Baltasar López - Primera Plana
Alejandro versus Alejandro
El prebenjamín que falló aposta un penalti refleja lo mejor del fútbol. El presidente del Córdoba CF, lo peor
El fútbol es el deporte rey porque es el que más se parece a la vida. En una cancha y en noventa minutos se alinean miedo, esperanza, alegría, tristeza, rabia, enfado, incredulidad, llanto, risa, euforia o tensión. El balompié imita a la existencia. Y en la capital lo estamos viendo estos días.
A un lado del terreno de juego, está Alejandro. Él es un prebenjamín, de la Escuela AFE , que en el partido que disputaba su equipo contra el San Francisco de Sales-Salesianos tuvo un gesto, difundido por las redes sociales, con el que nos ganó a todos. A su equipo le pitaron a favor un penalti que no fue. Y él decidió tirarlo mal aposta -suave y raso a los pies del portero-. Sin saberlo, marcaba el gol más bello que anotará nunca. Él es el reflejo de lo que es este maravilloso juego.
Luego, llegamos los adultos y le propinamos tantos puntapiés que lo dejamos deformado hasta el extremo de que cuesta reconocerlo. Justificamos que todo vale con tal de ganar; creemos que la entrada nos da derecho a insultar... A todo eso le enseñó tarjeta roja este pequeño balón de oro de la honestidad, que marró adrede una pena máxima que le podía haber dado a los suyos el triunfo -el partido quedó dos a dos-.
Al otro lado de la cancha, tenemos a otro Alejandro (González) que nos gusta menos. Él ejemplifica el mercantilismo que le hace una presión alta al cariño y al amor que profesan los hinchas a los equipos de sus amores. Al joven presidente del Córdoba CF su papá le regaló en diciembre el conjunto blanquiverde como quien le compra a su pequeño el FIFA 17. Primero, su padre (Carlos) y ahora él dirigen el club como si sus 15.755 abonados fueran un efecto más creado por EA Sports , esos genios de los videojuegos.
La familia González lleva demasiado tiempo dándole «banquillazos» de mala manera a la afición, cuando lo que debería hacer es sacarle todo el partido, porque es mucho más que el jugador número 12.
Y lo ha demostrado donde se dicen las cosas de verdad en este deporte: en el estadio. La única estrategia de estos dos señores es la de sacarle al club rendimiento económico, en su beneficio; incluso, a costa de darle un brutal plantillazo a la planificación deportiva.
El resultado de ese planteamiento es un equipo que se va a jugar no despeñarse a Segunda B en un ambiente, provocado por los dueños, más tenso que una rueda de prensa de Mourinho tras perder. Treinta colectivos de aficionados se acaban de unir en una plataforma para lograr, entre otras cosas, que los propietarios rectifiquen las autoritarias formas que se gastan y su gestión. Aunque la grada les ha pitado un descomunal fuera de juego, no espero que los González rectifiquen. Da tanta pena ver un club tan grande en manos de Alejandro, y su papá, que me voy a poner mil veces el video del otro Alejandro, fallando a conciencia el penalti. Sólo así me reconciliaré con el fútbol y la humanidad.
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