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Historia

Cuando los labradores de Córdoba sacaban en procesión a San Isidro

El patrón del campo tuvo una hermandad desde el siglo XVII su imagen continúa en San Agustín

La procesión de la Virgen del Rosario de San Agustín vuelve a Córdoba después de varias décadas

San Isidro y Santa María de la Cabeza, en su altar de la iglesia de San Agustín de Córdoba L. M.
Luis Miranda

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En muchos pueblos de la provincia de Córdoba el 15 de mayo es un día de fiesta en el calendario y en el campo. Es San Isidro, el patrón de los agricultores, y hay una larga tradición de celebraciones en torno a esta devoción en un territorio en que el campo es un pilar de la economía.

En Córdoba capital, también volcada a la agricultura durante siglos, San Isidro tuvo una hermandad que agrupaba a los labradores y se estableció en la iglesia de San Agustín. Como explica el historiador Juan Aranda Doncel, sus reglas las aprobó el obispo Antonio de Valdés en 1665.

Allí continúan las imágenes de San Isidro y Santa María de la Cabeza, su esposa, en la cabecera de la nave del Evangelio, a muy pocos metros del camarín de Nuestra Señora de las Angustias.

Aranda Doncel afirma que era una hermandad gremial, de forma que sólo podían pertenecer labradores, que tenían a San Isidro como patrón. Eso sí, los hermanos mayores y miembros de Junta de Gobierno eran miembros de la nobleza y terratenientes.

En 1711 el Obispado de Córdoba constataba que en San Agustín había cuatro cofradías: Angustias, Virgen del Tránsito, Ánimas y San Nicolás de Tolentino y San Isidro. Esta última celebraba función de vísperas en honor de su titular y una procesión en la tarde del 15 de mayo, con 1.500 reales de gasto.

Devoción

San Agustín y San Lorenzo eran barrios de labradores y tuvo hermanos en común con las Angustias. Así, Aranda Doncel recoge en su libro sobre la cofradía decana de la Semana Santa el testamento de Juan Laín Venegas, familiar del Santo Oficio, que dictó testamento en julio de 1693 y que mandó que se dijesen en noviembre dos misas: una ante San Isidro y otra ante la Virgen de las Angustias.

En los anales de esta última se recoge además que en 1817 se hicieron dos blandones, es decir, dos soportes para cirios, a medias entre las dos corporaciones. Tuvieron una vida larga, porque en 1865 hay anotado el gasto de «pintar y dorar los blandones que se tienen a medias con la cofradía de San Isidro».

La hermandad costeó en el siglo XIX la única campana de la iglesia

Teodomiro Ramírez de Arellano también habla de la hermandad en sus 'Paseos por Córdoba' y dice que tiene aprobación del Real Consejo en el 9 de mayo de 1756. Sus imágenes, dice, son «de escaso mérito», en uno de los altares neoclásicos que los agustinos repusieron tras los destrozos de los franceses, que habían convertido San Agustín en establo.

Durante la época en que escribió Ramírez de Arellano San Agustín estaba sin comunidad de religiosos, tras la exclaustración de los agustinos y antes de que llegasen los dominicos. Las Angustias y San Isidro ayudaban a sostener el culto.

Es más, la hermandad de los labradores fundió la única campana del templo a mediados del siglo XIX, cuando su presidente era, dice Ramírez de Arellano, el entonces Conde de Hornachuelos, luego Duque.

«Aunque tomó la propiedad, es con la expresa condición de no poder disponer de ella mientras la iglesia siga abierta al culto», dice el escritor. Las imágenes siguen en el templo como recuerdo de aquellos años y no pocos profesionales del campo se acuerdan de ellas cada 15 de mayo.

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