Visto desde fuera
Ya que vuelven los Oasis
Ahora que los Gallagher se reúnen, estaría estupendo que regresaran aquellos bares sin horario, ni fecha en el calendario
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Si ustedes son del rollo rocanrol, sabrán que han vuelto los Oasis, que en realidad son dos hermanos que solamente se hablan para contar libras esterlinas. Y eso es como si se pusiese de moda otra vez el ambientador de una época, el espíritu ... de un tiempo que fue más optimista y confiado. Son los gloriosos noventa del siglo pasado, que a usted igual no le dicen gran cosa pero que para una generación eran un mundo recién pintado, como en la canción de Sabina. Cuando todo podía hacerse y a las cosas había que ponerle nombre.
Ya que vuelven los Oasis (We were getting high…), pongamos, podría volver el fútbol sin el VAR y el Córdoba de Rafael Gómez y Pepe Escalante. A lo mejor no se ganaba gran cosa pero entretenía muchísimo a la hora de José María García. Era esa ciudad donde todo estaba más a mano salvo el Parque Figueroa, que entonces estaba lejísimos y ahora se ha quedado aquí mismo a fuerza de mandar a la gente a vivir al extrarradio.
Como los Oasis van a tocar otra vez (So Sally can wait…), no estaría de más que ahora, como entonces, se pudiese diferenciar a nietas, madres e hijas. Que ves a las señoras de edad y no sabes quién es quién con la cosa del bótox, los blanqueamientos y los gimnasios. O las pieles limpias, sin tatuajes ni pinchos. Con una historia por escribir.
Ahora que los Gallagher se reúnen (I start a revolution from my bed…), estaría estupendo que regresaran aquellos bares sin horario, ni fecha en el calendario. Los ochenta fueron los tiempos pioneros, el Varsovia, el Portón 4 y tal, pero en los noventa -ah, los noventa- fue la primera vez en la que se pudo elegir marca de cubata, cuando se superaron de verdad los tiempos de las apreturas. Donde no había horas porque las cosas no eran tan importantes.
No existía la palabra tardear porque las cosas empezaban de noche. Y existía una geografía urbana del garito en su maravillosa variedad que iba desde La Buhardilla a La Tercia, de La Comuna a Plató, más allá del viaducto (On a supersonic train…). De los directos de la Peña Egabrense y el Level, a los garitos de Perpetuo Socorro o a los modernos del Can Can y el Limbo. Donde iban los poetas. Porque en Córdoba había más poetas que guardias civiles. Hasta que García Casado publicó 'Las afueras' y pudimos diferenciar entre escritores y pringaos.
Como los Oasis han dicho que vuelven (Maybe, I just wanna fly…), podía hacer acto de presencia aquel espíritu de que las cosas están por llegar, del casi todo por descubrir. Entonces, cuando la gente se partía la caja sin necesidad de gas de la risa, que por lo visto es una droga. Y no había marihuana en las máquinas de monedas, al menos que yo recuerde, porque lo que circulaba era el costo, hoy cosa de viejos y legionarios.
Entonces, cuando la enfermedad y la muerte siempre le pasaban a otros porque estábamos muy ocupados cantando hasta caer de culo. I said maybe. You're gonna be the one that saves me. And after all. You're my wonderwall.
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