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La Cuaresma en ABC

Adoración, meditación y oración: así es la estación de penitencia de las cofradías en la Catedral de Córdoba

El Cabildo prepara lecturas apropiadas para cada cofradía mientras sus nazarenos pasan ante el altar en que adoran al Santísimo o a la cruz

La Agrupación recorta otros cinco minutos el paso por la carrera oficial

El Señor Rescatado, ante el altar en la Catedral para la estación de penitencia de las cofradías Roldán Serrano
Luis Miranda

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Estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Lo decían algunas hermandades cuando empezaron a recuperar el paso por la iglesia mayor de Córdoba, lo dijeron después muchas más y ahora lo dicen todas, porque la carrera oficial tiene allí el corazón. Pero, ¿cómo es el paso por el gran templo y qué hacen las cofradías allí?

El Cabildo Catedral, propietario del edificio, se encarga de que el paso de las hermandades tenga un componente de espiritualidad cristiano propio de lo que se está celebrando, para que lo que se haga pueda ser llamado estación de penitencia.

Lo explica José Ángel Moraño, canónigo arcipreste y encargado del culto y las celebraciones litúrgicas en la Catedral, que recuerda cómo la Semana Santa «es la semana más grande de celebraciones de la Iglesia, porque llega el misterio pascual de Cristo, que es el de la muerte, resurrección y el don del Espíritu Santo. Ese es el triángulo del misterio pascual», que llegaría entonces hasta Pentecostés.

En Semana Santa la Catedral, recuerda José Ángel Moraño, no sólo recibe a las hermandades, sino que celebra la liturgia tan importante de este tiempo, y lo hace forma solemne y también compatible con la presencia de las hermandades en el interior casi todos los días. Así, está primero la misa de las palmas, el Domingo de Ramos, y también la misa crismal.

«Lo preceptivo sería el Jueves Santo por la mañana, pero en Córdoba, por razones pastorales, se hace el Martes Santo por la mañana», destaca. Y no es una misa sólo para sacerdotes, aunque acudan muchos de ellos procedentes de toda la diócesis, sino para todo el pueblo, «aunque los presbíteros renuevan sus promesas sacerdotales». Allí se bendicen y consagran los óleos que luego utilizarán a lo largo del año.

El Jueves Santo son los Oficios de la Cena del Señor, en que el obispo lava los pies como lo hizo Jesús antes de instituir la Eucaristía, y el Viernes Santo se celebra la Pasión con la liturgia de la palabra, porque no hay misa ni se consagra, aunque se pueda comulgar con el Santísimo reservado del día anterior. Todo culmina en la Vigilia Pascual, «la noche de todas las noches», en que se celebra la Resurrección del Señor, ya casi en la medianoche del domingo.

¿Y qué hacen las cofradías en esos días? José Ángel Moraño explica que el Cabildo Catedral se ocupa de recibirlas y lo hace con la palabra. Los canónigos preparan lecturas «apropiadas» para el misterio que lleva cada cofradía, y con peticiones y oraciones «también ajustadas» a lo que representan las imágenes que están pasando y la espiritualidad de cada cofradía.

La postura de los nazarenos, y lo que hacen muchos, es arrodillarse cuando pasan ante el altar, el punto más importante

Se crea entonces «un clima de oración y meditación», porque al interior no pasan las bandas, sino únicamente los nazarenos, acólitos y pasos. Mientras un canónigo se hace las lecturas, ellos, tras cruzar el vano de la llamada segunda puerta, se dirigen al punto central de su estación de penitencia: el altar.

Entre el Domingo de Ramos y el Miércoles Santo, está expuesto el Santísimo Sacramento, consagrado en la misa. Es un altar, como explica José Ángel Moraño, formado con parte del rico ajuar litúrgico de la Catedral, en que está Jesús Sacramentado en una custodia.

Como el sagrario

Desde ese punto de vista, ¿qué deben hacer los nazarenos y todos los que forman parte del cortejo y tienen la posibilidad? Lo que hacen la mayor parte de ellos: arrodillarse ante el Señor, como sucede ante el sagrario. «Se trata de un acto de adoración», resalta, y como tal se debe actual.

El Jueves Santo lo que está en el altar es el copón, que simboliza el Sacramento. Se trata del vaso litúrgico que se utiliza para dar la comunión a los fieles durante la misa y evoca al pan consagrado, que el Jueves Santo no está allí, sino consagrado en el monumento después de la misa de la Cena del Señor, como sucede en cualquier iglesia. El de la Catedral de Córdoba se instala en la parroquia del Sagrario. Así lo encuentran las seis cofradías del Jueves Santo y la Buena Muerte en la madrugada.

El Viernes Santo se hace la adoración de la cruz, igual que en los oficios, y es una cruz lo que se dispone en el altar. ¿La cruz guiona? Ha estado, pero lo ideal es que haya «un Crucifijo, que esté el Señor representado». Lo preceptivo, y lo que hacen la mayor parte de los cofrades, es también arrodillarse. Con la misa del Domingo de Resurrección, también presidida por el obispo, y con la posterior llegada de la cofradía de Santa Marina, se cierran los días de celebraciones más importantes en la Catedral.

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