Puerta giratoria
A cielo abierto
El Polígono Guadalquivir es un barrio con futuro porque el germen del cambio está en sus vecinos, en familias que sirven de espejo, luchadoras y pacientes

El Polígono Guadalquivir es un espacio abierto, con mucho cielo. Una bocanada de aire fresco te recibe como principio de un combate para desechar prejuicios. Te rendirás . Allí se desenvuelven las vidas de muchos cordobeses que no conocemos, habitan en torno a ... la luminosidad de la parroquia de Santa Luisa de Marillac y también en los patios lacerados por el paso del tiempo, sin renovación en las costumbres. Está alojada una sociedad invisible, desfigurada por la indiferencia general que se impone con solo cruzar el río. Pocos puentes se han tendido entre la ciudad de la aparente abundancia y la de la necesidad real y perenne.
El mismo cielo cubre dos latitudes que se ignoran y no alcanzan a descifrarse, esta es una cercanía que desarma y agita. El polígono es un lugar de gente buena , personas que se resisten a ser explicadas desde fuera. Sus habitantes saben que es su propia dignidad el salvoconducto para explorar otros modos de estar en el mundo, aunque el lenguaje de la precariedad se empeñe en anclar sus vidas al desencanto y los amarren a la calle y a la desprotección. Este es un lugar con futuro porque el germen del cambio está en ellos mismos, en familias que sirven de espejo, luchadoras y pacientes ante el cambio necesario.
Se han empleado muchos recursos en intentar operar un cambio . Ese asistencialismo impersonal no ha conseguido trazar a su paso puertas que conduzcan a otro lugar, porque en ocasiones se trata de acompañar, de comprender y fiar el tiempo y la vida a la de otros . La vida humana es tan compleja en estas circunstancias que no admite programas finalistas, sino acercamientos discretos y constantes. En esa tarea perseverante de acompañar lleva años empleada la parroquia de Santa Luisa de Marillac , auténtico bastión de resistencia en el barrio. Y no es solo sustento diario lo que ofrece. Más allá de las necesidades primarias, allí tienen el sueño de la educación y la cultura como medio para construir sobre el mismo barrio personas nuevas y felices.
La educación y la cultura se disponen a acampar este verano junto a quienes viven tras los cartones en locales , los más vulnerables que prestan a la calle su inocencia. Ha nacido un proyecto, fruto de la creatividad del párroco de Santa Luisa de Marillac, y el compromiso de jóvenes seminaristas , estudiantes y voluntarios. Se acerca ese tiempo, cada vez más largo y tedioso del verano que, convertido en inacción y vacío, representa una amenaza. La calle nos hace vulnerables sobre todo cuando no hay puertas a las que llamar. Se abrirá la puerta verde en el polígono para indicar a jóvenes y niños qué hay más allá de un rato de charla , del descubrimiento de la amistad. Sabrán que hay algo eficaz y decisivo en el impulso por conocer su propia vida nueva: ellos mismos guiados por la bondad aprendida tras la puerta verde.
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