VERSO SUELTO
El florido pensil
Los padres que han protestado conseguirán que ahora haya dos tazas sobre violencia machista
![Adaptación teatral de la obra «El florido pensil», de Andrés Sopeña](https://s3.abcstatics.com/abc/sevilla/media/andalucia/2019/12/19/s/opinion-miranda-florido-kdXD--1200x630@abc.jpg)
El que protesta si a su hijo de trece años le hablan de la violencia machista en el instituto en que deberían enseñarle historia y matemáticas no tiene necesariamente que ver con buenos ojos que algunos hombres maten a sus parejas. A ... los partidos que crearon la ilusión de ese problema social, a los que les disputan el liderazgo de los puños morados y a quienes se arriman a ellos por la estrategia de que no les llamen machistas les interesa un mundo unidimensional que quepa en un tuit, pero la vida está llena de paradojas, de cosas que se hacen con una intención y consiguen lo contrario, y de decisiones en que lo que parece una buena intención enmascara otra menos noble.
A los padres que han denunciado a su instituto de Baena después de que a su hijo de segundo de ESO le pusieran un documental sobre Ana Orantes les asiste el derecho de preguntarse si en un centro de enseñanza hay que contar a los chavales y chavalas que el mundo está lleno de tipos con manos de acero que reparten guantazos a las mujeres con las que se han casado y que le puede tocar a cualquiera de ellas, pero con la protesta por el momento han conseguido que el año que viene haya dos tazas de las actividades del 25 de noviembre . Los partidos que llevaron a los colegios la violencia machista proclamarán que es necesario que en vez de una semana estén un mes machacando con los lazos morados y las conferencias sobre micromachismos. Los jóvenes que se hartan de que en esos días haya gente que les señale como aprendices de maltratadores sólo por tener nombre de varón quizá hayan pensado que está bien que alguien diga que algunas cosas no vienen a cuento en los institutos, pero van a tener ración doble en estos años.
Más paradojas: los que más defienden la libertad de expresión y el diálogo son los primeros que quieren cubrir como a pájaros enjaulados de noche a quienes se salen del discurso dominante. En el lugar del debate está el estigma; en lugar de los datos, que existirán, el dogma de que las cosas se tienen que aceptar con las frases hechas de que los hombres matan a las mujeres. Los partidarios de la libertad de cátedra en las universidades que forman a perfectos marxistas con faltas de ortografía recuperan el modelo totalitario de las verdades del régimen; los que ponen el grito en el cielo por un belén ven estupendamente que en los institutos se dé una versión única de algo sin posibilidad ni siquiera de taparse los oídos.
Las paradojas hablan de paradojas: después de tantas leyes y manifestaciones hay hombres que siguen matando a mujeres y mujeres que matan a hombres aunque a las víctimas se les condene en efigie sin necesidad de juicio ni denuncias con la simple sospecha de malos tratos. Quienes no quieren que se mate a las mujeres «por ser mujeres» reclaman enseguida la calificación de violencia machista todavía con los cadáveres calientes. « Ni una más, ni una menos », dicen ellas mismas.
Ante eso a las familias que compran lazos morados todos los años les queda la protesta enérgica, y con eso un chaparrón, o más bien la resistencia pasiva . Lo que decía Andrés Sopeña en « El florido pensil »: toda aquella matraca de propaganda no adoctrinaba, sino que servía para la chufla y sobre todo para perder el tiempo que tendría que servir para cosas más importantes. Así que lo mejor sería cumplir sin hacer mucho caso, como aquel Gundisalvo de Mingote que pedía que le votasen : «¿A usted qué más le da, hombre?».
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