Pretérito imperfecto
Las tres mil licencias
Una ciudad que quiere labrar un futuro para los suyos no puede permitir este atropello, esta sinrazón, este vituperio
Pedro García, solo en la bancada de la izquierda en el Pleno de ayer
Un cortijo en ruinas no es una herencia, es una penitencia. Una Gerencia de Urbanismo con tres mil licencias en el cajón pendientes de sello, un castigo para toda una ciudad. El tal García tenía hasta los números escondidos, pese a que ... su jactancia de mercata pavoneó varias ocasiones ante los medios de comunicación que sacaría las cifras para demostrar lo ágil que era el búnker de oro que se había hecho en la avenida Medina Azahara . Hay comportamientos en la Administración y sus responsables que pasan sin reprimenda a pesar de la trascendencia que tienen, y al igual que el Código Penal empieza a escrutar en las empresas las culpas con nombres, apellidos y patrimonios, no estaría de más que ciertas malas prácticas en lo público recibieran apremio ejemplarizante para sentar precedente. Quedan en un limbo sin pasar por el purgatorio. Se fiscaliza con razón hasta el último céntimo bajo lupa, pero, entretanto, los elefantes pasan vestidos de amarillo delante de las mismas lentes sin que suceda nada.
Tres mil licencias es el precio que ha pagado Córdoba en los últimos cuatro años por soportar el cogobierno de la nada con sifón. Dedicado a renombrar las calles que los jueces le tumban. Dedicado a presionar a las empresas con cercos normativos. Dedicado al improductivo anticlericalismo y al cultivo del sectarismo... Tres mil negocios, tres mil obras, tres mil proyectos, tres mil iniciativas, tres mil afectados, ¿y cuántos empleos y recursos pendientes de esas tres mil autorizaciones? ¿Tres mil posibilidades perdidas...? Una ciudad mínimamente seria y que quiere labrar un futuro para los suyos no puede permitir este atropello, esta sinrazón, este vituperio.
La tarea que tienen por delante el nuevo cogobierno del PP y Ciudadanos es ímproba. Tanto en la capacidad de desatascar este dañino tapón como en la de crear la confianza necesaria para que la marca Córdoba no sea un espantajo en las expectativas de pequeños y grandes inversores. Los nuevos responsables de la Gerencia de Urbanismo han diseñado un plan de choque para liberar esas miles de licencias en cinco meses... «¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho!». Tal vez no haya que precipitarse en la gesta, seguir los pasos de la tortuga -sin prisa pero sin pausa-, dados los recovecos de la función pública y las garantías administrativas en el plano de la gestión urbanística, pero al menos es saludable conocer el impulso con el que llegan los nuevos rectores del Ayuntamiento , sabedores, a la par, de lo que se juegan en este auténtico laberinto descorazonador. Bellido no ha entrado con la retroexcavadora en Urbanismo y confía en que Fuentes eche a andar la maquinaria existente -gripada, viciada y con exceso de combustible- para propiciar el flujo de actividad que tanto necesita Córdoba . El tiempo le dará o le quitará la razón. De momento, toca achicar licencias en el fango administrativo.