romería 2015
Un pregón íntimo y rociero
La exaltadora, Carmen María García, narra su experiencia personal en el camino y lo adorna con canciones
Carmen María García, pregonera de la Romería del Rocío 2015, abrió ayer los actos con una exaltación muy íntima y entregada a la Virgen. Lo hizo a través de una prosa muy amena para narrar su experiencia personal tanto en el camino realizado desde niña con la hermandad de Córdoba como en la aldea. La también abogada, cordobesa de 34 años de edad aunque con residencia en Sevilla por razones laborales, se valió del recurso musical para tratar del trasladar a los asistentes a la iglesia de San Pablo a sus recuerdos rocieros.
La exaltación, que estuvo precedida por la presentación de Benito García, histórico hermano del Rocío y padre de la pregonera, se tradujo en una alocución sincera y transmitida desde el «corazón», como así lo expuso ella misma. Para García, la condición de «rociero es una forma de ser» y, a su juicio, aparte de la devoción a la Virgen, «el Rocío y la hermandad» son las bases fundamentales.
Dedicado a su hijo Álvaro
Tras dedicar el pregón a su hijo –Álvaro-, la exaltadora fue trazando un recorrido en el que no faltaron alusiones al pasado. No en vano, como recordó, su primera romería fue ya en el seno materno, pues su madre acudió embarazada al Rocío. También reclamó «ilusión, alegría y participación» para todo aquel que decida realizar la romería desde Córdoba. Subrayó que «el camino no acaba en la aldea, sino cuando el lunes de madrugada ve os a la Virgen».
Acompañamiento musical
Aparte del recorrido personal, vivencia y sentido, el pregón tuvo momentos álgidos a través de la música. La exaltadora, acompañada por una familiar –su prima Rocío Carmona-, cantó letras con «mucho significado» para ella. Empezó, por ejemplo con la rumba «De mujer a mujer», un canto de entrada que dedicó a la Virgen.
También cantó sevillanas sueltas, como «Cantaban a la Virgen poemas», la primera letra que ella dedicó de niña a la Virgen; y «Campanita y tamboriles» para ilustrar el momento del camino. Concluyó con una adaptación de la «Salve mariana», que empezó con un «Salve, Reina de los cordobeses».
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