CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS
Rosa Gallardo (directora de Agrónomos): «Es sólo un tópico que la agricultura esté anclada en la tradición»
La primera mujer al frente de Agrónomos defiende con firmeza la vanguardia del campo cordobés, «que crea tendencias a nivel internacional»
Planas espera que la lluvia «normalice» los precios del aceite en una campaña que espera sea «mejor»
![Gallardo, delante del Rectorado](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/09/15/gallardo-cordoba-rosa-RuS9crVK22AeejXGF9wDl1J-1200x840@abc.jpg)
Rosa Gallardo (Córdoba, 1968) se dirigió en un inglés impecable a los ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE) en la finca experimental de la Universidad de Córdoba (UCO) en el Campus de Rabanales en la primera jornada de trabajo del encuentro que mantuvieron en la ciudad y la provincia hace dos semanas. Su discurso, al que siguió el de varios profesores más, se centró en las potencialidades de la agricultura de precisión y en el uso de las nuevas tecnologías, así como en la imbricación de la institución académica a la que pertenece con el sector productivo.
—¿Qué sensación cree que se llevaron las delegaciones comunitarias de la agricultura y ganadería cordobesas?
—Creo que se llevaron la impresión de Córdoba y Andalucía, y España en general, apuestan por la innovación en la agricultura, por la innovación digital del sector, por las nuevas tecnologías y por un trabajo cercano a la Universidad. Ellos pudieron percibir que hay confianza en lo que aporta la Universidad, y de que es cercana al sector, porque nuestra investigación está dirigida a los problemas reales, o por lo menos eso intentamos, porque nuestros proyectos siempre van de la mano de empresas agrarias, de la industria agroalimentaria... Solemos estar muy cerca de todas esas cuestiones. En todo lo que son las nuevas tecnologías y la transformación digital Córdoba está siendo pionera. Y los ministros pudieron comprobar que este cambio al que me refiero no tiene por objetivo diseñar herramientas digitales porque sí, sino utilizarlas para tomar mejores decisiones. Y pienso en el agua, en el riego, en la optimización de un recurso que cada vez es más escaso. Las herramientas digitales no tienen ningún sentido si no son útiles: no han de ser el fin, sino el medio, y más en momentos difíciles como los que estamos atravesando.
—El ministro Luis Planas insistió en una idea parecida en la cumbre con sus homólogos: que sin rentabilidad económica no hay sostenibilidad.
—Totalmente. Todos compartimos ese mensaje, porque estamos hablando de un sector económico con muchas particularidades además de un vínculo muy especial con el medio ambiente, así como con los territorios rurales, pero necesita de rentabilidad para seguir desarrollándose. Ésta es una de las preocupaciones en nuestras investigaciones: cómo hacer compatible esa necesaria búsqueda de rentabilidad con un uso más eficiente de los recursos y con los condicionantes medioambientales. La necesidad de producir alimentos en cantidad y con calidad suficientes para la sociedad es algo prioritario para este sector.
—Uno de los objetivos manifiestos del Ministerio era mostrar cómo se cultiva en zonas áridas.
—Percibí que el problema del agua es compartido por muchos países, y losministros fueron conscientes de la gravedad del problema en Andalucía. Se llevaron la impresión de que ante ese problema tan grave que llevamos tanto tiempo sufriendo estamos tomando decisiones y estrategias que ahora empiezan a tener estos mismos problemas de escasez de agua, cuando hasta ahora su prioridad era que fuera de calidad, porque la cantidad no estaba en peligro. Vieron en las condiciones tan difíciles en las que aquí se hace la agricultura y la ganadería.
—Miles de agricultores se concentraron contra la UE durante su reunión. Uno de ellos se quejaba a este periódico de que ahora, por la burocracia, un pequeño empresario necesitaba hasta tres oficinistas y que sin embargo la mercancía entraba de Marruecos con menos trabas.
—Sí, sí. El momento que atravesamos no es bueno. Los problemas que tiene ahora el sector agroalimentario afectan a toda la sociedad, porque estamos hablando de alimentación, de territorio, de desarrollo, de futuro. El sector agrario no es homogéneo, porque hay situaciones diferentes. La incorporación de nuevas tecnologías tiene que ser una realidad en todo el sector: nos jugamos mucho. Las pequeñas explotaciones tienen muchas dificultades para incorporar una tecnología que se le empieza a exigir. Hay que acompañar en este proceso de transformación para que la tasa de adopción de la tecnología sea cada vez mayor, que nadie se quede atrás, y en este objetivo el problema no es tecnológico exclusivamente, sino económico también, porque no todas las explotaciones tienen los recursos para adaptarse a la situación; y luego está la cuestión de la capacitación, de la formación, de la competencia digital. Hay que tener siempre muy presente, por tanto, la realidad del sector, y ser pacientes para avanzar juntos en el que, insisto, nadie se quede atrás y sea expulsado del sistema.
![La catedrática, durante su conversación con ABC](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/09/15/gallardo-cordoba-rosauno-U60653630668sqN-624x350@abc.jpg)
—¿No hay también un problema añadido de conciencia de que la tecnología en el campo es, además de útil, rentable?
—Sí, sí, claro. Porque los cambios pueden producir incertidumbre, sobre todo cuando vivimos una situación complicada como la actual. Pero la realidad es que éste es el escenario que tenemos, no otro. Aquí tienen un papel importante que jugar, por ejemplo, las cooperativas, que me consta que están comprometidas en este tema. La Universidad está al servicio del sector, y la Administración también tiene su papel. Todo cambio necesita su tiempo.
—Habla usted de transformación digital, de tecnología... ¿No choca ese discurso con la realidad de que hay 80.000 personas en el Norte de la provincia que no pueden beber del grifo y que ven cómo la ganadería, su principal actividad económica, está en riesgo por la escasez de agua?
—Sin duda. La transformación digital no es la solución única: ayuda a optimizar el recurso, pero no resuelve, porque lo que hacen falta son infraestructuras hídricas y buenas políticas con el trabajo en común de todos. En esa zona de Córdoba hay un problema gravísimo de agua, y eso condiciona el desarrollo de todo el territorio, no sólo del sector agroalimentario.
ETEA y Agrónomos
—La Escuela que usted dirige no ha estado sola en las últimas décadas en la capacitación y profesionalización de los modos de producción agrícolas. Con este mismo fin nació ETEA, por ejemplo, en los años sesenta del siglo pasado.
—Sí, sí. Por su puesto. ETEA nació con una vinculación clara con el sector, como lo hizo también la Escuela de Ingenieros Agrónomos, es más, fueron los agricultores los que parcialmente financiaron la creación de la Escuela en 1963. Llevamos al sector en nuestro ADN. Esta preocupación siempre la hemos tenido.
—Le habrá pasado: si viajas por España y dices que vienes de Córdoba en una reunión en la que haya gente relacionada con la agricultura sale el olivar en la conversación y también Covap. ¿Le parece que la Cooperativa de Los Pedroches es el mejor ejemplo de la eficiencia de la producción agroganadera de la provincia?
—Covap es un referente sin duda. Es un ejemplo claro de cómo hacer bien las cosas, de cómo trabajar bien en un sector complejo. Las condiciones en las que ha desarrollado su actividad no eran de entrada las mejores para que llegara adonde ha llegado, y eso le da aún más mérito a lo que ha conseguido. Toda mi admiración a la gestión que hace, al vínculo y compromiso real con el territorio en el que asienta, y a la captación del talento. Los responsables de esta cooperativa han tenido mucho que ver en todo esto, y además han trabajo muy de cerca con la Universidad. También encontramos muy buenos ejemplos, parecidos a éste, en otros ámbitos.
—¿Por ejemplo?
—En el olivar. Aunque es verdad que se trata de un sector más tradicional, el nivel de desarrollo, de evolución, de cambio en los últimos años ha sido impresionante. Córdoba es referente para el mundo de cómo un sector se ha modernizado, ha avanzado y ha respondido a las demandas de la sociedad y del mercado. La forma de hacer olivicultura es hoy muy diferente a hace años, porque se han dado muchos pasos adelante en la gestión del agua, en las nuevas variedades más resistentes a sequías y a las plagas y las enfermedades, en las nuevas plantaciones. Podríamos hablar también del sector vitivinícola en Montilla o de la hortifruticultura, que en algunos campos es referente, así como el cereal, que está adoptando estrategias de certificación sostenible por ejemplo.
—¿El vino es el cultivo de Córdoba en el que ha cristalizado una cultura, y hablo en sentido amplio, más sólida?
—El vino es cultura, es territorio, es un arte, y ha sabido identificarse con algo más que la producción agraria. Las bodegas, los lagares...
—El olivar está pasándolo mal por la caída de la producción y la subida de los precios.
—La situación es complicada, en efecto. La evolución del precio va a depender de las lluvias, y las perspectivas no son buenas. Nos hace falta un otoño de muchas precipitaciones.
—¿Qué es lo más hermoso y lo más doloroso que le han dicho del campo cordobés?
—Con orgullo recibo los comentarios de fuera sobre la apuesta por la innovación del sector, de todo el ecosistema agrario cordobés como facilitador de nuevas tendencias a nivel internacional. Y no me gusta cuando escucho que nuestra producción está anclada en el tradición y que se conforma: nada que ver con la realidad, es un tópico.
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