Visto desde fuera
Música concertada
Esos cien mil 'trompos' podrían haberse invertido en mejorar el cartel del Festival de la Guitarra, una cita que lleva años pidiendo una buena muerte
Dicen los papeles, porque contratos no hemos visto, que el Ayuntamiento de Córdoba ha patrocinado con cien mil euros de vellón el reciente concierto de Luis Miguel en la plaza de toros. En cuestiones mexicanas, dicho sea con toda la sinceridad del mundo, uno ... es más de Caifanes, Molotov y Paquita la del Barrio, cuya 'Rata de dos patas' se considera como una obra de arte. Se admite aquí que Luis Miguel tiene legiones de admiradores aunque uno no sepa exactamente por qué. Allá cada cual con las cosas de los gustos y los colores.
Sucede en este caso que el patrocinio o subvención se produce en un momento en el que la agenda de conciertos de la plaza de toros está más llena que nunca, fechas todas a riesgo y ventura de sus gestores. Cosa que es estupenda porque los beneficios y las pérdidas son igualmente particulares. No ha ocurrido en este caso donde los cien mil euros públicos se han aprobado cuando los músicos afinaban los instrumentos en vez de hacerlo, como corresponde, cuando el recital fue anunciado hace muchos meses. Dando explicaciones suficientes.
Le parece a uno que el gobierno municipal puede subvencionar lo que la ley y las buenas costumbres le permitan rindiendo cuentas ante sus electores cuando llegue el momento. O ante algún juez en el caso de que así suceda. Pero pasa que las entradas del recital, efectuado en recinto particular por empresa promotora, tenían un precio tal que se pregunta uno en qué capítulo de 'Eso no venía en mi libro de liberalismo' incluirán el supuesto cuando se animen a publicarlo en donde Pimentel.
Recitales como éste, que llegan a costar cantidades muy altas al pasar por taquilla, casan regular con cualquier matiz social que se le presupone a las ayudas públicas. Bien está animar las culturas con la figura de las cosas concertadas. Pero, amigos, todo tiene un tope y el de las entradas a seiscientos euros puede considerarse como uno plenamente legítimo. Como idea, esos cien mil trompos se podrían haber invertido en mejorar el cartel del Festival de la Guitarra, una cita con 43 años que lleva algunos pidiendo a gritos que una mano solidaria le aplique una buena muerte de una buena vez.
No deben de tener la conciencia muy tranquila en la planta noble de Capitulares cuando la cosa se aprobó como se aprobó. A última hora y capando el acceso al expediente. La cuestión es que parte de las entradas VIP han salido del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) que paga el operario manual, lo que aconseja taparse un poco y ser cauto. Porque el dinero es ajeno. Sobre todo, cuando nos dijeron que el concierto era un gesto de amor del artista hacia su pareja cordobesa. Y como todo el mundo sabe, el amor no tiene precio.
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