Nobles y plebeyos

El informe policial sobre los hechos, adelantado por este periódico , revela que no hay evidencias de que hubiera 27 personas en una fiesta celebrada en un domicilio de Córdoba. A lo sumo, un número de asistentes dentro de lo permitido en la fase dos, el tramo normativo vigente esos días. Discrepancias en el flujo de la información que hizo estallar todas las alarmas . Las conclusiones de esta investigación, no exenta de dificultades aunque parezca un simple expediente administrativo, dejan en evidencia las que lanzó la Consejería de Salud para denunciar unos hechos sobre los que cayeron todo tipo de calificativos. La notificación oficial que el departamento que dirige el cordobés Jesús Aguirre hace a la Subdelegación del Gobierno -a la que es fácil acceder en Internet- lo señala bien claro: «Con fecha 26 de mayo se reunió con familiares y amigos en una residencia de Córdoba sumando un total de 27 personas». ¿Por qué se produce esta contradicción? Tras conocerse el trabajo policial, el propio consejero afirma este viernes que no era competencia de su departamento corroborar que hubo uno, dos o siete encuentros (sic) sino establecer una vigilancia epidemiológica sobre los positivos (dos hasta ahora).

Aquel fin de semana todo el mundo se puso muy nervioso . Los incendiarios de las redes sociales empezaron a bramar con la sola idea de un rebrote azul y la supuesta presencia de cargos del PP en la fiesta (que no fue tal). El alcalde se temía lo peor y algún concejal quiso cubrirse demasiado bien las espaldas y le faltó pedir la guillotina en la Corredera para el aristócrata bruseliano sin conocerse el resultado de la investigación. El listado de contactos que mantuvo el noble belga, facilitados por éste tras conocerse su positivo, estaba bajo las llaves de la ley de protección de datos, y la Policía no sabía a quién empezar a llamar para preguntarle, al menos, usted dónde narices ha estado y con quién. Al no tratarse de una cuestión penal, ni siquiera había orden judicial que les facilitara el registro de movimientos. La primera remesa de negativos en las personas en estrecho contacto y con algún síntoma pareció aplacar los ánimos. Y, sin duda, puestos a ejemplificar a la población relajándose en las terrazas, el error irresponsable de Joaquín de Bélgica les vino como anillo al dedo .

Que el rubio muchacho se equivocó al saltarse su confinamiento, es obvio. Que deberá correr la sanción administrativa pertinente, deseable. Pero apliquemos la misma vara de medir a todos los hechos. Diez días antes, en fase uno, nadie dijo ni pío del multitudinario funeral de Anguita (hubo intento de hacer una cadena humana hasta el cementerio), escoltado con coche policial, ni de la andanada del Vial contra el Gobierno a los ojos de la Policía Local. Y ambas concentraciones las pudo ver todo el mundo. ¿No había riesgo de contagio...?