PUERTA GIRATORIA
Electoralismo
Las campañas se hacen de espaldas a la realidad más cruda. Nadie quiere fotos con el rostro de la precariedad

Los dirigentes prefieren campañas cortas y visibilidad máxima para asociarse a la permanencia . Es el caso de la alcaldesa , que completa el periplo sin despeinarse. Sin hablar de paro, ni de pobreza, ni de la gestión ... de cuatro años donde el turismo se ha dejado convertir en la única savia que nutre la ciudad. Las campañas electorales se hacen de espaldas siempre a la realidad más cruda de cada sitio, su desarrollo esquiva la parte doliente de la ciudad. Nadie quiere fotos con el rostro de la precariedad. Se buscan adeptos que no sufran a través de la sinfonía de las redes sociales, donde nada es lo que parece. En campaña electoral no toca sufrir, sino suplantar la realidad afligida de muchos por abrazos y besos, en un acercamiento sostenido lo que dura la foto. La volatilidad es el medio para evitar la materia. El tiempo electoral no es para discernir el voto sino para confortar a los adeptos con la sonrisa puesta y la promesa a cuestas.
El tiempo electoral que nos queda no dará para mucho más. Algo más de distensión, otro tanto de teatralidad y los candidatos locales recorriendo la ciudad en apasionada apuesta por escuchar las penas de sus vecinos con rostro cariacontecido, y todo habrá terminado. Habrá aún adjetivos molestos para el contrario y acusaciones mutuas de electoralismo en plena campaña electoral, que tiene su gracia. Este decorado de campaña es una maniobra de prevalencia para significar algo para quien escuche, necesita la confrontación para definirse y en eso andan nuestros representantes futuros, legítimamente. Hay que buscar culebrilla de campaña que generen argumentos , porque en realidad poco o nada se hablará de los problemas de siempre y las soluciones , además, nos sonarán impostadas. Otra convocatoria más, se aplazan los debates reales a favor de un pacto implícito por respetar el tiempo de juego de cada candidato.
La rendición de cuentas para oposición y gobierno figura en capítulo aparte. Cada campaña electoral que pasa se advierte que los nuevos modos de hacer política hunden sus raíces en la tibieza antigua de silencios y arengas a discreción, según convenga. Nada nuevo, salvo la generosidad renovada de los viandantes que escuchan sus propuestas a pie de baratillo. Cada candidato busca al convencido para zambullirse en la pecera de la autocomplacencia . Ellos piden el voto y a nosotros, sus próximos administrados, todo nos parece igual.
Además de paseos por el mercadillo y plantación de arbolitos , nos queda el enjambre de candidatos de cada lista que en estos días se despliega por la ciudad. Algunos con la lozanía propia del estreno , otros con la resignación obligada por dejar aparcado el coche oficial y pisar asfalto. En la contienda, resultar convincente depende de la preparación de los encuentros electorales. Igual que en la elaboración de encuestas, la cocina también funciona y en el ecuador de la campaña, nadie ha dejado su zona de confort.
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