurso.
A la actual dirección del PSOE no le ha gustado que afirmara que la Constitución «no es un chicle» que pueda estirarse para que quepan en ella la autodeterminación o la amnistía que demandan los independentistas catalanes a Sánchez a cambio de sus votos.
La expulsión de Nicolás Redondo
En el ambiente aún humeaba la expulsión del exsecretario general de los socialistas en el País Vasco Nicolás Redondo Terreros por «menospreciar» las siglas y desmarcarse de Sánchez. La pregunta era obligada: qué pensaba de esta exclusión. Los periodistas le preguntaron al acabar el acto. Y González contestó a su manera, poniendo de manifiesto que él nunca habría llegado tan lejos si hubiera estado en la piel del secretario general.
Así, recordó que Nicolás Redondo Urbieta, el padre del político purgado, organizó una huelga general en diciembre de 1988 contra la reforma de las pensiones del Ejecutivo socialista que él presidía entonces. Pero a González, dijo, «nunca se le ocurrió pensar que eso se penalizaba con expulsión» del PSOE del que por entonces era el dirigente de UGT, además de diputado socialista y militante. Una huelga «era una cosa seria, no una opinión», puntualizó.
En medio de este terremoto interno, González reivindicó su derecho a expresarse con libertad y el régimen del 78. «Soy libre porque digo lo que pienso y responsable porque pienso lo que digo, y eso me obliga a callarme mucho más de lo que desearía». Este jueves se calló mucho, pero lo poco que dijo seguro que gustó poco en Ferraz.
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