La crispación se mantiene a raya en Andalucía
Salvo excepciones cada vez más frecuentes, la Cámara andaluza se caracteriza por un tono cordial y respetuoso ajeno al 'gallinero' del Congreso
El PSOE de Andalucía maniobra para vetar que el Parlamento critique a Pedro Sánchez
![El Parlamento de Andalucía](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/01/29/fachada-parlamento-andalucia-Rw5juCRIHxwk98uaLcZi5vJ-1200x840@abc.jpg)
Tal vez sea por el talante que comparten el presidente de la Junta, Juanma Moreno y del líder de la oposición, Juan Espadas; tal vez porque la Junta de Andalucía tiene muchas competencias, un territorio muy vasto y muchas urgencias que atender, o ... tal vez porque la ola «contaminada» no ha llegado todavía al Parlamento andaluz. Pero lo cierto es que la crispación no ha llegado a la Cámara andaluza.Al menos, todavía. Hay tensión política, algunos momentos subidos de tono y episodios lamentables pero no la crispación constante que se respira en el Congreso de los Diputados donde sus señorías se cruzan más insultos que argumentos políticos.
Cuando Macarena Olona entró en la campaña electoral para las pasadas elecciones del 19 de junio sorprendieron sus formas. La candidata de Vox trataba de llegar hasta el escaño en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas con un tono muy elevado, con formas muy bruscas y un lenguaje agresivo. Hasta las ruedas de prensa estaban cargadas de este estilo de ejercer la política. Y en sus pocas intervenciones en el Parlamento andaluz, se dio cuenta de que ningún diputado autonómico le seguía el juego. Los andaluces no respaldaron mayoritariamente esta manera de hacer política y Olona no aguantó la presión de estar en la oposición.
La excandidata de Vox a la Junta no ha sido, claro, la única en sacar los pies del plato. El diputado de la CUT-BAI y del SAT Sánchez Gordillo era conocido por sus salidas de tono y sus formas en el Parlamento. Pero le pasaba lo mismo, nadie seguía sus alharacas aunque también es cierto que eran otros tiempos. La Cámara andaluza ha reprobado a un consejero del Gobierno andaluz, el de Justicia en tiempos de Susana Díaz, Emilio de Llera, y hasta ese 'castigo' máximo se llevó a cabo con altura institucional.
Claro que las sesiones no son una balsa de aceite ni mucho menos: hay interrupciones, acusaciones de «faltar a la verdad» o directamente de «mentir». Hay diputados en todos los bandos que son conocidos por sus formas bruscas y los sucesivos presidentes del Parlamento andaluz han llamado al orden en numerosas ocasiones a sus señorías por no respetar el turno de palabra.
El incidente más grave tuvo lugar en el pasado período de sesiones cuando ocupaba la tribuna de oradores el portavoz adjunto de Vox, Javier Cortés, para debatir sobre la reforma de los delitos de malversación y sedición que había aprobado el Consejo de Ministros y llamó «golfos» a los diputados del PSOE. El presidente de la Cámara, Jesús Aguirre, lo llamó al orden y le pidió que retirase el insulto, extremo que no logró. Tras unos momentos de confusión, el presidente del Parlamento optó por retirarle la palabra al diputado que tuvo que volver a su escaño. En ese momento mostró su enfado pero a partir de ahí, ha modulado sus críticas y censuras manteniendo su argumentario contra el PSOE pero utilizando las palabras adecuadas.
Al margen de lo que sucede en el salón de plenos, el ambiente en los pasillos de la Cámara andaluza -donde los parlamentarios pasan muchos tiempos muertos ya que el complejo es grande y sus señorías son de todas las provincias- suele ser cordial. Hay conversaciones informales, de negociación de enmiendas y debates apasionados. También rencillas personales y políticas pero, en general, sus señorías mantienen las formas... y el fondo.
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