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Pasión en Córdoba

El día que la Virgen de las Angustias se salvó del fuego en Córdoba

El 18 de julio de 1936 un grupo de radicales asaltó de noche la iglesia de San Agustín y quemó el retablo mayor

El camarín de las Angustias borra el deterioro y recobra el brillo

Así quedó el retablo mayor de San Agustín tras el incendio en 1936 Biblioteca Nacional de España
Julia García Higueras

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Próximamente, en sólo cuatro años, la Virgen de las Angustias alcanzará el cuarto centenario de su hechura. Los vericuetos de la historia y el azar dejan entrever que pudo no haber sido así, sino de otro modo trágico y distinto.

La admirada piedad del escultor cordobés Juan de Mesa se salvó del fuego que provocó un grupo de radicales que asaltaron de noche la iglesia de San Agustín el 18 de julio de 1936. Y quemaron el retablo mayor y la puerta del templo.

Pero para ese entonces la conmovedora imagen de la Virgen con su hijo muerto en brazos no estaba en su camarín en el templo. ¿Por qué no? Resultó providencial que el conjunto escultórico se encontrara en la casa de un destacado cofrade por las malas relaciones que había entre la hermandad y los dominicos.

Poco antes, el 11 de marzo de 1936 el grupo de las Angustias había sido trasladada en un coche descapotable hasta el domicilio de Manuel Revuelto, (que posteriormente ocupó el puesto de hermano mayor en la cofradía).

Su vivienda estaba en la calle Lope de Hoces, en la actual residencia de mayores de la Trinidad, y el que las imágenes permaneciesen allí en lugar de en San Agustín fue crucial.

Nuestra Señora de las Angustias, el Jueves Santo de 2023 Ángel Rodríguez

Aquel año no se celebró el septenario, pero la hermandad fue la única que quiso salir en Semana Santa y lo logró. Consiguió el permiso del gobernador civil días antes y el Jueves Santo de 1936 a las tres de la tarde las imágenes llegaron a San Agustín para la procesión del Viernes Santo.

La Virgen y el Señor estuvieron acompañados constantemente porque en la ciudad ya había un clima de gran tensión y eran muchos los que temían que ese día pasara algo malo. Una vez que concluyó la Semana Santa de 1936, la Virgen de las Angustias y el Cristo regresaron a la casa de Manuel Revuelto.

De estos hechos dejan constancia los Anales de la hermandad de las Angustias, escritos por José Murillo, y también el historiador Juan Aranda Doncel en el libro 'Historia de la hermandad de las Angustias'.

Teodomiro Ramírez de Arellano dijo en su día del retablo de San Agustín que fue pasto de las llamas: «La capilla mayor es de las más lindas de Andalucía: el altar de ébano, bronce y mármoles es de orden compuesto; dicen semejarse al del Sagrario del Vaticano, si bien en menores proporciones: a los lados del retablo hay dos nichos con fachadas imitando mármol, en que se venera a San Agustín y Santa Mónica».

El contexto

En Córdoba prácticamente no hubo guerra, aunque sí una cruel represión. Los militares que se sublevaron atacaron el Gobierno Civil, que quedó enseguida en el bando nacional y la ciudad quedó rendida a las nueve de la noche del 18 de julio de 1936.

La poca rebelión que se registró fue de los que intentaron hacer arder San Agustín y de los que quemaron la iglesia de Santa Marina. Como consecuencia del incendio, la cofradía de las Angustias tuvo que desarrollar sus cultos en lugares alternativos.

El 1 de noviembre de 1936 el besapiés del Cristo fue en Santa Victoria, y en 1937, los cultos y el besapiés se celebraron en noviembre en San Andrés. Los meses siguientes la hermandad ya retornó a San Agustín.

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