La cera que arde
Los salvadores
Ahora los vecinos, concepto que significa «los de izquierdas» quieren que no se abran salas de juego y que se cierren bastantes
Durante los años de la Transición , los católicos más furibundos se ponían en la puertas de los cines X para advertir a los espectadores de su inminente condena al infierno. También en los accesos a los bingos y no sé si ... en los lupanares, porque las casas de tapado seguían siendo de tapado y no se anunciaban con luces de neón. No sólo el sentido transcendente movía a los más religiosos a cuidar del resto de sus conciudadanos: la conciencia de clase y el sindicalismo entonces clandestino se movilizó —o movilizó a otros como siempre en su filosofía de capitanes araña— en 1973 ante la subida de unas pesetas del billete de Aucorsa . Yo en esa época feliz era un niño, como muchos de ustedes, pero veía que el mundo empezaba a moverse con cosas así. Hoy el mundo se sigue moviendo, pero de otras maneras. La sociedad red y tal. Los ofendidos. Los ofendiditos también, que son como los ofendidos pero que se enfadan en cómodos tuits. Y los salvadores. Como aquellos furibundos católicos de los 80, pero en transversal.
Los que han recogido el testigo de la salvación beata ahora están formados por colectivos vecinales , colectivos progresistas, congresistas homosexuales , colectivos homosexuales, el podemismo, lesbianas varguandistas, veganos sin fronteras, veganos intolerantes al gluten, intelectuales de la morería, antisionistas, colectivos propalestinos, la niña Greta, George Soros, Pedro Sánchez, su ahora admiradora Susana Díaz, los de la semana de la movilidad, los progres del PP, los progres de Ciudadanos, los progres en general, los de la Memoria Histórica, las cuñadas chismosas, los cuñados de siempre, los separatistas, los nacionalistas, los parcelistas, los del carril bici, los ecologistas, los veterinarios fundamentalistas, los zumbados del Twitter , los poetas que nadie lee y alguna gente más tan empeñada en decirnos lo que tenemos que hacer, cómo decirle buenos días a una señora, qué tenemos que desayunar o a qué hora comprarnos una lata de birra. Los salvadores de almas. Los listos. Obsérvese que en la relación anterior no están las peñas cordobesas y esto es un buen síntoma: las defensoras de las tradiciones, a pesar de su carácter conservador (en ese sentido) han dado un giro liberal de lo más encomiable en cuanto a dejar hacer y no decirnos lo que tenemos que hacer, como en tiempos pretéritos cuando de la mano de d on Miguel y doñarrosa el que se salía de la batalla de las flores entraba en la lista negra de cordobeses desafectos.
Ahora los vecinos —concepto abstracto que significa «los de izquierdas»— quieren que no se abran salas de juego , que se cierren bastantes de las que hay, y que no se fomente el juego. En la ciudad del país de la ONCE, la Lotería de Navidad y las quinielas. De la Primitiva. En una España de economía de libre mercado . En un país que se siente libre desde hace mucho. Dicen que no nos quieren ludópatas. De momento no han pedido el cierre de los bares, pero todo se andará. Son como aquellas beatas a las puertas de los cines X. Son nuestros salvadores de almas. Buscan un hombre nuevo desde Marx. Y si no lo encuentran , lo imponen.
Cuidado con ellos. Cuidado con esto. Y juéguese los cuartos donde le plazca si es que le place, que igual no. Si no los pierde en la casa de apuestas Hacienda se los va a quitar, no le quepa duda. Y parte de eso será para subvencionar salvadores, no lo olvide.
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