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Pasión en Córdoba

Madre de los Desamparados, el culmen a medio siglo de historia, entre pétalos, aplausos y alegría en Córdoba

La hermandad de las Penas regala una página inolvidable durante la tarde que acabó el verano y la noche que entró el otoño

Petalada a la Virgen de los Desamparados, bajo palio y con San Juan, en la calle Agustín Moreno, en los primeros compases de su salida extraordinaria este sábado Rafael Carmona
Julia García Higueras

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En las dulces horas en las que Nuestra Señora y Madre de los Desamparados transitó entre el azul celeste del cielo y el sol arrogante del verano hasta la noche de entrada del otoño hubo instantes para la alegría, las petaladas, los abrazos emocionados, el recogimiento y, también, la tristeza por los ausentes.

Como en su medio siglo de historia, como en la vida. Fue la tercera vez en que la imagen obra de Antonio Eslava salió bajo palio de Santiago. La primera, el Domingo de Ramos de 1979, con San Juan; la segunda, con carácter extraordinario, en 1998, por el 25 aniversario de su bendición.

En las demás ocasiones, en los años 80, no pudo salir de su templo. Y ésta, la tercera, el sábado, desde Santiago y acompañada de San Juan Evangelista, fue una estampa que no se daba desde 1986, en Semana Santa.

La Virgen lució bellísima con la saya blanca renovada y el manto morado cedido por las Angustias. Y enmarcada por un sublime adorno floral a base de rosas en tonos rosas, con toques en tonos lilas y helechos.

En el espacio de la cruz del manto llevó un medallón en plata cincelada, con el escudo de la hermandad de las Penas, obra de Alejandro Gavilán Santos y donado por un hermano de la cofradía.

El palio visto desde la trasera, con el manto dorado de las Angustias Rafael Carmona

La hermandad de las Penas, en su cuenta atrás, había buceado en el medio siglo de historia, y había confeccionado con esmero un libro visual los 50 días previos por 50 años desde su bendición con retazos de la memoria, fotografías y piedad, pero el 23 de septiembre de 2023 escribió su página más gozosa.

Orgullo, satisfacción fueron palabras escuchadas y sentidas en la jornada, pero también recuerdo por los que han hermanos que han fallecido estos meses previos y se quedaron a las puertas de asistir al acontecimiento.

Como en la vida, en toda gran y dulce celebración hay algún revés. Javier Romero, quien fue muchos años capataz del Cristo de las Penas y también del palio, estaba también invitado a guiar el palio este sábado, pero una inoportuna ciatalgia le impidió poner el broche a su larga vida como capataz de Semana Santa y glorias.

Rafael Cervantes y su habitual equipo, con Rafael Muñoz Cruz en algunos momentos, guiaron el palio.

Las religiosas del convento de Santa Cruz, ante le palio Rafael carmona

La banda de música de Las Golondrinas, de Vélez-Málaga, puso la banda sonora a esta tarde y noche grandes, con marchas clásicas, algunas cordobesas como 'Virgen de las Angustias', 'Saeta cordobesa', de Gámez Laserna, 'Coronación' del Socorro' y 'La Sangre y la gloria', y 'Santísimo Cristo de las Penas y Nuestra Señora Madre de los Desamparados', de Enrique Báez.

Y también introdujo las de los últimos años, como 'Como Tú, ninguna' y 'Pasa la Virgen de la Candelaria'. En 'Agustín Moreno la emoción se desató al son de 'Pasan los campanilleros', de López Farfán.

Encabezando el cortejo fue la agrupación musical Santa Cecilia de Aguilar de la Frontera, arropada por representaciones de otras formaciones musicales, como Redención, Sagrada Cena, Fuensanta, Salud y Cristo de Gracia de Córdoba, y Jesús Cautivo de Málaga.

La primera de una larga serie de petaladas llegó a pocos metros de la parroquia de Santiago, desde una casa cuajada de devotos y colgaduras en los balcones y la azotea.

Pocas ofrendas tan delicadas y sencillas y a la vez tan grandes como el canto de oración de la comunidad de religiosas del convento de Santa Cruz, hacia las que el palio se giró.

«¡Que va flotando la Reina, mirad, que va flotando!», exclamaba poco después uno de los contraguías en la estrechez de Agustín Moreno, cuando el incienso llenaba la calle.

Los lugares más emblemáticos cosidos en sus cinco décadas de existencia quedaron otra vez sellados a sus plantas: la iglesia de San Pedro, donde estuvo entre 1980 y 1985; la ermita del Socorro (entre 1985 y 1991); y la Casa de los Guzmanes, en el Realejo, de donde salió entre 1986 y 1990.

Los piropos se sucedían a la Virgen de los Desamparados, como los estados de ánimo de quienes la veían. Todo cambiante, menos la belleza de su estampa bajo el palio.

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