Semana Santa
El adiós del gran capataz: Javier Romero no irá este Domingo de Ramos con el Cristo de las Penas de Córdoba
El histórico titular del martillo de Santiago acompañaba en los últimos años a Rafael Cervantes
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«Este año no voy delante del Señor de Santiago». Quienes han visto muchos años al Cristo de las Penas sabían que en algún momento verían a Javier Romero. No sólo fue el capataz durante muchos años, sino también el creador de una forma de andar de mucha elegancia que levantó admiración y que se hizo indisoluble de la estampa del Crucificado.
Había dejado de ser capataz titular en los últimos años para ceder el testigo a su discípulo, a Rafael Cervantes, pero no había dejado de acompañarlo el Domingo de Ramos, feliz de ver a su cuadrilla de Santiago y de seguir vinculado a una tarea, la de dirigir a los costaleros, en la que pocos destacaron como él en Córdoba.
Sus problemas físicos le obligaron a retirarse en el trayecto de ida el Domingo de Ramos de 2024 y este año no estará delante del paso, como confirmó a ABC.
Javier Romero (Córdoba, 1956) tomó el mando de la cuadrilla del Cristo de las Penas en 1982, con chavales de 14 años, como recordó en una entrevista con ABC. Para la forma de andar pensó en dos modelos sevillanos: el Cristo de la Fundación de los Negritos y el de la Buena Muerte de la Hiniesta.
«Música y algo de andar, pero sin perder el estilo, sin pararse nunca. Cuando he llegado a una cofradía he intentado poner siempre lo que he visto o creído conveniente que pegara a la hermandad», resumió entonces. El estilo es «elegante, con alguna paradita pequeña, pero sin ninguna mecida».
Sucesores
Desde entonces no siempre fue el capataz del Cristo de las Penas, pero la hermandad le agradeció siempre el trabajo y los que ahora están al frente de la cuadrilla aprendieron con él y siguen su camino. Por eso está Rafael Cervantes, del que dice en broma que es su hijo, y que conserva el estilo.
En los años 80 y 90 llevó otras muchas cofradías y dejó una buena huella en todas, pero los más veteranos lo recuerdan caminando a cierta distancia del paso, siempre de espaldas, seguro de que todo va bien. Sólo con escuchar, dice, ya conoce que el paso marcha como debe.
«El Señor seguirá caminando bien. Los capataces actuales han pasado por debajo de las trabajaderas y saben lo que se traen entre manos», resumió el capataz. Muchos lo recordarán el Domingo de Ramos en la calle Agustín Moreno.
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